lunes, 3 de diciembre de 2012

Crónica del 4º Coloquio Medicina & Psicoanálisis en Clermont-Ferrand (Francia)






De izquierda a derecha: Marie Elisabeth Sanselmes-Cárdenas, Araceli Fuentes, Andrés Borderías, Araceli Teixidó, Jean-Daniel Matet y Didier Lémery. 




















Los días 20 a 22 de septiembre pasados pudimos asistir al Coloquio Medicina y Psicoanálisis en el centro de Francia. Clermont-Ferrand es una ciudad bonita y amable que, conocida por ser la sede de la casa de neumáticos Michelin,  ha hecho de la cita universitaria su bandera actual.
El Coloquio se organiza en la Facultad de Medicina con la colaboración de la Sección Clínica de Clermont-Ferrand. La presidencia de este año estuvo a cargo de Israël Nisand y Jean-Daniel Matet. El primero médico y el segundo psicoanalista de la ECF.  La introducción estuvo a cargo de Marie-Elisabeth Sanselme-Cardenas.

En la pequeña crónica de este año, deseamos destacar la presencia de tres miembros de la Red Psicoanálisis y Medicina en el programa: una AE de la Escuela Una en ejercicio, Araceli Fuentes y dos miembros más de la ELP, Andrés Borderías y Araceli Teixidó, fuimos invitados a presentar nuestros trabajos en una mesa titulada Tres aproximaciones a la articulación psicoanálisis/medicina en España.
Araceli Fuentes en su ponencia, El fenómeno psicosomático entre medicina y psicoanálisis,  abordó la cuestión del fenómeno psicosomático, FPS, a partir de los textos de Lacan y su experiencia de análisis personal. El fenómeno psicosomático como cifra escrita directamente sobre el cuerpo, daría cuenta de lo imposible de subjetivar de una lengua. En su estudio se revela que el uso que en medicina se hace del término psicosomático es falaz, ocultando las dificultades e imposibles del saber médico. Por otro lado, el testimonio personal transmite con claridad como en après coup, lejos de todo protocolo, se ilumina y amortigua un fenómeno corporal tramado en una difícil experiencia de pérdida.
Su texto fue muy aplaudido y Jean-Daniel Matet lo calificó como la verdadera enseñanza de una AE.
Por su parte, Andrés Borderías con su texto, Lost in addiction, hizo hincapié en el hecho de que, actualmente, el fenómeno de las adicciones se trata en relación a unas coordenadas discursivas que cambian su estatuto anterior. Ciencia y capitalismo se desconectan de la castración con lo que el estrago del goce está asegurado. En esta coyuntura, a los médicos se les pide ser del aparato de estado. Se desecha la causalidad psíquica, el goce se identifica al “vicio”, la adicción a un problema de conducta y el toxicómano a un individuo deficitario. La orientación lacaniana permite otro tipo de aproximación al considerar que la adicción al tóxico puede suponer una estabilización psíquica en no pocos casos. También porque orienta al psicoanalista pudiendo introducir en el equipo la lógica del síntoma, la diversidad de funciones del uso del tóxico, la perspectiva de las estructuras clínicas y una orientación en la cura. En este punto la suspensión del “deseo de curar” deviene una posibilidad  de mayor dignidad para los sujetos atendidos.
Finalmente, el trabajo de Araceli Teixidó, El sujeto en medicina. Un caso particular, el enfermo demente, dio a conocer una investigación  interdisciplinaria realizada en el Hospital Sant Jaume de Calella donde ejerce su práctica. El eje del estudio es el manejo de la información diagnóstica en el caso de los enfermos de demencia. Los resultados avalan la hipótesis de que el manejo de la información diagnóstica se omite en el caso de pacientes con sospecha de demencia por descartarse tácitamente la inclusión de la persona del enfermo. En la investigación se muestra que la elisión del sujeto por parte de los médicos es inconsciente – hay prejuicios y temores no considerados en cada caso-. Pero, como señala la ponente más allá de los resultados, el estudio revela al mismo tiempo que tampoco el médico es tenido por sujeto. Así los temores y angustias del profesional quedan forcluidos al igual que los de los pacientes, invalidando al médico para tenerlos en cuenta.
Los tres trabajos tuvieron una excelente acogida.
El programa científico del 4º Coloquio es una muestra de la voluntad de la organización de ser punto de encuentro entre algunas de las cuestiones que se plantean desde una práctica humanista de la medicina y psicoanalistas que trabajan en instituciones médicas. Es, desde este punto de vista, que se trata de un referente para nosotros.
Pudimos escuchar a médicos, psicoanalistas, juristas y filósofos, debatir alrededor de cuestiones candentes de la actualidad como el tratamiento de los sujetos afectados de demencia, la obesidad, los efectos de la pornografía en los adolescentes o la interrupción voluntaria del embarazo en la vida de una mujer.
También es de destacar el programa social, en el que ya se ha hecho imprescindible la Soirée dansante.
El 5º Coloquio contará en su presidencia con nuestro colega el AE Guy Briole junto al médico Hugues Rousset ¡Les esperamos en ese próximo encuentro que será los días  21 a 23 de septiembre de 2013!

Araceli Teixidó

jueves, 22 de noviembre de 2012

Se celebraron las primeras jornadas de la Red.





