Departamento del Nucep (Madrid):
“El
cuerpo y sus goces”
Por Araceli Funetes.
La vez anterior trabajé la relación
entre el pensamiento y el goce a partir del nuevo cogito introducido por Lacan
en La Tercera, “pienso, luego, se goza”. Para dar cuenta de este cogito en la
clínica nos servimos de un caso de psicosis, el de Schreber y un caso de N.O. el testimonio de un AE, Leonardo
Gorostiza, que ha trabajado este nuevo cogito en su cura, pudimos escucharlo en
las Jornadas de la ELP de Zaragoza.
La clínica psicoanalítica nos enseña
que el pensamiento no está
separado del goce, que tiene un asiento pulsional y esta experiencia le permite
a Lacan, decir que la pasión no está excluida de la ciencia, contrariamente a
la idea que se tiene de que la ciencia sería una actividad neutra, vacía de
pasión. Por otra parte, la pregunta del sujeto por el asiento pulsional de su pensamiento sólo puede ser
respondida en su análisis.
El psicoanálisis a pesar de su nombre,
análisis de la psique, tiene la cuestión del cuerpo en su centro. El
inconsciente no existe sin incidencia sobre el cuerpo, los síntomas son la
prueba fehaciente, como lo demuestra la experiencia analítica, el análisis
entrega al sujeto la clave inconsciente de sus síntomas. Por supuesto, fuera
del psicoanálisis, en las clasificaciones del DSM, o en las TCC, se pretende
desconectar el síntoma del inconsciente, se quiere que haya síntomas sin
inconsciente. Pero el psicoanálisis, desde su fundación por Freud, ha
demostrado que el síntoma que afecta a un cuerpo tiene conexión con el
inconsciente del sujeto que tiene ese cuerpo.
El tema que vamos a tratar hoy es el del
rechazo del cuerpo en la neurosis, histérica y obsesiva. Comenzaré hablando del
rechazo del cuerpo en la neurosis obsesiva, neurosis en la que este rechazo toma
la forma de un “desentenderse” del cuerpo. Hay en la neurosis obsesiva un
desplazamiento de la libido hacia el pensamiento, el sujeto obsesivo pone su
libido en las elucubraciones mentales a las que se suele entregar y esta
libidinización del pensamiento le lleva en muchos casos a olvidarse del cuerpo,
a olvidarse de que tiene un cuerpo, ¿por qué? En primer lugar porque este
refugiarse en el pensamiento le produce un goce, el goce de su síntoma, el goza
de su pensamiento, lo que como vimos la vez pasada no es ajeno a su cuerpo ya
que el pensamiento tiene su asiento pulsional en el cuerpo. En segundo
lugar, porque mientras el
pensamiento se presenta en esta neurosis articulado a un Ideal del yo omnipotente,
en el cuerpo, por el contrario es el lugar en el que surgen los signos de la
castración, las limitaciones corporales e incluso lo real que angustia y frente
al cual el Ideal del Yo toma la forma omnipotente, una omnipotencia cuya base
funcional es la omnividencia, el ojo que lo ve todo, en el que este sujeto
cree.
Ya sea por la vía de la negación de los
signos que en su cuerpo dan cuenta de la castración, ya sea produciendo una
escisión entre pensamiento y cuerpo, el sujeto obsesivo se resiste a ocuparse
del cuerpo cuando este viene a contrariar la omnipotencia de su pensamiento.
Por otra parte, se comporta respecto a su cuerpo como “la rana que quería ser
un buey”, hay en la relación narcisista que tiene con el cuerpo, como bolsa
susceptible de ser hinchada, una inflación narcisista acorde a la omnipotencia
del Ideal del yo. En el Seminario 23 Lacan vuelve sobre la función prevalente
que tiene la mirada en esta neurosis para decir que en la cura del sujeto
obsesivo es muy difícil sacarlo del domino de la mirada.
Al hablar del rechazo del cuerpo, podemos
entenderlo de dos formas diferentes ya que se trata de un genitivo que puede
ser objetivo o subjetivo, es decir que o bien el cuerpo es el objeto del
rechazo, o bien es el sujeto del rechazo, así introducimos la idea de que el
cuerpo mismo puede producir un rechazo, una rebelión, ahí están los síntomas de
conversión para demostrarlo. Los síntomas de conversión que consisten en la
alteración del funcionamiento de un órgano sin que haya una lesión que pueda
explicar este comportamiento, con ellos comenzó el psicoanálisis, las cegueras,
las parálisis histéricas, demostraron en los orígenes del psicoanálisis que hay
otro cuerpo que el que delimita la fisiología, es la concepción del cuerpo tal
como este se presenta en el lenguaje corriente, este es el cuerpo afectado por el síntoma de
conversión.
