lunes, 17 de febrero de 2014

EL RECHAZO DEL CUERPO

Departamento del Nucep (Madrid):

 “El cuerpo y sus goces”

Por Araceli Funetes.

 

La vez anterior trabajé la relación entre el pensamiento y el goce a partir del nuevo cogito introducido por Lacan en La Tercera, “pienso, luego, se goza”. Para dar cuenta de este cogito en la clínica nos servimos de un caso de psicosis, el de Schreber y  un caso de N.O.  el testimonio de un AE, Leonardo Gorostiza, que ha trabajado este nuevo cogito en su cura, pudimos escucharlo en las Jornadas de la ELP de Zaragoza.
La clínica psicoanalítica nos enseña que  el pensamiento no está separado del goce, que tiene un asiento pulsional y esta experiencia le permite a Lacan, decir que la pasión no está excluida de la ciencia, contrariamente a la idea que se tiene de que la ciencia sería una actividad neutra, vacía de pasión. Por otra parte, la pregunta del sujeto por  el asiento pulsional de su pensamiento sólo puede ser respondida en su análisis.
El psicoanálisis a pesar de su nombre, análisis de la psique, tiene la cuestión del cuerpo en su centro. El inconsciente no existe sin incidencia sobre el cuerpo, los síntomas son la prueba fehaciente, como lo demuestra la experiencia analítica, el análisis entrega al sujeto la clave inconsciente de sus síntomas. Por supuesto, fuera del psicoanálisis, en las clasificaciones del DSM, o en las TCC, se pretende desconectar el síntoma del inconsciente, se quiere que haya síntomas sin inconsciente. Pero el psicoanálisis, desde su fundación por Freud, ha demostrado que el síntoma que afecta a un cuerpo tiene conexión con el inconsciente del sujeto que tiene ese cuerpo.
El tema que vamos a tratar hoy es el del rechazo del cuerpo en la neurosis, histérica y obsesiva. Comenzaré hablando del rechazo del cuerpo en la neurosis obsesiva, neurosis en la que este rechazo toma la forma de un “desentenderse” del cuerpo. Hay en la neurosis obsesiva un desplazamiento de la libido hacia el pensamiento, el sujeto obsesivo pone su libido en las elucubraciones mentales a las que se suele entregar y esta libidinización del pensamiento le lleva en muchos casos a olvidarse del cuerpo, a olvidarse de que tiene un cuerpo, ¿por qué? En primer lugar porque este refugiarse en el pensamiento le produce un goce, el goce de su síntoma, el goza de su pensamiento, lo que como vimos la vez pasada no es ajeno a su cuerpo ya que el pensamiento tiene su asiento pulsional en el cuerpo. En segundo lugar,  porque mientras el pensamiento se presenta en esta neurosis articulado a un Ideal del yo omnipotente, en el cuerpo, por el contrario es el lugar en el que surgen los signos de la castración, las limitaciones corporales e incluso lo real que angustia y frente al cual el Ideal del Yo toma la forma omnipotente, una omnipotencia cuya base funcional es la omnividencia, el ojo que lo ve todo, en el que este sujeto cree.
Ya sea por la vía de la negación de los signos que en su cuerpo dan cuenta de la castración, ya sea produciendo una escisión entre pensamiento y cuerpo, el sujeto obsesivo se resiste a ocuparse del cuerpo cuando este viene a contrariar la omnipotencia de su pensamiento. Por otra parte, se comporta respecto a su cuerpo como “la rana que quería ser un buey”, hay en la relación narcisista que tiene con el cuerpo, como bolsa susceptible de ser hinchada, una inflación narcisista acorde a la omnipotencia del Ideal del yo. En el Seminario 23 Lacan vuelve sobre la función prevalente que tiene la mirada en esta neurosis para decir que en la cura del sujeto obsesivo es muy difícil sacarlo del domino de la mirada.