Con una concurrida asistencia –el aforo de la sala completo- se celebraron, el día 9 de noviembre, las primeras jornadas de la Red Psicoanálisis y Medicina, en la Coruña.
En el ambiente se palpaba cierta expectativa por lo novedoso de la iniciativa. Las Jornadas se desarrollaron en dos mesas, con sus diferentes ponencias y debate posterior en cada una de ellas.
La inauguración de las Jornadas estuvo a cargo de Liana Velado, Santiago Castellanos y Araceli Teixidó. Se dio la bienvenida, se agradeció a los participantes su asistencia y se informó de que la iniciativa de la Red, que surgió hace un año en Zaragoza, había puesto en marcha un blog: ( http://redpsicoanalisisymedicina.blogspot.com ) y dado algunos pasos en la orientación de encontrar interlocutores en el campo de la medicina con los que los psicoanalistas podíamos conversar. La Red es un lugar de encuentro de “gentes” de la medicina y de psicoanalistas que trabajan en las instituciones o que están interesados en los temas comunes de ambos discursos.
En la primera mesa tomaron la palabra Vicente Palomera –coordinador-, Javier Peteiro y Araceli Fuentes. En su ponencia “Progreso, sentido y medicina”, Javier Peteiro señaló la salida del concepto de alma del vocabulario médico al mismo tiempo que la ciencia deviene una religión.
Su trabajo puso de relieve el papel del azar en la creación reduciendo la expectativa de control que se puede tener en una perspectiva omnipotente de la ciencia. Del mismo modo, la contingencia tomada en serio rompe con la tradición teleológica de la ciencia.
Entonces, ¿de que manera se reintroduciría el alma sin caer en absurdo cientificismo o vana espiritualidad? Comprendiendo el papel de intérprete del médico.

Por su parte, en la ponencia “El fenómeno psicosomático, entre la medicina y el psicoanálisis” Araceli Fuentes presentó un trabajo en el que los conceptos teóricos fueron iluminados por un fragmento de su testimonio del pase. En él dio cuenta del fenómeno psicosomático como aquel que se situaría en la frontera de lo imposible de decir, confrontando al saber médico y al saber psicoanalítico a sus límites. Limites que señala una frontera donde se puede producir un cambio de discurso que permita una intervención.

La coordinación de Vicente Palomera interrogó a ambos ponentes y un animado debate se inció y se traladó a la siguiente mesa alrededor de los puntos candentes de la función del médico y su diferencia con el personaje, el papel de la ciencia en la contemporaneidad y los límites de su discurso en aquellos síntomas corporales que comprometen la subjetividad, como es el debate que se suscita apartir de la consideración del fenómeno psicosomático (FPS).

En la segunda mesa, Rosa Calvet  en su trabajo “Un agujero y dos modalidades de tratamiento” elucidó la diferencia entre organismo y cuerpo a partir de la función del médico cuando en su operación puede sostener la transferencia. En este punto su estar se iguala al del psicoanalista.
No es esta la tendencia actual en la que más bien se produce una nominación de los sujetos a partir de los diagnósticos médicos, un intento de cancelar todo índice pulsional. En la viñeta clínica presentada, dio cuenta de este fenómeno y explicó la posibilidad de intervenir dando su lugar a los significantes del sujeto  contando con la presencia del analista como soporte y velo a la falla del saber que, paradójicamente, permite la curación.

Seguidamente Elisa Giangaspro con su ponencia “La función del médico más allá de la relación objetivante de la ciencia” mostró la potencia de una escucha bien orientada no sólo para captar y acoger la angustia de los sujetos, si no incluso acerca de cuestiones de pura clínica del cuerpo.
Y ¿Cómo accede el médico a esa posible escucha? a partir de poder poner a la escucha sus propias perplejidades, detenerse en ellas, darles un lugar. La viñeta clínica que presentó ilustró como un pediatra, en el servicio de urgencias de un hospital general, puede incorporar en su escucha la subjetividad y las palabras de la madre, su angustia por la enfermedad de su hija, lo que permitió una solución favorable a la difícil situación clínica en que se encontraba la niña, a pesar de que todas las pruebas objetivas que se le realizaron eran normales.

Finalmente, Miguel Angel Vázquez ilustró las posibilidades del psicólogo en un servicio de rehabilitación para tratar la cuestión de la demanda. Su trabajo “Saber-hacer” discernía entre el volcado de datos y la información al paciente, mostrando que la verdadera dificultad – y el verdadero éxito - del clínico no es aprender a manejar las herramientas de todo tipo de que dispone, si no poder responder cuando no hay nada a su alcance como instrumento. 

Muchas preguntas quedaron abiertas lo que nos permite ser optimistas en relación al trabajo por hacer y a la perspectiva de organizar una nuevas jornadas el próximo año, de continuar con las colaboraciones para su publicación en el Blog. Una nueva reunión de los miembros de la Red se realizará en Barcelona el sábado a la mañana, día 2 de marzo de 2013, en la sede del Instituo del Campo Freudiano.

Una propuesta fue lanzada por Vicente Palomera para pensar el contenido de las próximas jornadas: “El encuentro con un médico”, que fue muy bien acogida por los asistentes y que será perfilada en la próxima reunión del día 2 de marzo en Barcelona.

En las palabras de clausura, Araceli Teixidó señaló algunos cambios en la medicina actual como son la aparición de nuevos profesionales y constitución de equipos interdisciplinarios o los cambios en los pacientes que ya no acuden a saber si no a exigir su cuota de goce. Recogiendo el espíritu de las intervenciones de la tarde, puso sobre la mesa que el psicoanálisis no se acerca a la medicina con el ánimo de adoctrinar si no de investigar conjuntamente a partir de las preguntas que la clínica suscita.

Santiago Castellanos y Araceli Teixidó. (Coordinadores de la Red).

lunes, 29 de octubre de 2012

Pensar el cuerpo.


Por Lierni Irizar.

El cuerpo ocupa un lugar destacado en nuestra sociedad. La influencia de la biomedicina es fundamental en este protagonismo actual del cuerpo. Una biomedicina centrada en el estudio y tratamiento del organismo que nos suministra el modelo del cuerpo adecuado y que, al igual que el capitalismo y la tecnociencia, rechaza la idea de imposible en una aspiración imparable por mejorar la salud, prevenir enfermedades y prolongar la vida. En este camino, nos encontramos con el desarrollo cada vez más transparente del deseo de superación de un organismo considerado demasiado frágil, fallido y desobediente al ideal de perfección contemporáneo. El cuerpo se está volviendo obsoleto.