Aunque el síntoma de conversión fue
descubierto primero en la histeria, no es exclusivo de la histeria sino que
afecta a cualquier sujeto en tanto que hablante.
Para empezar,
comencemos hablando de la exigencia del sujeto histérico: Lacan, ya en el 58 en “La dirección de la
cura los principios de su poder” habla de una exigencia propia del sujeto
histérico, una exigencia que a su vez implica un rechazo: Hay una exigencia
propia del sujeto histérico que nada tiene que ver con la persona en cuestión
que puede ser encantadora, se trata de una exigencia de estructura, ¿en qué
consiste? La exigencia del sujeto histérico consiste en querer ser en el amor
lo que le falta al Otro. El sujeto histérico se sitúa, el mismo, del lado de la
falta, y al encarnar la falta del Otro busca “ser el falo”, aunque sea un falo un poco flaco como dice
Lacan respecto ala estrategia de la bella carnicera al identificarse con el
deseo insatisfecho de su amiga. En la formula “ser el falo” el falo es el
significante de la falta en el Otro de la falta propia del deseo.
La histeria se
mueve en el campo del deseo como pez en el agua, al mismo tiempo que rechaza situarse como objeto del
goce. La bella carnicera tenía un marido bien dispuesto a satisfacerla,
mientras que ella se esmeraba en tener un deseo insatisfecho identificándose a
su amiga flaca, por la que el marido había mostrado cierto interés… finalmente
lo que nos dice Lacan en 1958 es que la estrategia de la bella carnicera en
tanto sujeto histérico le lleva a
querer ser la falta del Otro.
Si bien la
histeria habla el lenguaje del amor, poniendo su exigencia de ser en el amor,
su interés no está aquí, nos dirá Lacan, ¿Dónde está el interés de la histeria,
entonces? Para explicarlo será necesaria la escritura de los discursos que
Lacan produce más tarde.
Volviendo al
rechazo del cuerpo podemos decir que, en la neurosis
histérica encontramos dos modalidades de rechazo del cuerpo, una proviene del sujeto histérico y la otra de su cuerpo, la proveniente del cuerpo éste la lleva a
cabo a través de los síntomas.
Para
hablar de la primera modalidad de rechazo, la que se refiere al sujeto en la
histeria, lo primero que tenemos que recordar es que con Lacan la histeria, que
tan mala prensa ha tenido, deja de ser considerada una enfermedad y pasa a
tener el estatuto de un discurso. El discurso histérico es uno de los cuatro
discursos formalizados por Lacan como cuatro formas en las que el lazo social
puede establecerse, los otros tres son el discurso universitario, el del amo y
el discurso analítico. Lacan, en el seminario XVII,
Discurso del amo S1 S2 Discurso
histérico $ S1
$ //
a a // S2
Al
hacer esta comparación, Lacan muestra como el sujeto dividido en el discurso histérico se coloca en el lugar en el
que en el discurso del amo está el S1, el $ no obedece al significante amo S1
sino que lo relanza al lugar del
otro, del esclavo. Por otra parte, es lo que expresa su cuerpo, el cuerpo en la
histeria expresa más un decir que
no, que un decir que sí.
Lacan
agrega: “el propio sujeto, histérico, se aliena por el significante amo como sujeto al que este significante
divide, pero este sujeto se opone a hacerse cuerpo del S1. Seminario XVII,
página 99. En otras palabras, si bien el sujeto como sujeto dividido se aliena al S1
que lo representa para los S2 por venir,
cuando se sitúa en el discurso histérico el sujeto dividido rechaza
hacerse cuerpo del S1, rechaza que
su cuerpo funcione al ritmo que impone el significante amo, al mismo tiempo que
muestra una gran plasticidad para responder al deseo del Otro, a lo que Freud
llamó complacencia somática.