Al hablar del rechazo del cuerpo, podemos entenderlo de dos formas diferentes ya que se trata de un genitivo que puede ser objetivo o subjetivo, es decir que o bien el cuerpo es el objeto del rechazo, o bien es el sujeto del rechazo, así introducimos la idea de que el cuerpo mismo puede producir un rechazo, una rebelión, ahí están los síntomas de conversión para demostrarlo. Los síntomas de conversión que consisten en la alteración del funcionamiento de un órgano sin que haya una lesión que pueda explicar este comportamiento, con ellos comenzó el psicoanálisis, las cegueras, las parálisis histéricas, demostraron en los orígenes del psicoanálisis que hay otro cuerpo que el que delimita la fisiología, es la concepción del cuerpo tal como este se presenta en el lenguaje corriente,   este es el cuerpo afectado por el síntoma de conversión. 
Aunque el síntoma de conversión fue descubierto primero en la histeria, no es exclusivo de la histeria sino que afecta a cualquier sujeto en tanto que hablante.
Para empezar, comencemos hablando de la exigencia del sujeto histérico: Lacan, ya en el 58 en “La dirección de la cura los principios de su poder” habla de una exigencia propia del sujeto histérico, una exigencia que a su vez implica un rechazo: Hay una exigencia propia del sujeto histérico que nada tiene que ver con la persona en cuestión que puede ser encantadora, se trata de una exigencia de estructura, ¿en qué consiste? La exigencia del sujeto histérico consiste en querer ser en el amor lo que le falta al Otro. El sujeto histérico se sitúa, el mismo, del lado de la falta, y al encarnar la falta del Otro busca  “ser el falo”, aunque sea un falo un poco flaco como dice Lacan respecto ala estrategia de la bella carnicera al identificarse con el deseo insatisfecho de su amiga. En la formula “ser el falo” el falo es el significante de la falta en el Otro de la falta propia del deseo.
La histeria se mueve en el campo del deseo como pez en el agua, al mismo tiempo  que rechaza situarse como objeto del goce. La bella carnicera tenía un marido bien dispuesto a satisfacerla, mientras que ella se esmeraba en tener un deseo insatisfecho identificándose a su amiga flaca, por la que el marido había mostrado cierto interés… finalmente lo que nos dice Lacan en 1958 es que la estrategia de la bella carnicera en tanto  sujeto histérico le lleva a querer ser la falta del Otro.
Si bien la histeria habla el lenguaje del amor, poniendo su exigencia de ser en el amor, su interés no está aquí, nos dirá Lacan, ¿Dónde está el interés de la histeria, entonces? Para explicarlo será necesaria la escritura de los discursos que Lacan produce más tarde.
Volviendo al rechazo del cuerpo podemos decir que, en la neurosis histérica encontramos dos modalidades de rechazo  del cuerpo, una proviene  del sujeto histérico y la otra de su cuerpo, la proveniente del cuerpo éste la lleva a cabo a través de los síntomas.
Para hablar de la primera modalidad de rechazo, la que se refiere al sujeto en la histeria, lo primero que tenemos que recordar es que con Lacan la histeria, que tan mala prensa ha tenido, deja de ser considerada una enfermedad y pasa a tener el estatuto de un discurso. El discurso histérico es uno de los cuatro discursos formalizados por Lacan como cuatro formas en las que el lazo social puede establecerse, los otros tres son el discurso universitario, el del amo y el discurso analítico.  Lacan,  en el seminario XVII,  
 Discurso del amo                    S1    S2                                        Discurso histérico                  $    S1
$ //  a                                                                                                      a  //  S2


Al hacer esta comparación, Lacan muestra como el sujeto dividido en el discurso histérico se coloca en el lugar en el que en el discurso del amo está el S1, el $ no obedece al significante amo S1 sino que  lo relanza al lugar del otro, del esclavo. Por otra parte, es lo que expresa su cuerpo, el cuerpo en la histeria  expresa más un decir que no, que un decir que sí.