Este protagonismo del cuerpo aparece también en los saberes de la época. Sin la pretensión de referirme a todos ellos, voy a tratar de mostrar esquemáticamente hacia dónde y desde dónde se orientan algunas propuestas que en la actualidad reflexionan sobre el cuerpo.
Siguiendo a F. Ortega[1], podemos situar los discursos contemporáneos en diferentes puntos entre dos extremos. En un extremo encontramos propuestas que conciben el cuerpo desde una perspectiva materialista o esencialista. Incluiríamos aquí las propuestas que entienden el cuerpo como meramente biológico, fruto de la evolución e interpretado como texto genético. Propuestas biologicistas que consideran que la esencia humana es información genética. Somos nuestros genes. La biología identifica cuerpo y texto y siguiendo la metáfora, gracias a la actual ingeniería genética, se plantea la modificación del código de la vida. Surgen de este modo propuestas que hablan de una postbiología y postevolución. Se pretende borrar los límites entre organismos ya que el gen es el elemento común que opera en todos ellos y puede por tanto ser trasplantado. Las antiguas fronteras entre animales, vegetales, humanos y máquinas pueden y de hecho son derribadas[2] y en consecuencia el cuerpo, el humano, la naturaleza, la evolución y la propia muerte se convierten en algo obsoleto. Una de las propuestas más llamativas en este sentido es la llamada filosofía transhumanista, que puede parecer disparatada pero que como afirma J. Peteiro[3] plantea un mensaje que está calando y que se está plasmando en diferentes proyectos de investigación.[4] El pensamiento transhumanista propugna el desarrollo de una nueva época protagonizada por un nuevo ser, no ya humano, sino transhumano e imagina un futuro inmaterial para la humanidad. El cuerpo es considerado no sólo superfluo sino también un obstáculo. La imperfección no nos viene dada como seres pensantes sino como cuerpos torpemente diseñados, anticuados para moverse en el nuevo ambiente que se gesta a través de las nuevas tecnologías. Sus partidarios se consideran inscritos en un nuevo paradigma que rechaza el anterior basado en la idea de que la condición humana es constante. Buscan sustituir la evolución natural por el cambio deliberado que se realizará gracias a la creación de órganos, la combinación de genes entre especies y los avances tecnológicos ligados a las máquinas. La conciencia es lo único salvable y por tanto la muerte del cuerpo y la transferencia de la conciencia a un sistema informatizado nos llevarán a la inmortalidad, una de las metas del Transhumanismo. La muerte es considerada una deficiencia fisiológica del organismo humano que puede ser suplida por la eternidad  cuando la conciencia sea libre en el chip de un ordenador o cuando el cuerpo sea criogenizado en espera de la existencia infinita. Se desea trascender la muerte como límite máximo. Una vida eterna sin encarnación corporal.[5]

En el otro extremo, encontramos numerosos discursos que desde la antropología y la perspectiva de género, mantienen una posición constructivista del cuerpo. Según estos enfoques, el cuerpo es considerado una construcción social, un mero envoltorio sobre el que actúan los discursos y las prácticas sociales. El cuerpo es visto como una construcción simbólica y no se tiene en cuenta ni lo carnal ni la experiencia del mismo. Entre estas propuestas encontramos la interesante visión de Le Breton[6] que analiza el modo en que hoy en día se construyen los cuerpos centrándose en aspectos sociales, culturales y también biográficos. Más llamativas son las propuestas que como la de Haraway[7] plantean un proyecto de emancipación y liberación, en este caso de las mujeres, a través de la creación de nuevos seres, cyborgs, que supondrían de hecho la superación de las diferencias de raza, género y clase. Desde una visión constructivista, su busca la creación de un nuevo ser para escapar a la opresión. Un nuevo individuo no humano que gracias a la tecnología suponga una simbiosis entre humano y máquina creando una nueva identidad. La identidad cyborg.

Resulta curioso observar cómo en estas propuestas, teorías constructivistas y esencialistas se dan la mano en el rechazo del cuerpo.
Frente a estos enfoques teóricos, encontramos también propuestas fenomenológicas que sitúan al cuerpo como centro de lo humano. El cuerpo es considerado la base de la acción y la experiencia. Es la localización física desde la que hablamos, conocemos y actuamos y por eso, toda acción es primero acción corporal. Se considera que el cuerpo moldea el lenguaje y las estructuras racionales que utilizamos para comprender el mundo y al mismo tiempo el cuerpo es penetrado también por las relaciones de poder. La propuesta de F. Ortega se inscribe en este enfoque y plantea el cuerpo como lugar central en el mundo que se experimenta como centro de visión, centro de acción y centro de interés. El cuerpo que somos y tenemos no es sólo un objeto de control y vigilancia, ni una construcción discursiva, mediática o especular, sino el sujeto de la experiencia y de la acción. Es una posición que tal y como Merleau-Ponty afirmaba, sitúa el cuerpo en el punto cero de todas las dimensiones del mundo.

Considero que estos diferentes enfoques teóricos pueden iluminar algún aspecto relacionado con el cuerpo pero creo que la teoría lacaniana va más allá al plantear las tres dimensiones del cuerpo, real, simbólico e imaginario. Las propuestas previas dejan de lado alguna de estas dimensiones, y además, la fenomenología es cuestionada en su idea del cuerpo como punto cero y como lugar de unidad[8]. Siguiendo a Lacan, para que haya cuerpo tiene que haber un viviente, un otro y el Otro simbólico. No es por tanto el cuerpo el que moldea el lenguaje y las estructuras racionales sino que es el lenguaje el que marca y moldea el cuerpo y el sujeto.