Si el cuerpo histérico si está
poseído no es el S1 quien lo posee sino el deseo del Otro. Lacan evoca la
complacencia somática y dice: “A propósito de la histérica hablamos de
complacencia somática, aunque el término sea freudiano, ¿no podemos darnos
cuenta de que es bastante extraño, y que se trata más bien de rechazo del
cuerpo? En resumen, podemos decir que hay en la histeria un decir Si al deseo del Otro y un decir No, al
significante amo. Tanto el Sí como el NO los pone en acto con su cuerpo, mediante
los síntomas.
Finalmente, lo que muestra el discurso histérico es que
el verdadero interés en la histeria está en el saber que en tanto discurso
produce, el lugar de la producción en el discurso histérico está ocupado por el
saber, saber que el sujeto histérico hará producir y esto es así desde la
antigüedad hasta el hombre de ciencia hoy, pasando por el psicoanalista Freud.
La histeria pone al otro a producir un saber, que en el caso de Freud era un
saber sobre sus síntomas, un saber que nunca obtendrá su beneplácito para que
el deseo pueda seguir estando insatisfecho.
El síntoma histérico porta la castración sobre el otro al
que se dirige para que produzca saber sobre su goce, tarea imposible por estar
prohibida en la estructura misma del discurso en la que hay una barra que
impide pasar del lugar de la producción al lugar de la verdad, donde en el
discurso histérico se sitúa el goce.
Lacan reconoce en
esto la relación entre el discurso histérico y el de la ciencia:“entre la histeria y la
ciencia hay un lazo histórico, incluso la histeria está en el origen de la ciencia” nos dice en
Radiofonía, en 1970, pues por paradójico que parezca, la ciencia toma su
impulso de la histeria. Lo que podemos entender como que el deseo de la ciencia
forma parte del deseo de la histeria. Lacan recurre a Sócrates, para decir que la producción de la episteme griega, que era
la ambición del amo antiguo, fue la respuesta del amo antiguo a la conminación
de Sócrates, perfecto histérico. La episteme griega resurge en la ciencia
newtoniana y supone un cambio en la naturaleza del saber, al producir un nuevo
tipo de saber, un saber matematizable, distinto del saber mítico o del saber
hacer del esclavo.
La relación entre la histeria y la ciencia es apasionante
pero nos vemos obligados a dejarla de lado por el momento porque nuestro
objetivo hoy es otro: el del rechazo del cuerpo.
¿Cómo
se presenta en Freud?
Este rechazo surge al comienzo del psicoanálisis a través
de los síntomas de conversión que las histéricas le llevan a Freud, con un ¿a
ver si usted puede hacer algo con esto?
La
conversión histérica es una alteración funcional sin lesión orgánica. La conversión
histérica no es una enfermedad psicosomática. ¿Cómo puede ocurrir que un órgano
del cuerpo no funcione sin que haya lesión orgánica que lo explique?
Para entender la conversión histérica no hay que olvidar
que el cuerpo implicado en este síntoma no es el cuerpo de la anatomía sino el
cuerpo del que habla el lenguaje popular que no tiene porque coincidir con el
de la anatomía.
La
tesis de Lacan en “Televisión” es la de que es el lenguaje el que nos atribuye
nuestros órganos, es decir que el cuerpo de la conversión no es el de la
anatomía sino el que nos atribuye el lenguaje popular.
En
su momento, Freud se preguntó,
cómo era posible que se pudiera pasar de una representación psíquica
inconsciente a la inervación de una parte del cuerpo en el síntoma de
conversión. La
respuesta es simple, la inervación corporal no está tocada puesto que no hay
lesión. Lo que
sucede es que la representación inconciliable para el yo encuentra el camino de las representaciones corporales de
órgano. En la neurosis obsesiva el camino es diferente, ¿Cómo se pasa de
la excitación sexual a un trastorno del pensamiento? La noción de desplazamiento
produce la erotización
del pensamiento y da cuenta de estas obsesiones mentales en la NO.
El
cuerpo histérico es un cuerpo dócil y rebelde, dócil al deseo, y rebelde al S1, rechaza funcionar al paso del significante amo. Son dos caras de la misma moneda,
una cara está relacionada con el deseo y la otra con el discurso del amo y su
significante privilegiado, el S1.