Lacan agrega: “el propio sujeto, histérico, se aliena  por el significante amo como sujeto al que este significante divide, pero este sujeto se opone a hacerse cuerpo del S1. Seminario XVII, página 99. En otras palabras, si bien el sujeto como sujeto dividido se aliena al S1 que lo representa para los S2 por venir,  cuando se sitúa en el discurso histérico el sujeto dividido rechaza hacerse cuerpo del S1,  rechaza que su cuerpo funcione al ritmo que impone el significante amo, al mismo tiempo que muestra una gran plasticidad para responder al deseo del Otro, a lo que Freud llamó complacencia somática.
Si el cuerpo histérico si está poseído no es el S1 quien lo posee sino el deseo del Otro. Lacan evoca la complacencia somática y dice: “A propósito de la histérica hablamos de complacencia somática, aunque el término sea freudiano, ¿no podemos darnos cuenta de que es bastante extraño, y que se trata más bien de rechazo del cuerpo? En resumen, podemos decir que hay en la histeria un decir Si al deseo del Otro y un decir No, al significante amo. Tanto el Sí como el NO los pone en acto con su cuerpo, mediante los síntomas.
Finalmente, lo que muestra el discurso histérico es que el verdadero interés en la histeria está en el saber que en tanto discurso produce, el lugar de la producción en el discurso histérico está ocupado por el saber, saber que el sujeto histérico hará producir y esto es así desde la antigüedad hasta el hombre de ciencia hoy, pasando por el psicoanalista Freud. La histeria pone al otro a producir un saber, que en el caso de Freud era un saber sobre sus síntomas, un saber que nunca obtendrá su beneplácito para que el deseo pueda seguir estando insatisfecho.
El síntoma histérico porta la castración sobre el otro al que se dirige para que produzca saber sobre su goce, tarea imposible por estar prohibida en la estructura misma del discurso en la que hay una barra que impide pasar del lugar de la producción al lugar de la verdad, donde en el discurso histérico se sitúa el goce.
Lacan reconoce en esto la relación entre el discurso histérico y el de la ciencia:“entre la histeria y la ciencia hay un lazo histórico, incluso  la histeria está en el origen de la ciencia” nos dice en Radiofonía, en 1970, pues por paradójico que parezca, la ciencia toma su impulso de la histeria. Lo que podemos entender como que el deseo de la ciencia forma parte del deseo de la histeria. Lacan recurre a  Sócrates,  para decir que la producción de la episteme griega, que era la ambición del amo antiguo, fue la respuesta del amo antiguo a la conminación de Sócrates, perfecto histérico. La episteme griega resurge en la ciencia newtoniana y supone un cambio en la naturaleza del saber, al producir un nuevo tipo de saber, un saber matematizable, distinto del saber mítico o del saber hacer del esclavo.
La relación entre la histeria y la ciencia es apasionante pero nos vemos obligados a dejarla de lado por el momento porque nuestro objetivo hoy es otro: el del rechazo del cuerpo.
¿Cómo se presenta en Freud?
Este rechazo surge al comienzo del psicoanálisis a través de los síntomas de conversión que las histéricas le llevan a Freud, con un ¿a ver si usted puede hacer algo con esto?
La conversión histérica es una alteración funcional sin lesión orgánica. La conversión histérica no es una enfermedad psicosomática. ¿Cómo puede ocurrir que un órgano del cuerpo no funcione sin que haya lesión orgánica que lo explique?
Para entender la conversión histérica no hay que olvidar que el cuerpo implicado en este síntoma no es el cuerpo de la anatomía sino el cuerpo del que habla el lenguaje popular que no tiene porque coincidir con el de la anatomía.
La tesis de Lacan en “Televisión” es la de que es el lenguaje el que nos atribuye nuestros órganos, es decir que el cuerpo de la conversión no es el de la anatomía sino el que nos atribuye el lenguaje popular.
