miércoles, 30 de marzo de 2016

DEL ORGANISMO MUDO AL CUERPO DE LA PALABRA[1]

Por LIANA VELADO MORLA

“Lo que indico al hablar de la posición que puede ocupar el psicoanalista, es que actualmente es la única por la que el médico pueda mantener la originalidad de siempre de su posición, es decir, la de aquel que tiene que responder a una demanda de saber, aunque no puede hacerla más que llevando al sujeto a que se vuelva del lado opuesto a las ideas que emite para presentar esa demanda”
Lacan. J.”Psicoanálisis y Medicina.” En Intervenciones y Textos 2. Ed. Manantial.

 Cómo y cuándo deriva  el médico al paciente a otro especialista: 

 La derivación en la Atención primaria tanto en consulta ordinaria como en urgencias prehospitalarias que es donde trabajo es un hecho habitual. Se deriva cuando se precisa una prueba para hacer un diagnóstico y poder tratar la afección en concreto, cuando el mal del paciente supera las posibilidades de actuación del médico y también a veces por exigencia del paciente, lo cual suele ser motivo de conflicto entre el médico y el paciente.
Es un hecho habitual decía, pero no banal, ni para el que deriva ni para el derivado. Para algunos médicos es parte de la responsabilidad con su paciente, éste necesita estudios y tratamiento especializado y le deriva pero le acompaña en la enfermedad, no se olvida de él. Otros médicos viven la derivación con cierta sensación de fracaso y para otros es una liberación. Me decía un paciente médico, que estaba bien trabajando en el hospital desde que había aprendido el arte de derivar a los pacientes, pasarlos a una especialidad u otra, desprenderse de ellos. Los pacientes, por su parte suelen vivirlo reforzando su trasferencia al médico que sigue implicado en la derivación, o debilitándose o desapareciendo la misma en los otros casos, bien porque creen que su médico no sabe o bien porque se desentendió de ellos.
 La derivación es habitualmente a otro médico dentro del sistema. Si el paciente decide ir a un médico privado o de otro seguro a veces pide opinión a su médico. Para la mayoría de los  médicos, derivar a un paciente a otro médico fuera del sistema es difícil, no es éticamente aceptable y no se hace.

La derivación a Psiquiatría:

La derivación a Salud Mental para los médicos suele regirse por un protocolo. No hay duda cuando hay síntomas psicóticos, desencadenamientos graves, intentos de suicidio y si el paciente o la familia refieren conductas peligrosas. También si es necesaria una baja laboral. Pero la mayoría de los pacientes de nuestras consultas médicas llegan con presentaciones en las que el sufrimiento es referido al organismo: taquicardias, mareos, ahogos, malestar difuso, cefaleas, dolores repetidos y repartidos por el cuerpo, infecciones repetidas, crisis hipertensivas etc. Son más frecuentes estas presentaciones en las mujeres y en los hombres más frecuente las patologías derivadas de los excesos en la ingesta de drogas, por ejemplo.  -aunque algo está cambiando en estos modelos de presentación -. Muchos hombres y mujeres se presentan con un diagnóstico de ataque de ansiedad, ellos mismos lo nombran así. En todos esos casos la derivación es más complicada. Hay peticiones de pruebas, derivaciones a diferentes especialidades médicas, tratamiento con ansiolíticos y antidepresivos y finalmente derivación a Salud mental. Los pacientes siguen con los mismos síntomas u otros, pero sin estar concernidos en ellos. En algunos casos siguen haciendo peregrinación de una especialidad a otra y otros concluyen diciendo,” lo mío es psicológico” y ya está, sin ninguna subjetivación de su dolor.
Son derivaciones tapón, son derivaciones que forman parte del protocolo, que no cambian nada, es un mero cambio de médico, porque nadie se ocupa de escuchar lo que tiene que decir el paciente de su sufrimiento.
 En todas las formas de enfermar hay algo de lo que la medicina no se hace cargo y es de eso que no cesa de no escribirse que se manifiesta en el goce que habla en el cuerpo, que no es visible al ojo de la máquina, ni a la vista de la inspección del médico, ni a las respuestas de ningún cuestionario.
 La escucha de  la palabra que enganche algo del goce singular que hace síntoma, que hace pregunta, puede dar paso a una derivación de otro tipo. Es precisa la escucha y la interpretación para encontrar en el dicho algo del decir, escuchar la voz en las palabras para no quedar en el dicho y que en el organismo resuene el cuerpo, escuchar esa palabra que pueda resonar en el cuerpo del que paciente pueda hacerse cargo, que pueda aceptar que la palabra en algo afectó  a su cuerpo. Será un pequeño acto y habrá entonces una derivación que no será un mero cambio de profesional. Si esto no ocurre es tal vez mejor esperar a otra ocasión, esperar y atrapar la ocasión. Esta es la diferencia del psicoanálisis con la medicina en la derivación. Para la medicina es enviar al paciente a otro médico que tiene un conocimiento específico, o la técnica o los instrumentos tecnológicos de una afección concreta. Para el psicoanalista es un acto que provoca un cambio aunque sea pequeño en el paciente, es el acto que inaugura la transferencia, que toca su vertiente pulsional y que este dirige a otro lugar para ponerla al trabajo.
Más que de un conocimiento se trata de un cierto saber sobre el goce del cuerpo.
Me hago la pregunta si es posible para un médico no psicoanalista privarse de intentar eliminar el síntoma, cuando la formación y la presión de la práctica se dirige a ello, si le será posible favorecer o permitir que se abra la pregunta singular y derivar a Salud Mental.
 ¿Sería una medicina de inspiración lacaniana? No sé si eso es posible.
Hay algunos médicos no psicoanalistas que saben escuchar y respetar el sufrimiento del paciente y hacen derivaciones bajo transferencia a Salud Mental con otra perspectiva para el paciente.