Podemos afirmar que en la actualidad tenemos dos visiones del cuerpo aparentemente paradójicas. Por un lado, el cuerpo como lugar del mal, cuerpo despreciado que hay que remodelar y a poder ser, eliminar. Es la idea que subyace en las teorías que consideran la encarnación biológica como un mero accidente histórico y no como una característica inherente a la vida. Por otro lado, nos encontramos con el cuerpo mimado, cuidado, en el que el individuo busca su desarrollo y salvación. Se trata del intento de suturar la falta, la división, lo inconsciente y lo pulsional por el culto y cuidado del cuerpo. El cuerpo como respuesta a la división del sujeto. Ante el Otro que no existe y la falta de los otros, lo que queda es la salida por el cuerpo. Pero este cuerpo mimado es, además de objeto de mercado, un cuerpo sometido a un proceso de transformación constante. Y de este modo la paradoja se desvanece. El amor desmedido al cuerpo se revela como otra cara de lo mismo: el rechazo del cuerpo vivo y por tanto, cuerpo de goce, que además se deteriora, enferma, envejece y muere y eso, hoy, es cada vez más insoportable.



[1] El cuerpo incierto, F. Ortega, 2010.
[2] En 1986 se produjo la fusión entre los reinos animal y vegetal cuando el gen de la luz de las luciérnagas se introdujo en el código genético de la planta de tabaco para conseguir que las hojas resplandecieran.
[3] El autoritarismo científico. J. Peteiro, 2010
[4] Es el llamado enfoque Nano-Bio-Info- Cogno, NBIC.
[5] Página Web de la Asociación Mundial Transhumanista www.transhumanism.org
[6] Antropología del cuerpo y modernidad, D. Le Breton, 1.995.
[7] Análisis en Ontología cyborg, T. Aguilar, 2008.
[8] Como afirma J. A. Miller en Biología lacaniana, Lacan critica a Merleau-Ponty porque el cuerpo como lugar de unidad es la identificación entre ser y cuerpo que implica de hecho borrar al sujeto.

lunes, 8 de octubre de 2012

Hacia las primeras Jornadas de la Red.


Por Ana Castaño.

En relación al eje de trabajo: “La ética y el síntoma corporal” me gustaría compartir con vosotros en este previo a nuestra primera jornada una reflexión que toca de lleno la ética desde la perspectiva médica y desde la perspectiva del psicoanálisis que no coinciden en sus principios  ya que los discursos que las sustentan tienen orientaciones bien distintas: El Psicoanálisis está orientado por la causalidad psíquica, por lo real de la misma, mientras que la medicina en su furor sanandis  se orienta por hacer de ese real algo asible, posible de cercenar aún sin consentimiento del sujeto en cuestión, por que en nombre de la Ciencia es mucho lo que se permite incluso en esta época moderna se aproxima al sin limite.
Tradicionalmente la Medicina ha considerado los acontecimientos del cuerpo a los que denomina signos y que no tienen un claro sustrato orgánico del lado de la conversión, es decir, de la Histeria con el tono peyorativo que tiene esta consideración: No tomar en serio a estos sujetos que padecen y en muchas ocasiones van a la deriva de un especialista a otro sometiéndolos a pruebas de todo tipo. Pero lo que quiero resaltar en esta reflexión es la importancia de localizar a un sujeto en su estructura ya que todo lo que pasa por el cuerpo no es del orden de la histeria y desde la medicina es muy importante tener en cuenta esta diferencia ya que no siempre conviene que desaparezca radicalmente un síntoma corporal.
En la Convención de Antibes  sobre Psicosis ordinaria hay un capítulo sobre “Fenómenos del cuerpo y estructuras” que ilustra bien esta cuestión.
En la clínica actual aparece otra dificultad en relación a la psicosis que no siempre se muestra con alteraciones del lenguaje y del pensamiento como refiere la psicopatología clásica sino que aparece a través de un modo muy particular de situar el goce como tal en el cuerpo.
A continuación transcribo partes de un escrito que me dirigió una paciente diagnosticada de Síndrome de fatiga crónica y de hipersensibilidad química y sensorial. Una de sus características es haber hecho de un hombre su estrago hasta límites insospechados desplazando ese estrago hacia su relación con la medicina.
“Sobre mi enfermedad y mis limitaciones”:
Un discapacitado orgánico grave, como es nuestro caso, aunque nos encante el deporte nos es imposible practicarlo por que nuestro organismo no nos lo permite.
Nos sentimos como un muñeco de trapo que no nos acompaña ni el cuerpo ni la mente.
Tampoco podemos leer continuadamente ni procesar la información a tiempo real. Tenemos que anotarlo todo con lo cual en muchas ocasiones como no nos lo escriba otra persona no podemos realizarlo por nosotros mismos. Mucho menos estando en posición vertical, pues con la fuerte inestabilidad ortostática, es imposible pensar  ni realizar ningún procesamiento mental ni físico.
¡Estamos KAO! o sea sin capacidad ninguna ni de hablar ni de procesar nada ni de saber donde estás ni que hacer, sólo necesitamos buscar algún lugar en el que poder respirar y acostarte y lo demás ya se vera……..
 Después, cuando descansemos y estemos en posición horizontal, debemos leerlo todo muy despacito para saber que es lo que nos dijeron, no siempre es posible…..”.
Extraño lugar el de esta mujer en el mundo donde parece tener serias dificultades para sostenerse…..¿Que ética es posible?.

Ana Castaño.
Octubre 2012

miércoles, 3 de octubre de 2012

De la ética del antibiótico a la ética de la palabra.


De la ética del antibiótico a la ética de la palabra (1).

Por Araceli Teixidó.