En su momento, Freud se preguntó,  cómo era posible que se pudiera pasar de una representación psíquica inconsciente a la inervación de una parte del cuerpo en el síntoma de conversión. La respuesta es simple, la inervación corporal no está tocada puesto que no hay lesión. Lo que sucede es que la representación inconciliable para el yo  encuentra el camino de las representaciones corporales de órgano. En la neurosis obsesiva el camino es diferente, ¿Cómo se pasa de la excitación sexual a un trastorno del pensamiento? La noción de desplazamiento produce la erotización del pensamiento y da cuenta de estas obsesiones mentales en la NO.
El cuerpo histérico es un cuerpo dócil y rebelde,  dócil al deseo, y  rebelde al S1, rechaza  funcionar al paso del significante amo. Son dos caras de la misma moneda, una cara está relacionada con el deseo y la otra con el discurso del amo y su significante privilegiado, el S1.
“La sustracción histérica”, llamada también “huelga histérica” es el rechazo en acto a poner el cuerpo al servicio del goce,  algunos sujetos histéricos encuentran en la sustracción un placer tan irresistible que no están en nada si no es para en algún momento poder sustraerse. El deseo de encarnar la falta del Otro es la fuente de una insaciable reivindicación que no siempre se juega en el terreno sexual aunque sea esté su campo electivo, en ocasiones “la huelga histérica”  se produce incluso poniendo el cuerpo en el acto sexual, hay otras maneras  de sustraerse.    
Lo que nos enseña Lacan respecto al síntoma histérico es que este consiste en interesarse por el síntoma del Otro como tal, el síntoma histérico es el síntoma que consiste en interesarse en el síntoma de otro, lo que no exige el cuerpo a cuerpo.
Vemos que la definición del síntoma histérico, “interesarse por el síntoma de otro”, incluye la huelga del cuerpo, que para interesarse en el síntoma de otro “el cuerpo a cuerpo” no es imprescindible. El mejor ejemplo de ello lo encontramos en la relación de Sócrates, perfecto histérico, con Alcibíades. Sócrates está animado por un deseo de saber que rechaza el cuerpo a cuerpo, con ese deseo soportado en la pregunta  logra interesar a Alcibíades “el deseante” pero sin aceptar el cuerpo a cuerpo con él. Con ello produce un efecto de deseo en Alcibíades que lo idealiza suponiéndole poseedor del objeto “agalma” del deseo. En “El banquete” de Platón vemos como  Alcibíades se presenta borracho y se exhibe en un relato obsceno testimoniando  en términos crudos sobre lo que Sócrates le ha enseñado para luego sustraerse.
Alcibíades hace su parada como deseante,  parada masculina que consiste en mostrase como deseante para así suscitar el deseo en  otro y producir así la metáfora del deseo. Pero Sócrates, y por eso Lacan habla de él como el primer analista, no cae en la trampa y le muestra a Alcibíades que en realidad toda su exhibición no va dirigida a él sino a Agatón, el  joven poeta recientemente premiado por el que Sócrates también se interesa. Sócrates interpreta así el deseo de Alcibíades sin dejarse engañar por él.
¿Cuál es entonces el partenaire de la histérica?
No es el cuerpo sino el hombre como sujeto de deseo, ese hombre al que ella quisiera hacer hablar sobre la causa del deseo, un hombre animado del deseo de saber el objeto precioso que sustenta el deseo. La histérica se identifica a este hombre, “ella hace el hombre”, expresión que utiliza Lacan, en el plano imaginario a través del complejo de masculinidad, en el nivel simbólico “hacer el hombre” consiste en identificarse a la falta del deseo del Otro: el ejemplo que tenemos es el de la bella carnicera que hace el hombre del deseo que está en falta, abocándose a sostener el deseo como insatisfecho porque el deseo satisfecho se apaga, la bella carnicera se identifica a su marido que a su vez se interesa por la amiga de la que el no se satisface. Ella se identifica a  falta del deseo del Otro, en este caso del marido y así “hace el hombre”. A nivel real “hacer el hombre”, la identificación al hombre en falta del deseo no es sin relación con el goce y ahí Lacan introduce otra formula: la identificación al goce del amo castrado. Es decir el plus de goce o el goce del síntoma. Es la tos de Dora como identificación al goce castrado del padre impotente.