Expondré unas viñetas de mi práctica:

Es un hombre joven, dice tener mareo como si flotara, constante, es lo primero que dice, pero añade que no viene por eso sino por dolor de garganta. Le pregunto desde cuando se marea y dice desde hace tres años. Empezó repentinamente, su médico le trató de vértigo, no mejoró nada,  le envió al hospital y le hicieron pruebas.
Todas las pruebas estaban bien y le envió al psiquiatra que le dio medicación y le pasó al psicólogo, este le dijo que “era de cervicales” y le derivó al traumatólogo que le dijo que las cervicales estaban bien. Su médico le derivó a otro psicólogo que después de un año sin mejoría le dijo que no podía hacer nada por él si había dejado de tomar la medicación que antes le había dado el psiquiatra. No quería tomar porque después de casi dos años no se sentía mejor con ella.
Insisto en la pregunta por su vida hace tres años y dice “trabajaba en negro”. Tomé ese significante “negro” y lo remarqué. A continuación habla de que su vida no fue buena en el pasado, su padre les abandonó cuando él era muy pequeño, la madre trabajó duro, él siempre solo, a los otros niños iba el padre a verles al futbol, a las reuniones del colegio, a recogerlos, etc. y él siempre solo, le avergonzaba un poco, se puso a llorar y me pidió disculpas porque nunca había hablado de eso y no sabía que le impresionaría así, se desconcertó un poco. En ese momento le ofrecí hablar de su sufrimiento en otro lugar, le derivé a psiquiatría y aceptó,  actualmente sigue el tratamiento  con un psicólogo y han cesado los trasvases de un lugar a otro.
El significante “negro”  resonó para él en algo e hizo cuerpo de ese organismo.

Otra viñeta de hace unos años:

Es una mujer que acude por ataques de ansiedad con frecuencia, me lo comenta una compañera y me dice que no quiere atenderla porque tuvo un problema con ella y le puso una reclamación.
La consulto yo, me habla del horror de la taquicardia, está segura que va a darle algo al corazón aunque los electrocardiogramas estén bien, me pregunta si no habrá una medicación preventiva. No duerme, los ansiolíticos no le hacen nada y ella no aguanta más.
Me quedo callada, en un momento deja de hablar, silencio de unos minutos que rompe ella  para decir que no entiende lo que pasa. Todo va bien, desde hace tiempo la mejor época de su vida, lo único que lamenta es que está preocupando a su hijo mayor que no se lo merece. Su hijo mayor es con quien viven su hijo menor y ella, es muy bueno, los acogió a los dos y trata muy bien a ambos, buscó colegio para el chico etc. Cuanto mejor los trata peor se pone ella. Ella abandonó a  su marido y sus dos hijos que quedaron con la suegra y se fue a otro país con otro hombre, no volvió a verlos hasta hace un año. Tuvo otro hijo que tiene 14 años, y es con el que ha vuelto, porque se rompió esa pareja quedando sin ningún recurso económico. El hijo mayor está casado tiene un buen trabajo y los acoge y ella no lo puede soportar.
Dice: hice lo mismo que mi madre que me abandono y se fue con otro hombre y no volvió. Llora, dice que su abuela la quiso siempre y la trató bien. La paciente relata que a de su madre nunca habló sino para decir que no la echaba de menos, creyó haberla olvidado pero hizo lo mismo que ella, acepta la derivación que le ofrezco en este punto, lo agradece porque tiene mucho que hablar.
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Bibliografía:
- Lacan.J. Seminario 23. El Sinthome. Paidós
- Lacan. J. Seminario 20 Aún. Paidós
- Lacan .J. Seminario 19. ...Au pire. Paidós