“La
sustracción histérica”, llamada también “huelga histérica” es el rechazo en acto a poner el cuerpo al
servicio del
goce, algunos sujetos histéricos
encuentran en la sustracción un placer tan irresistible que no están en nada si
no es para en algún momento poder sustraerse. El deseo de encarnar la falta del
Otro es la fuente de una insaciable reivindicación que no siempre se juega en
el terreno sexual aunque sea esté su campo electivo, en ocasiones “la huelga
histérica” se produce incluso poniendo
el cuerpo en el acto sexual, hay otras maneras de sustraerse.
Lo que nos enseña Lacan respecto al síntoma histérico es que este
consiste en
interesarse por el síntoma del Otro como tal, el síntoma histérico
es el síntoma que consiste en interesarse en el síntoma de otro, lo que no exige el cuerpo a cuerpo.
Vemos que la definición del síntoma histérico,
“interesarse por el síntoma de otro”, incluye la huelga del cuerpo, que para
interesarse en el síntoma de otro “el cuerpo a cuerpo” no es imprescindible. El
mejor ejemplo de ello lo encontramos en la relación de Sócrates, perfecto
histérico, con Alcibíades. Sócrates está animado por un deseo de saber que
rechaza el cuerpo a cuerpo, con ese deseo soportado en la pregunta logra interesar a Alcibíades “el
deseante” pero sin aceptar el cuerpo a cuerpo con él. Con ello produce un
efecto de deseo en Alcibíades que lo idealiza suponiéndole poseedor del objeto
“agalma” del deseo. En “El banquete” de Platón vemos como Alcibíades se presenta borracho y se
exhibe en un relato obsceno testimoniando
en términos crudos sobre lo que Sócrates le ha enseñado para luego
sustraerse.
Alcibíades hace su parada como deseante, parada masculina que consiste en
mostrase como deseante para así suscitar el deseo en otro y producir así la metáfora del deseo. Pero Sócrates, y
por eso Lacan habla de él como el primer analista, no cae en la trampa y le
muestra a Alcibíades que en realidad toda su exhibición no va dirigida a él
sino a Agatón, el joven poeta recientemente
premiado por el que Sócrates también se interesa. Sócrates interpreta así el
deseo de Alcibíades sin dejarse engañar por él.
¿Cuál
es entonces el
partenaire de la histérica?
No
es el cuerpo sino el hombre como sujeto de deseo, ese hombre al que ella quisiera hacer
hablar sobre la causa del deseo, un hombre animado del deseo de saber el objeto precioso que sustenta el deseo.
La histérica se identifica a este hombre, “ella hace el hombre”, expresión que utiliza Lacan, en el plano imaginario a través
del complejo de
masculinidad, en el nivel simbólico “hacer el hombre” consiste en identificarse a la
falta del deseo del Otro: el ejemplo que tenemos es el de la bella carnicera que hace el hombre del deseo que
está en falta, abocándose a sostener el deseo como insatisfecho porque el deseo satisfecho se apaga, la bella carnicera se identifica a su marido que a su vez se interesa por la amiga de la
que el no se satisface. Ella se identifica a falta
del deseo del Otro, en este caso del marido y así “hace el hombre”. A nivel real “hacer el hombre”, la identificación al hombre en falta del deseo no es sin
relación con el goce y ahí Lacan introduce otra formula: la identificación al goce del amo castrado. Es
decir el plus de goce o el goce del síntoma. Es la tos de Dora como identificación al goce castrado del padre
impotente.
La
amorosa como la llama Lacan en el 73, esta fuera sexo, lo que significa que la histeria se sitúa
del lado del goce fálico, del goce del hombre y no del lado del no-todo en
las formulas de la sexuación.
La
identificación simbólica a la falta del deseo es solidaria con la identificación real al goce del amo castrado en el
síntoma.
En 1975 Lacan responde a la pregunta ¿Qué es una mujer
para un hombre?
Una mujer es un síntoma para un hombre.
“Una mujer acepta ser síntoma de otro cuerpo”, un cuerpo
síntoma es aquel que acepta ser causa del goce del partenaire. Si no ocurre
esto entonces permanece como síntoma histérico, es decir el que se interesa por
el síntoma del otro pero el mismo rechaza en ser síntoma de otro cuerpo. Lacan
dice que el síntoma histérico es el penúltimo y la mujer como síntoma de otro
cuerpo el último.
Una mujer no hace huelga del cuerpo. La histérica que
hace huelga del cuerpo no presta el suyo como síntoma de otro cuerpo. Lo cual
no quiere decir que haga huelga respecto a los hombres sino que su pareja con
el hombre no es una pareja de cuerpos, no excluye el cuerpo a cuerpo pero no lo
exige como tal.