La ética en medicina suele plantearse en ocasión de graves dilemas, pero podemos considerar también una ética cotidiana: la ética de la posición del médico (2). Propondré a continuación que ésta se mueve entre dos términos de la ética del antibiótico a la  ética de la palabra.
Podríamos pensar que la penicilina marca una divisoria entre el chamanismo y la medicina científica, entre dos modos de entender la medicina, entre dos posiciones del médico.
Antes de que la medicina se identificara al modelo científico natural basado en el  tratamiento de las enfermedades infecciosas, el médico curaba también con su presencia, con sus palabras. Nunca excluía la posibilidad de la muerte. Si el paciente no se curaba, él continuaba a su lado. El médico asumía los límites del poder de la medicina al hacerse cargo de sus imposibles.
Hasta que el antibiótico subvirtió esta proporción al introducir la posibilidad de que el paciente no muriese (3). La compañía del médico devino menos importante: se trataba de curar (4).
A partir de ese momento se fue configurando una posición que propongo llamar ética del antibiótico. Se puede resumir en la actitud habitual entre algunos médicos: yo hago bien mi trabajo, déjeme en paz, no me cuente su vida. (5)
  Por otro lado, sabemos que el antibiótico no alcanza el ideal. La enfermedad y la muerte no han sido erradicadas. Pero se fue asociando cada vez más medicina con salud. Entendiendo la salud de una sola manera que se impuso. ¿Con que criterio decide el médico cuál es el interés del enfermo? (6)
Existe una diferencia entre el bien que se quiere para el enfermo y lo que el enfermo desea. Diferencia que podemos ejemplificar con la realidad de las decisiones que cualquier persona toma en su vida. Lo bueno se localiza en el lugar del ideal a realizar, pero en las decisiones cotidianas elegimos según otra referencia, incluso contra nuestro bien. Porque se trata de otra clase de bien que no es el del ideal (7). En el ideal estimamos que lo bueno es ir al gimnasio, comer equilibradamente, sostener relaciones personales sanas…pero en realidad elegimos quedarnos en casa, comer lo que sea y continuar esa relación que no nos conviene.
Sin embargo cuando decidimos por el enfermo, el criterio será el bien del ideal. Es decir, nosotros transgredimos cada día nuestra dieta pero al enfermo le haremos cumplir: por su bien (8).
El antibiótico y su potencia inauguraron una medicina en la que se podía curar a la mayoría de pacientes sin atender a sus particularidades. Lo particular en medicina no son sólo las diferencias individuales en las manifestaciones de una enfermedad. Particular es la manera de entender cada uno su enfermedad y la relación con el médico; particular es la manera de entender el propio bien. Esta es la particularidad que se excluyó con la entrada de la medicina en el ámbito científico (9).
La filosofía de los cuidados paliativos, al reintroducir el límite en la potencia de la medicina, reintroduce el valor de la relación entre el médico y el enfermo.
La falta de soluciones relativiza la idea de lo que sea el bien y nos obliga a reconsiderar la ética (10).
Victoria Camps (11) señala que los problemas de los clínicos no se plantean ante cuestiones abstractas si no ante pacientes concretos. Es en el caso por caso que aparecen los dilemas éticos. Y aunque los principios orientan la práctica y por tanto son imprescindibles, no nos dicen como se resuelve cada caso.
El psicoanálisis como práctica de la palabra ¿puede arrojar luz sobre estas cuestiones? ¿Podríamos hablar de una ética de la palabra desde esa perspectiva?
El sujeto de la ética kantiana, el sujeto autónomo de la ética médica no es el mismo que el de la ética del psicoanálisis, el del inconsciente.
El sujeto  kantiano es el sujeto autónomo, el de la razón. El sujeto freudiano es el del inconsciente, el de la razón que falla, pero que no falla porque si, si no que llama a otra verdad que no es la de la razón (12). Se trata de él cuando hablamos de aquellas decisiones que contrarían el  bien del ideal.
A pesar de la diferencia, quizá se les pueda relacionar puesto que se trata en ambos casos de un sujeto al que se considera responsable de sus actos y decisiones.

Araceli Teixidó
Psicóloga clínica, psicoanalista

1. Las consideraciones tratadas en este texto parten de la Comunicación presentada en el VII Congreso de la SECPAL, “Cuidados paliativos: de la ética del antibiótico a la ética de la palabra”. Es un trabajo que tiene su raíz en el trabajo del Grupo de Bioética de la SECPAL, del cual formé parte.
Las elaboraciones planteadas son fruto del trabajo clínico en la unidad de Larga Estancia donde atendemos a enfermos paliativos no oncológicos y a sus familias. Es un trabajo en el que se colabora estrechamente con los médicos y las enfermeras de dichos equipos en la atención de los aspectos psicológicos de la tarea asistencial. Las elaboraciones teóricas son también fruto de mi actividad en el marco del trabajo en la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y el Grupo de Investigación sobre Psicoanálisis y Medicina de la Sección Clínica de Barcelona del Instituto del Campo Freudiano.
2 .Lacan, J. Psicoanálisis y medicina. En: Intervenciones y textos 1. Buenos Aires: Ediciones Manantial. p. 86-99.
3. Entralgo, L. La praxis médica. La realidad del enfermar. En: Historia de la Medicina. Barcelona: Salvat Editores; 1978. p. 643-644
4. No son estas directamente las afirmaciones en los textos de Historia de la Medicina, pero se pueden deducir del estudio de la misma.
5. Un ejemplo que muchos reconocerán sería el protagonista de la serie House, médico que falta a la ética de la palabra amparándose en un objetivo puramente científico y en la eficacia de su método.
6. Fainzang, S. La relation médecins-malades: information et mensonge. Paris : Presses Universitaires de France; 2007.
7.Lacan, J. La función del bien. En: Seminario 7. La ética del psicoanálisis. Buenos Aires: Editorial Paidós; 1988. p. 263-277.
8.Barbero, J. El respecte pel dret de les persones que no poden protegir-losL’ Alzheimer un repte per la infermeria. EUI Santa Madrona. “Obra Social de la Caixa“. p.115-119.
9. Palomera, V. Psicoanàlisis y medicina. En Amor, Cuerpo y locura.  Córdoba: Hugo Báez Editor; 2005.  p. 7-27.
10. Miller, J-A.  Patología de la ética. En: Lógicas de la vida amorosa. Buenos Aires: Ed. Manantial; 1989. p. 65
11.Albert R. Jonson et al. Prólogo de Victoria Camps. En: Ética clínica. Barcelona: Ariel; 2005. p. 7-11
12. Varios Autores “Seminario Lakant” Barcelona: ELPCF; 2000. ISSN.1576-3145  p. 23 a 28  y 32.