La amorosa como la llama Lacan en el 73, esta fuera sexo, lo que significa que la histeria se sitúa del lado del goce fálico, del goce del hombre y no del lado del no-todo en las formulas de la sexuación.
La identificación simbólica a la falta del deseo es solidaria con la identificación real al goce del amo castrado en el síntoma.
En 1975 Lacan responde a la pregunta ¿Qué es una mujer para un hombre?
Una mujer es un síntoma para un hombre.
“Una mujer acepta ser síntoma de otro cuerpo”, un cuerpo síntoma es aquel que acepta ser causa del goce del partenaire. Si no ocurre esto entonces permanece como síntoma histérico, es decir el que se interesa por el síntoma del otro pero el mismo rechaza en ser síntoma de otro cuerpo. Lacan dice que el síntoma histérico es el penúltimo y la mujer como síntoma de otro cuerpo el último.
Una mujer no hace huelga del cuerpo. La histérica que hace huelga del cuerpo no presta el suyo como síntoma de otro cuerpo. Lo cual no quiere decir que haga huelga respecto a los hombres sino que su pareja con el hombre no es una pareja de cuerpos, no excluye el cuerpo a cuerpo pero no lo exige como tal.

¿De donde viene la defensa anti-sexo en la histeria?
Para Freud la histeria sería una enfermedad ligada a las exigencias culturales. La represión de las pulsiones vendría del Otro y el sujeto aceptaría la renuncia en nombre de los ideales. En este contexto la histeria freudiana es pensada como un exceso de Represión a pesar de ser la histeria la que ha permitido construir la serie de las pulsiones parciales y de los objetos. Gracias a la histeria el troceamiento primario del goce se volvió una evidencia nos dice Lacan en Encore.
Lacan va a buscar la causa del lado del sujeto histérico lo que Freud había abordado como defensa histérica.
Las defensas provienen según Freud de los ideales del Otro, de los semblantes. Solo una vez Freud no ha situado las defensas en función de los ideales. Ha sido al hablar de defensas primarias que provienen de una posición subjetiva primaria, original, una suerte de decisión del ser que ha llamado aversión histérica, un rechazo histérico primario respecto al goce y al contrario en la neurosis obsesiva, un exceso de goce, una captación por el goce.
El análisis conduce al sujeto al declinar sus ideales a reducir las defensas al propio sujeto, es decir a la aversión primaria histérica. De un análisis se puede esperar un cambio de posición, un pasaje de la posición histérica con su rechazo a ser síntoma de otro cuerpo, a una posición femenina que aceptaría serlo, siempre y cuando el sujeto consienta a ello. Una mujer histérica es no toda histérica y por tanto también puede tomar una posición femenina.
En todos los casos se trata de defensas del sujeto, defensas que según Freud provienen de los Ideales,  son defensas de lo real y de la castración encarnadas en el cuerpo.
Lo esencial de la huelga del cuerpo histérico es la huelga de aceptar ser síntoma de otro cuerpo.
Para finalizar tomaré dos ejemplos clínicos, dos casos que nos sirven para mostrar el No, el rechazo del cuerpo histérico al S1, están sacados de la Conversación clínica celebrada en Burdeos que ha sido publicada con el título de “Embrollos del cuerpo”.
El primero se titula “Quedarse embarazada”, está presentado por Catherine Vacher, quien recibe a la paciente en su consulta de ginecología.
Se trata de una mujer joven, de 24 años, que consulta por infertilidad, vive con un joven con el que se va a casar y con quien desde hace 3 años intenta tener un hijo que no llega. Padece una patología ovárica de origen desconocido que se acompaña de infertilidad, existe tratamiento para esta enfermedad.
Hace un tratamiento, en le cuarto año otro para producir la ovulación que no tolera bien, aparecen signos de un falso embarazo.