¿De
donde viene la defensa anti-sexo en la histeria?
Para
Freud la histeria sería una enfermedad ligada a las exigencias culturales. La
represión de las pulsiones vendría del Otro y el sujeto aceptaría la renuncia en nombre de los ideales. En este contexto la histeria
freudiana es pensada como un exceso de Represión a pesar de ser la histeria la
que ha permitido construir la serie de las pulsiones parciales y de los
objetos. Gracias a la histeria el troceamiento primario del goce se volvió una
evidencia nos dice Lacan en Encore.
Lacan
va a buscar la causa del lado del sujeto histérico lo que Freud había abordado
como defensa histérica.
Las
defensas provienen según Freud de los ideales del Otro, de los semblantes. Solo
una vez Freud no ha situado las defensas en función de los ideales. Ha sido al
hablar de defensas primarias que provienen de una posición subjetiva primaria,
original, una suerte de decisión del ser que ha llamado aversión histérica, un
rechazo histérico primario respecto al goce y al contrario en la neurosis
obsesiva, un exceso de goce, una captación por el goce.
El
análisis conduce al sujeto al declinar sus ideales a reducir las defensas al
propio sujeto, es decir a la aversión primaria histérica. De un análisis se
puede esperar un cambio de posición, un pasaje de la posición histérica con su
rechazo a ser síntoma de otro cuerpo, a una posición femenina que aceptaría
serlo, siempre y cuando el sujeto consienta a ello. Una mujer histérica es no
toda histérica y por tanto también puede tomar una posición femenina.
En
todos los casos se trata de defensas del sujeto, defensas que según Freud
provienen de los Ideales, son
defensas de lo real y de la castración encarnadas en el cuerpo.
Lo
esencial de la huelga del cuerpo histérico es la huelga de aceptar ser síntoma
de otro cuerpo.
Para finalizar tomaré dos ejemplos clínicos, dos casos
que nos sirven para mostrar el No, el rechazo del cuerpo histérico al S1, están
sacados de la Conversación clínica celebrada en Burdeos que ha sido publicada
con el título de “Embrollos del cuerpo”.
El primero se titula “Quedarse embarazada”, está
presentado por Catherine Vacher, quien recibe a la paciente en su consulta de
ginecología.
Se trata de una mujer joven, de 24 años, que consulta por
infertilidad, vive con un joven con el que se va a casar y con quien desde hace
3 años intenta tener un hijo que no llega. Padece una patología ovárica de
origen desconocido que se acompaña de infertilidad, existe tratamiento para
esta enfermedad.
Hace un tratamiento, en le cuarto año otro para producir
la ovulación que no tolera bien, aparecen signos de un falso embarazo.
Se trata de una chica tímida a la que le gusta pasar
desapercibida, “no me gusta hablar de mi, ni siquiera con usted” dice, ella y su marido siempre han deseado
tener hijos.
El pseudo embarazo surge en el momento en que había
pedido interrumpir el tratamiento médico. Esto molesta a su marido que tolera
mal la desgracia física de su mujer, después el pseudo embarazo desaparece y
ella pide retomar el tratamiento. Le da una cita para unos meses después pero
antes de la cita ella la llama para anunciarle que está embarazada y todo va
bien.
¿Qué ha sucedido?
En la conversación Jacques Alain Miller interviene para
decir que este falso embarazo escapa al domino del sujeto, es una manifestación
de rechazo del cuerpo que rechaza obedecer al S1: por un lado el cuerpo se
rebela contra el S1 médico, por otra hay una complacencia somática pues el
falso embarazo responde al deseo.
Esta paciente que dice que no le gusta hablar de sí misma
encarna bien al sujeto dividido bajo la forma de la anulación de sí mismo, ser
invisible, discreta, sustraerse. Bajo la complacencia al sí hay que buscar el
decir que no, oculto a veces. Ella es alguien a quien no se puede atrapar. Dice
no a la demanda del Otro de tener un hijo y parece que para llegar al embarazo
efectivo tiene que pasar por este embarazo de semblante, ¿por qué?