[1] Extracto de la comunicación libre presentada en el Congreso de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos – SECPAL - el año 2008 en Salamanca

lunes, 10 de septiembre de 2012

Del dicho al hecho...



Ceres Lotito

La distancia entre la salud física y la salud subjetiva nos lleva a incursionar sobre ese “gran trecho”, entre lo que establece el campo de la terapéutica, que va del diagnóstico al tratamiento de la enfermedad, y la clínica a pie de obra,  que se juega en esa dimensión de la medicina como arte.

Todo profesional de la medicina se confronta diariamente a los relatos del malestar en el cuerpo de sus pacientes. Posición en que hay que articular el dolor en el cuerpo  y la palabra que habla de ello.

Su saber se pone así a prueba para intentar acallar ese dolor, ese malestar. Hay un jeroglífico de signos corporales  que emerge  en la consulta.

Si bien el cuerpo como organismo nos homogeniza, existe una gran variabilidad en las respuestas a la terapéutica indicada para una misma dolencia.
Esta variabilidad que nos interroga, puede abrirnos las puertas a preguntarnos: ¿el cuerpo que miramos y medimos es el mismo cuerpo del que nos habla el paciente?

La medicina como arte es la vertiente por la cual transitar para aproximarnos a ese más allá del cuerpo como mecanismo, en donde la dimensión de lo propiamente humano subvierte el conocimiento estandarizado que nos ofrece la vertiente científica –tecnológica.
Lo no calculable, lo no previsible nos remite a la pregunta de ¿qué nos hace humanos?
Este interrogante nos lleva a reflexionar:
¿Este cuerpo tiene más de una dimensión?
¿Es el mismo cuerpo el que se puede analizar en una radiografía, un escáner, un análisis de sangre o cualquiera de las pruebas diagnósticas que en la práctica clínica se manejan para detectar el estado físico de un paciente y la vivencia que dicho paciente tiene de su cuerpo?

Cuando se recibe una consulta y se demanda una intervención es porque hay un dolor, un malestar que el sujeto no sabe a que atribuir o no sabe como aliviar para recuperar “el silencio de los órganos” que le permita continuar sin sentirse limitado en su quehacer, en su vida cotidiana, en sus proyectos, en sus intenciones, etc.

Ser demandados, implica que el paciente nos coloca en posición de interpretar eso que no va y ante lo que él no sabe que hacer. Más allá de recurrir a otro al que supone el saber, nos coloca en posición de intérpretes, de lectores.

Con nuestro saber clínico y la información de las pruebas diagnósticas podemos dar respuesta, dar un tratamiento orientado a restablecer el bienestar. Pero muchas veces constatamos que lo que nos dice el cuerpo como organismo no va en consonancia con lo que nos dice la persona.

Desde las fibromialgias, las fatigas crónicas, pasando por la distorsión de la percepción corporal en la anorexia hasta el fenómeno del “miembro fantasma” en algunos casos de amputaciones, así como las diferentes maneras de soportar el dolor del post-operatorio, etc., ponen en primer plano la singularidad de la vivencia subjetiva del cuerpo.

Cuando nos remitimos estrictamente al cuerpo como organismo podemos llegar a un acuerdo de cuáles son los valores de su homeostasis. 
Cuando tomamos como punto de partida lo mental, las cosas ya escapan a los estándares.
Una cosa es la salud física y otra muy diferente es la salud subjetiva.
El cuerpo subjetivo ¿se puede describir en tercera persona como lo hacen las pruebas diagnósticas?

¿Porque si todos tenemos un cuerpo orgánico similar, no todos reaccionamos igual ante similares situaciones en que su homeostasis se altera?

La complejidad del ser humano nos confronta a que su dimensión no es una unidad indiferenciable,  es más que un organismo, es más que mecanismos de circuitos neuronales, información genética, reacciones reflejas, etc.

Cómo leamos la enfermedad y desde donde respondamos, orientará nuestra posición y nuestra práctica clínica.
La enfermedad como un fallo de los mecanismos de homeostasis de nuestro organismo , la enfermedad como una respuesta, la enfermedad como la confluencia de factores bio-psico-sociales, como mensaje a descifrar, etc.  Este es el campo que se despliega cada vez que atendemos a un paciente. Campo que hace presente que las respuestas no pueden estandarizarse por la propia complejidad de lo que nos hace humanos.

Cuando la ciencia ya no llega con sus certezas, lo que queda es nuestra posición ante ello y en ella ya no juegan su partida nuestra capacitación técnica, ni nuestro saber científico.

El arte de la medicina tiene a la ciencia como principal aliada, pero el acto médico va más allá cuando las certezas se esfuman y entramos en aspectos no definibles desde la ciencia.
Es el campo de la ética en el que nos adentramos entonces, el campo de los límites que se eligen respetar, siendo muy cuidadosos de no caer en banalizaciones psicologicistas.

Poder escuchar el valor subjetivo de la enfermedad implica escuchar al enfermo, saber conjugar los dos planos que se ponen en juego en el acto médico, el orgánico y el subjetivo.
Los medios y los límites tanto de nuestra terapéutica como de nosotros mismos, es nuestro desafío.

Ceres Lotito
CEPmedicina


lunes, 30 de julio de 2012

Con el anuncio de la I Jornada de la Red, nos despedimos por vacaciones. Agradecemos las excelentes colaboraciones de nuestros colegas y la buena acogida que ha tenido el Blog en esta primera temporada.  
¡Nos vemos de nuevo en septiembre! 