Se trata de una chica tímida a la que le gusta pasar desapercibida, “no me gusta hablar de mi, ni siquiera con usted” dice,  ella y su marido siempre han deseado tener hijos.
El pseudo embarazo surge en el momento en que había pedido interrumpir el tratamiento médico. Esto molesta a su marido que tolera mal la desgracia física de su mujer, después el pseudo embarazo desaparece y ella pide retomar el tratamiento. Le da una cita para unos meses después pero antes de la cita ella la llama para anunciarle que está embarazada y todo va bien.
¿Qué ha sucedido?
En la conversación Jacques Alain Miller interviene para decir que este falso embarazo escapa al domino del sujeto, es una manifestación de rechazo del cuerpo que rechaza obedecer al S1: por un lado el cuerpo se rebela contra el S1 médico, por otra hay una complacencia somática pues el falso embarazo responde al deseo.
Esta paciente que dice que no le gusta hablar de sí misma encarna bien al sujeto dividido bajo la forma de la anulación de sí mismo, ser invisible, discreta, sustraerse. Bajo la complacencia al sí hay que buscar el decir que no, oculto a veces. Ella es alguien a quien no se puede atrapar. Dice no a la demanda del Otro de tener un hijo y parece que para llegar al embarazo efectivo tiene que pasar por este embarazo de semblante, ¿por qué?
En el momento del falso embarazo el marido se inquieta, este pseudo embarazo es un test para el marido. Antes de hacer el hijo quiere estar segura del deseo del marido hacia ella, gracias al falso embarazo  el marido le dice: “tú me interesas como mujer” y una vez que el explicitó su deseo ella puede decir que sí y se queda embarazada, pero cuando dice No responde al “rechazo lo que me pides porque no es lo que deseas”.
El segundo caso lo presenta Camille Cambron, es un caso de análisis cuyo título es “Complacencia”:
Una mujer “Helena” tiene un síntoma de nauseas y vómitos desde hace 18 años, ahora tiene 40 años. Este síntoma surgió por primera vez con ocasión de una mudanza, a partir de entonces el síntoma se repite. Padece también bulimia y asco por numerosos alimentos y su mayor placer es atiborrarse de caramelos mientras lee. Sólo come barras de chocolate “porqueriitas”, como así desde su infancia.
A los 3 meses, su madre demasiado joven, se la entregó a sus padres, los abuelos de Helena con los que vivió hasta los 6años. Respondió a este abandono precoz con un rechazo a comer y su abuela le daba cerditos de pasta de almendra para conseguir que comiera.
Helena siente asco no solo por los alimentos, también por los hombres. El padre es el único que no le da asco cuando come. Le da asco la manera que tiene su marido de masticar, también su manera de fumar, de acariciarse el labio, su modo de chupar la cuchara, ella evita sentarse a la mesa con él.
La sexualidad también le produce asco, sobre todo los preliminares, desde que se casó es así, duermen en habitaciones separadas con el pretexto de que el marido ronca. A veces, por lástima se acuesta con él pero el asco crece y le entran ganas de vomitar. Lo que menos le molesta es la felación aunque prefiere la penetración sin aditamentos.
La zona de la boca reúne tanto la significación sexual como la alimenticia y la oralidad.
Sin embargo en sus sueños la sexualidad está muy presente y establece una relación entre sus sueños eróticos y sus síntomas orales, en su sueño el padre le da la última ciruela de un árbol, este padre fue el responsable de la quiebra que llevó la vergüenza de la familia cuando les embargaron su casa y tuvieron que mudarse. Recordemos que el síntoma surge con ocasión de una mudanza.
El padre de Helena es un padre deficitario, además se ha enterado que su abuelo a quien fue entregada hacía cochinadas, porquerías con niños y fue acusado por ello y tuvo un juicio. El marido impotente acepta la ley que ella le impone, sus espermatozoides están muertos, dice Helena.