[1] Ponencia presentada en la mesa “¿Qué conviene derivar?” de la 4ª Jornada de la Red Psicoanálisis y Medicina “El difícil arte de conversar con el paciente” que tuvo lugar el 16 de octubre de 2015 en Barcelona.

lunes, 14 de marzo de 2016

El trabajo con los médicos desde un Centro de Salut Mental: Un intento de introducir la subjetividad[1]

 Por Dolors Arasanz

    Desde el Centro de Salud Mental Infanto Juvenil se sostienen de forma mensual unas reuniones de trabajo con los pediatras y enfermeras de los diversos ambulatorios de la zona. En dichas reuniones se trabaja sobre los casos  que aquellos consideran son susceptibles de ser atendidos en el Centro de Salud Mental. El encuentro de los profesionales médicos con los profesionales de la salud mental pretende compartir dos saberes que están en juego en el sujeto, estableciendo las relaciones existentes  entre psiquismo y cuerpo.
    Se pretende que la conversación mantenida produzca un efecto en el acto de la derivación, tanto en su dimensión de acto como en el de la priorización que se le supone necesaria.
       En el trabajo que hacemos sobre los casos se trata de introducir la lógica del caso por caso, en un intento de responder a aquello que de particular emerge en cada uno, con la pretensión de promover una reflexión que ubique en primer plano la subjetividad. Es, en este sentido, una práctica opuesta a la práctica del protocolo que supone un borramiento del sujeto y un rechazo a toda subjetividad. En mi presentación, que abordaré con el relato de una viñeta clínica, intentaré mostrar el trabajo que se lleva a cabo sobre  los casos tal como son planteados en los encuentros, donde se dimensiona su particularidad y aquello que se plantea como el motivo de la derivación.

        Jacques Lacan en su conferencia Psicoanálisis y Medicina (1966) señala al respecto de la posición que puede ocupar el psicoanalista en el encuentro con el médico  “es la única desde dónde el médico puede mantener la originalidad de siempre de  su posición, es decir, la de aquel que tiene que responder a una demanda de saber, aunque sólo se pueda hacer llevando al sujeto a dirigirse hacia el lado opuesto a las ideas que emite para presentar esa demanda”.[2] Esta dimensión de una escucha que no está toda en lo que el sujeto dice, es lo que entiendo se pretende dimensionar y visualizar en la conversación que se mantiene sobre los casos.
    En el caso que voy a desarrollar pretendo mostrar cómo algunos pacientes generan un elevado grado de inquietud en los profesionales, que desencadena la urgencia de la derivación, a veces con criterios que no responden a la necesidad del caso.
    El concepto de urgencia desde el punto de vista de nuestra práctica clínica se distingue netamente del punto de vista del profesional médico. En el caso que presentaré la decisión para la derivación urgente al Centro de Salud Mental, fue tomada según un criterio que atendía más a una práctica de protocolo, donde se suponía que la joven podía desarrollar un trastorno alimentario severo si no se intervenía a tiempo. Esta misma suposición hacía creer que la joven había llegado a un límite tras el cual se evidenciaba ese riesgo. La urgencia médica así  entendida suponía la urgencia de la restitución de la salud mental.

    Se hace necesario marcar una diferencia en relación a este discurso.
    Desde el punto de vista clínico la urgencia subjetiva es aquella que se presenta como una irrupción sintomática con un intenso malestar del sujeto donde la angustia está presente. A partir de ahí nuestra orientación determinará trabajar con el malestar del sujeto más allá del trastorno que padezca. Se tratará de conseguir que eso que le aqueja pueda convertirse en una demanda que oriente su trabajo. Ese malestar y esa demanda se distinguirán seguramente de aquello que el profesional médico argumentó para indicar la derivación.
    Fundamentalmente en la conversación mantenida respecto al caso se trató de señalar que no había del lado de la sujeto ningún tipo de demanda, lo que significaba que las condiciones de posibilidad para su abordaje se verían seriamente puestas en duda. Veremos de todas formas como escuchar el decir de la sujeto en un segundo momento, permitió la abertura de un brecha.
   Por lo tanto desde el punto de vista clínico no se podía considerar una urgencia y desde el punto de vista médico había quedado claro que la joven no sufría ninguna alteración orgánica que hubiera podido justificar un ingreso en una unidad hospitalaria.  Se trataba entonces de introducir una pausa, atender a la joven sin urgencia, escuchar su decir para captar el alcance de su malestar, dirigir una acción que posibilitara la constitución de una demanda de tratamiento, donde lo que aparece en primer plano es la división subjetiva.  El caso:

“Mejor cogerlo a tiempo”
    M es una chica de 15 años. En el primer encuentro que los profesionales del Centro de salud mantenemos  con la pediatra, ésta relata el motivo por el que ha tomado la decisión de derivarla al Centro de Salud Mental. Nos cuenta que ha recibido en su consulta a una  joven acompañada de su madre. M ha manifestado recientemente (a la madre) que desde un tiempo come poco, con la manifiesta intención de adelgazarse. Se ha conocido que tira los bocadillos del desayuno, y que sufrió un episodio de desvanecimiento por el que tuvo que acudir a un servicio de urgencias. La pediatra se muestra muy preocupada por la actitud que M. ha demostrado tener en la consulta, afirmando que seguirá con su régimen restrictivo hasta que no  consiga tener el peso que desea.  Después de realizar una exploración física y constatar que no existen signos físicos alarmantes (sólo se constata una pérdida de peso no demasiado significativa) la pediatra le propone que siga el régimen indicado por ella, del cual se realizará un seguimiento. M se niega a seguir ningún tipo de indicación y asegura que no necesita la ayuda que le es propuesta.
     La pediatra nos cuenta que la derivó con carácter urgente porque consideró que lo que le ocurría a M “hay que cogerlo a tiempo”, piensa que podría presentar un trastorno alimentario y que hay que intervenir a tiempo para que eso no ocurra. Conversamos sobre esta cuestión, llamamos la atención sobre la significación de “cogerlo a tiempo” idea que proviene de una práctica médica en relación a una afección orgánica. Se destaca que no se puede establecer un paralelismo entre coger a tiempo una enfermedad orgánica que ha empezado a mostrar signos evidentes, y ese mismo concepto en relación a un trastorno psíquico. 
    Paralelamente acordamos que derivar a M es una buena decisión, hay que escucharla, nada de lo dicho hasta ese momento puede determinar ningún tipo de trastorno ni muchos menos predecirlo. Concluimos por otro lado, que no era necesaria una atención calificada de urgente.
    La primera visita con M  no resulta fácil. Se presenta muy irritada manifestando que había acudido porque la madre la había obligado. En relación al motivo por el que había sido derivada, afirma que había estado comiendo menos porque quería adelgazar hasta conseguir el peso deseado. Se muestra muy irritada por la consulta, manifiesta que no entiende porque todos quieran ayudarla, afirma que su cuerpo no le gusta y que piensa mantener su idea de seguir un estricto régimen a su manera. Pido su consentimiento para escuchar a la madre. Ella afirma y sale del despacho.
     La madre refiere que M se muestra desde un tiempo retraída, se encierra en su habitación, la ve triste y presenta repentinos cambios de humor. Al respecto de la cuestión alimentaria dice que efectivamente había empezado cierta restricción y que supo recientemente que no se comía el bocadillo del desayuno. Cuenta a su vez que M bajó de peso aunque no de forma alarmante y asimismo que no había sufrido ninguna alteración física. En relación al motivo que causa la derivación la madre no se muestra alarmada.
     Después de este primer encuentro invito a M a una nueva entrevista atendiendo a ciertas cuestiones que entiendo podría desplegar conmigo, es una propuesta que podía no funcionar pero M acepta.
    Sorprendentemente en la segunda visita, a la que acude sola, se presenta en una posición del todo diferente. Dice haber estado pensado que probablemente le ocurren cosas de las que  quisiera hablar. Señala que todo su malestar empezó la vez en que mirándose al espejo pensó que no se gustaba. Recuerda la fecha y el lugar en que eso ocurrió (hace dos años). Se vio mal y ya entonces empezó a comer menos. Ella deseaba cambiar de imagen independientemente de lo que le dijeran los demás. Se mantiene en la creencia de que nunca gustará a un ningún chico, y le pesa reconocer que tiene un carácter agrio por el que a menudo las amigas la rechazan.  Es así que mantiene pocas relaciones y que a menudo se siente sola. Añade que a veces se siente muy distinta a todos los demás y que esa sensación le causa una gran desazón.
    Es así como  M empieza a desplegar sus significaciones y su malestar.
    En el siguiente encuentro en el ambulatorio tuvimos una breve conversación, para indicar que se había empezado a atender a M y para aliviar la alarma que había generado. Acordamos que la pediatra no volvería sobre la cuestión del régimen, había que sostener que M empezara su particular recorrido sobre su malestar.


   




[1] Ponencia presentada en la mesa “¿Qué conviene derivar?” de la 4ª Jornada de la Red Psicoanálisis y Medicina “El difícil arte de conversar con el paciente” que tuvo lugar el 16 de octubre de 2015 en Barcelona.
[2] Lacan, J. "Psicoanálisis y medicina" en Intervenciones y textos 1. Ed. Manantial