I Jornada de la Red Psicoanálisis y Medicina
Psicoanálisis y medicina, hoy

El psicoanálisis nació a finales del s. XIX en el seno de la medicina a partir de la investigación acerca de las enfermedades que se resistían al tratamiento médico pero cedían con el uso de la palabra. Pasada la primera mitad del s. XX, la conferencia de Jacques Lacan, Psicoanálisis y medicina trata del lugar del psicoanálisis en la medicina, cuestión que todavía hoy está abierta seguramente por razones estructurales.
La relación entre psicoanálisis y medicina es siempre singular porque se produce en cada ocasión en que psicoanalistas y profesionales de la medicina ponen su práctica a colaborar, a debatir, a trabajar: no son conexiones abstractas. Por eso es una relación en la que no establecemos protocolos, ni fórmulas, si no que propiciamos las condiciones del encuentro a partir de la práctica y la conversación.
¿Cómo se establece este lugar en el s. XXI? ¿Cómo se configura en la práctica de cada profesional?
El texto Psicoanálisis y Medicina que tomaremos como referencia para el debate de estas primeras Jornadas de la Red, fue presentado por Jacques Lacan en una mesa redonda realizada el 16 de febrero de 1966, en la Salpêtrière.
Muchas de las cuestiones planteadas en esta conferencia son de gran actualidad. Se anticipa el rápido cambio que se producirá en la función del médico y las consecuencias de la influencia del discurso científico en su práctica. Y se advierte de que el encuentro del organismo con el lenguaje comporta la pérdida de la naturalidad.
El médico se encuentra enfrentado a problemas nuevos y Lacan organiza la presencia del médico en el mundo en dos dimensiones: la primera es la de la respuesta a la demanda del enfermo, dimensión en la que sitúa “la posibilidad de supervivencia de la posición propiamente médica”. La segunda dimensión en juego es la de la ética cuando toma su referencia del goce.
"Psicoanálisis y medicina" sigue siendo un referente para practicantes de la medicina y del psicoanálisis. En esta ocasión nos acercaremos a él a partir de frases puntuales extraídas del texto para conversar acerca de la situación actual de esta relación.  


La jornada se organizará en torno a dos ejes que son las dos dimensiones que encontramos en el texto:

1.      La demanda y la función del médico

  •    "Es Galeno quien escribió en su tratado que el médico en su mejor forma es también un filósofo" (P.87)
  •    “Lo que indico al hablar de la posición que puede ocupar el psicoanalista, es que actualmente es la única desde donde el médico puede mantener la originalidad de siempre de su posición, es decir, la de aquel que tiene que responder a una demanda de saber, aunque sólo se pueda hacer llevando al sujeto a dirigirse hacia el lado opuesto a las ideas que emite para presentar esa demanda” (Pág. 97)
  •     "En la medida en que más que nunca la ciencia tiene la palabra, más que nunca se sostiene ese mito del sujeto supuesto saber, y eso es lo que permite la existencia del fenómeno de la transferencia en tanto que remite a lo más primitivo, a lo más arraigado del deseo de saber" (Pág. 98)

  1. La ética y el síntoma corporal
  •    “Permítanme delimitar más bien como falla epistemo-somática, el efecto que tendrá el progreso de la ciencia sobre la relación de la medicina con el cuerpo” (Pág. 92).
  •     "Voces, miradas que se pasean, eso es algo que viene de los cuerpos, pero son curiosas prolongaciones que al primer aspecto, e incluso al segundo o al tercero, sólo tienen pocas relaciones con lo que yo llamo la dimensión del goce. Es importante localizarla como polo opuesto, pues ahí también la ciencia está vertiendo ciertos efectos que no dejan de comportar  algunas apuestas" (Pág. 93)
  •     “¿Qué podrá oponer el médico a los imperativos que lo convertirán en el empleado de esa empresa universal de la productividad?” (Pág.98-99)

El texto de la conferencia se encuentra en "Intervenciones y textos 1" en Editorial Manantial. Las páginas reseñadas corresponden a esta edición.


Comisión: Santiago Castellanos, Araceli Teixidó (responsable) y Liana Velado.

Lugar: Sala do Consello do Goberno, Reitorado da Coruña.
Paseo de la Maestranza, 9 - A Coruña 15001
Fecha: 9 de noviembre de 2012 de 16 a19 h.
Colaboración con los gastos: 15 € a pagar in situ
Se ruega formalizar inscripción enviando un correo a lianavelado@gmail.com
AFORO LIMITADO