Cuando se ve de nuevo obligada a mudarse de casa a una vieja fábrica de jamones a la que llama “la pequeña guarreria”, los vómitos vuelven.
“Guarreria” es el significante amo de Helena, ahí estaban los guarros, cerdos, puercos. Helena habla como un carretero, hace el hombre, maneja la guarrada oralmente, ella también es un guarrito para ser comido, se identifica con un animal descuartizado, como la amenaza de su abuela cuando no comía.
En un sueño una muñeca de labios gruesos le evoca una guarra que puede chuparse el sexo sola.
La idea de estar embarazada le produce asco, tener algo que se mueve en su vientre, a sus expensas.
El trabajo de Helena consiste precisamente en organizar comidas de trabajo y lo hace muy bien excepto cuando se ausenta y entonces los jefes tienen que gritarle para que vuelva al trabajo.
El comentario de Miller respecto al caso es el siguiente:
Para este sujeto el hijo es un regalo que se da, ella fue un regalo para susu abuelos. Ella fue la hija rechazada y entregada a los abuelos y aquí está la raíz de la precocidad de sus trastornos orales y su estado de asco y nauseas casi permanente.
Toda la vida de Helena se construye sobre un No, a su marido, en su vida profesional cuando se le pide algo primero dice No, ¿es inocente lo que me piden? Un pedido es una orden. Este No es un No de dominio.
La raíz de este No es el rechazo inicial del que ella misma fue objeto.
El S1 “guarro” es ella misma, ella misma es el guarro sin cola regalado por su madre a su abuela, es lo que le asquea del hombre. El asco es la firma de la histeria, asco del goce.
Hay rechazo al alimento pero hay también el placer de la boca, esas guarreriitas que ella come, Nutella, etc. Ella como de un modo distinto al de su marido, incluso la idea de comer juntos es una aberración, los guarros comen más, ella come por el placer de la boca, esencia sexual oral, mientras que el goce es para el otro no para ella, para ella es el placer de las guarreiitas.
Helena es una gran organizadora, hace muy bien su trabajo de organizar comidas de trabajo, excepto cuando le dan órdenes.
Philippe Lasagna interviene en la conversación recordando que en el  seminario XX; página 146 de la versión francesa, Lacan dice: “El cuerpo no se reproduce sino errando lo que quiere decir, su sentido es su goce efectivo”
En esta frase Lacan hace una oposición entre reproducirse y querer decir, o reproducimos el goce en otro cuerpo o lo decimos, lo que en apariencia sería un obstáculo para reproducirse.
Helena también rechaza su propio cuerpo del que dice no saber nada, es un defensa activa.
Patrick Monribot: Helena rehúsa dar un hijo al marido pero en el sueño no rechaza la ciruela que le da el padre, la metonimia del falo debe venir del padre para ella.
En este caso se ve claramente como la misma zona: la boca, sirve tanto a las pulsiones del yo con el trastorno del alimento como a las pulsiones sexuales que se apoderan de su boca en su forma de coer solo pequeñas guarreriitas.
Con estos dos casos tenemos dos excelentes ejemplos de los que significa el rechazo del cuerpo en la histeria.

Ciertamente la verdad interesa al sujeto histérico pero es la verdad del otro como clave de la suya.
dos cuerpos, el cuerpo excitable, vivo, y el cuerpo de las huellas de goce y de las representaciones eróticas, que es de otro orden. Esas huellas son elementos discretos y combinables, los que con Lacan llamamos sgte.
 Cualquier partenaire de goce ocupa el mismo lugar que los objetos de la pulsión, que un síntoma: el lugar de la falta de relación entre los sexos. Se tiene un coche como una falsa mujer. Es decir que el efecto que ha producido la ciencia ha sido el de homogenizar los plus de gozar, sin embargo esto no es una novedad porque cualquier discurso es una máquina de homogeneizar los plus de gozar y en el fondo ninguno funciona sobre la base de una libertad para desear. Cualquier discurso trabaja para todos, incluso el analítico.