lunes, 23 de julio de 2012


LO QUE LA BAJA VELA por Carolina Tarrida

Una de las causas más generalizadas apuntada tras la baja laboral, es el diagnóstico de depresión. Bajo este significante se convocan multitud de manifestaciones clínicas tanto de orden somático como psíquico. En muchos casos, un tal diagnóstico, deja al sujeto fijado a una llamada patología que no hace si no dejarlo en una posición de irresponsabilidad, y por tanto de indignidad, alejándolo de la exigencia ética esperable del bien-decir sobre su malestar.
Este fenómeno que encontramos en la actualidad, el exceso de este tipo de diagnósticos de depresión, viene a engrosar el principal rasgo de este afecto según Lacan, a saber, la cobardía moral. De hecho, Lacan no recorre a la psiquiatría para pensar esta categoría diagnóstica sino que se dirige hacia la patrística, hacia un pecado capital llamado Acedia, para colocarla del lado de la falta moral. Hay una traición del sujeto hacia sí mismo, en el sentido de traicionarse en el propio deseo y no hacerlo valer mediante el bien-decir, saliendo así del puro senti-miente. Partiendo de la base de que el afecto engaña, hay que introducir algo del pensamiento según Lacan, algo del lenguaje. No se trata de un síntoma, sino de un desfallecimiento en el lenguaje. No hay falta clínica, ni del lado del ser, ni del lado del goce, sino que es una falta de otro orden. Es un defecto del bien-decir.
Podemos pensar entonces, que el hecho de proporcionar como etiqueta ese significante al sujeto escondido en ese afecto, no hace sino encubrirlo más en su silencio que ya no requiere de ningún sentido más, ya no invoca ningún decir más. Tenemos el diagnóstico y tenemos el tratamiento. En medio el sujeto en silencio. Se podría pensar que se trata precisamente de intervenir en ese en medio en el que queda escondido el sujeto, en ese intervalo, para abrir una brecha mediante la puesta en duda del sentido cerrado de ese S1, y dar lugar así a algo del discurso a construir del sujeto. Desengancharlo de ese sentido que viene dado. Cottet en su artículo nos dice que se trata “de una enfermedad esencial al discurso del amo, que comporta un rechazo de la lucha”[1].
J viene al Cpct tras haber estado casi un año de baja laboral por depresión. La depresión se la ha causado un jefe “arbitrario y déspota” con el que no ya no sabe como relacionarse. Viene a pedir “armas” para ello. Su queja se apoya en la frialdad de una sociedad deshumanizada, que no tiene en cuenta a las personas buenas y sensibles, y contra la que el débil no puede luchar. Antes las empresas no eran así. Él es buena persona, sensible, y no puede hacer nada contra los poderosos que abusan de su poder sobre los débiles. Él huye del enfrentamiento, cree en la capacidad de entenderse hablando, dialogando, etc. Se hace difícil abrir algo más en su discurso. Poco a poco puede ir hablando de aquello sobre lo que él ha fundado su posición, y que le lleva a introducir algo de su historia familiar. Está luchando por preservar sus valores de solidaridad, compañerismo, servicio a los demás, el no enfrentamiento, tal como hizo su madre. Una vez identificado eso, puede dar lugar a una nueva pregunta que caerá más del lado del goce puesto en ese malestar: si se da cuenta del daño que le hace esa lucha, del precio que paga por ello, ¿por qué no puede dejar esa adicción? Poniendo el acento en ese significante adicción (a-dicción, que lo introduce en una nueva dicción), se cierra ahí el trabajo en el Cpct y se deriva a trabajo analítico en otro lugar. Esta viñeta quizás permitiría ver algo de esa separación que se pudo operar de algún modo respecto a ese “estar de baja por depresión”, S1, para poder dar lugar a la significación más particular que tuvo su malestar para él, y haber podido abrir ahí la brecha necesaria para acoger la serie de significaciones que él le puede dar a su malestar.  

Ahora bien, para que pueda dar ese movimiento, se debe poder plantear la posibilidad de perder algo. Salir de ese silencioso goce, implica perder algo de él.

C, una mujer joven alrededor de los 30, es finalmente despedida tras varias bajas laborales por ansiedad. No entiende qué le pasa. Ella en “su día a día” está bien, pero a veces se siente mal y no lo ha hablado nunca con nadie. Hasta ahora creía que podía sola. Hace 10 años perdió a tres miembros de su familia en un lapso de tiempo de 5 años. Al ser preguntada sobre el porqué de consultar ahora, apunta a que algo ha empeorado en los últimos 6 meses desde que perdió el trabajo. Coincidió con que su madre sufrió un infarto y está esperando que le implanten un marcapasos. Todo lo que había permanecido en un silencio pactado implícitamente por la familia hasta entonces, vuelve en ese momento. En las primeras sesiones, al hablar sobre lo que pasó con esas bajas laborales hasta llegar al despido, se refiere sólo a la injusticia que hizo la empresa con ella, no entendieron nada de lo que ella dio, habla de rivalidades internas, del mobbing que una compañera le hacía tras un ascenso, etc. Más allá de eso, aparece una dificultad de separación respecto a ese dolor silencioso familiar. Cuando algo sucedía en la familia, ella salía corriendo de la oficina, pasaba a “otra escena”, no puede evitarlo. Nada parecía importar más. Quería ayudar a su familia, estar ahí; total, no le costaba nada. Al señalar este “no costaba nada”, aparece que el precio es su “día a día” representado en la pérdida de su trabajo (ya sea temporal en las bajas o definitivo en el despido). Pierde eso con lo que ella contaba como algo valioso, ahí donde ella estaba bien. Después de esta sesión, se apunta un trabajo de duelo que había intentado posponer o anular bajo ese silencio, “quedando pegada a esa escena dolorosa silenciosa”. Tras una cierta separación de ese silencio familiar que se da ya por el simple hecho de dirigirse al Cpct a hablar con Otro, apunta a algo de la separación de su propio dolor respecto al de su madre concretamente, y queda emplazada a trabajar en otro lugar si así lo decide para “dejar de ser penitente junto a su familia”.
Otra separación menos aparente que ilustra también esta viñeta, es respecto a los significantes que la habían estado encubriendo hasta entonces, a saber, baja laboral, mobbing, etc.   

Tras estos dos ejemplos, y entendiendo el tema que nos ocupa como algo que toca a las nuevas modalidades del vínculo social, podríamos tomar como referencia la ponencia de Hebe Tizio en las últimas jornadas del Cpct Barcelona[2], cuando afirmaba refiriéndose a la precariedad, que se trata de poder escuchar algo de “las diferentes declinaciones cuando se introduce la subjetividad” abriendo la posibilidad de pensar esos significantes que aparecen como producto de la globalización y la llamada hiper-modernidad, en términos de plural. Así como Tizio propone entonces su título en plural, “Precariedades”, parece igual de oportuno pensando nuestro objeto de reflexión, la baja laboral, desde el trabajo a realizar en el Cpct: pasar de la baja laboral a las bajas laborales, en tanto en cuanto nos ocupamos del uno por uno, y no obturamos la diversidad bajo el pretendido enunciado único que propone la globalización, en su intento de globalizar incluso los malestares, de los que afortunadamente desde el psicoanálisis aún podemos llamar sujetos.
NOTA: Texto preparatorio para la ponencia “Baja Laboral S.A” que los miembros del primer Stage Cpct-Barcelona presentamos en el Encuentro Internacional Pipol 3 “Psicoanalistas en contacto directo con lo social” (2007)




[1] Cottet, S. “La belle inertie”. Ornicar ? revue du Champ freudien, nº 32, janvier-mars 1985, p.68-86
[2] Notas sobre ponencia de Hebe Tizio titulada “Precariedades”, en la II Jornada del Cpct en Barcelona, en Octubre 2006, bajo el título “Globalització i modalitats del víncle social: efectes subjectius”