En el momento del falso embarazo el marido se inquieta,
este pseudo embarazo es un test para el marido. Antes de hacer el hijo quiere
estar segura del deseo del marido hacia ella, gracias al falso embarazo el marido le dice: “tú me interesas
como mujer” y una vez que el explicitó su deseo ella puede decir que sí y se
queda embarazada, pero cuando dice No responde al “rechazo lo que me pides
porque no es lo que deseas”.
El segundo caso lo presenta Camille Cambron, es un caso de
análisis cuyo título es “Complacencia”:
Una mujer “Helena” tiene un síntoma de nauseas y vómitos
desde hace 18 años, ahora tiene 40 años. Este síntoma surgió por primera vez
con ocasión de una mudanza, a partir de entonces el síntoma se repite. Padece también
bulimia y asco por numerosos alimentos y su mayor placer es atiborrarse de
caramelos mientras lee. Sólo come barras de chocolate “porqueriitas”, como así
desde su infancia.
A los 3 meses, su madre demasiado joven, se la entregó a
sus padres, los abuelos de Helena con los que vivió hasta los 6años. Respondió
a este abandono precoz con un rechazo a comer y su abuela le daba cerditos de
pasta de almendra para conseguir que comiera.
Helena siente asco no solo por los alimentos, también por
los hombres. El padre es el único que no le da asco cuando come. Le da asco la
manera que tiene su marido de masticar, también su manera de fumar, de
acariciarse el labio, su modo de chupar la cuchara, ella evita sentarse a la
mesa con él.
La sexualidad también le produce asco, sobre todo los
preliminares, desde que se casó es así, duermen en habitaciones separadas con
el pretexto de que el marido ronca. A veces, por lástima se acuesta con él pero
el asco crece y le entran ganas de vomitar. Lo que menos le molesta es la
felación aunque prefiere la penetración sin aditamentos.
La zona de la boca reúne tanto la significación sexual
como la alimenticia y la oralidad.
Sin embargo en sus sueños la sexualidad está muy presente
y establece una relación entre sus sueños eróticos y sus síntomas orales, en su
sueño el padre le da la última ciruela de un árbol, este padre fue el
responsable de la quiebra que llevó la vergüenza de la familia cuando les
embargaron su casa y tuvieron que mudarse. Recordemos que el síntoma surge con
ocasión de una mudanza.
El padre de Helena es un padre deficitario, además se ha
enterado que su abuelo a quien fue entregada hacía cochinadas, porquerías con
niños y fue acusado por ello y tuvo un juicio. El marido impotente acepta la
ley que ella le impone, sus espermatozoides están muertos, dice Helena.
Cuando se ve de nuevo obligada a mudarse de casa a una
vieja fábrica de jamones a la que llama “la pequeña guarreria”, los vómitos
vuelven.
“Guarreria” es el significante amo de Helena, ahí estaban
los guarros, cerdos, puercos. Helena habla como un carretero, hace el hombre,
maneja la guarrada oralmente, ella también es un guarrito para ser comido, se
identifica con un animal descuartizado, como la amenaza de su abuela cuando no
comía.
En un sueño una muñeca de labios gruesos le evoca una
guarra que puede chuparse el sexo sola.
La idea de estar embarazada le produce asco, tener algo
que se mueve en su vientre, a sus expensas.
El trabajo de Helena consiste precisamente en organizar
comidas de trabajo y lo hace muy bien excepto cuando se ausenta y entonces los
jefes tienen que gritarle para que vuelva al trabajo.
El comentario de Miller respecto al caso es el siguiente:
Para este sujeto el hijo es un regalo que se da, ella fue
un regalo para susu abuelos. Ella fue la hija rechazada y entregada a los
abuelos y aquí está la raíz de la precocidad de sus trastornos orales y su
estado de asco y nauseas casi permanente.
Toda la vida de Helena se construye sobre un No, a su
marido, en su vida profesional cuando se le pide algo primero dice No, ¿es
inocente lo que me piden? Un pedido es una orden. Este No es un No de dominio.
La raíz de este No es el rechazo inicial del que ella
misma fue objeto.
El S1 “guarro” es ella misma, ella misma es el guarro sin
cola regalado por su madre a su abuela, es lo que le asquea del hombre. El asco
es la firma de la histeria, asco del goce.
Hay rechazo al alimento pero hay también el placer de la
boca, esas guarreriitas que ella come, Nutella, etc. Ella como de un modo
distinto al de su marido, incluso la idea de comer juntos es una aberración,
los guarros comen más, ella come por el placer de la boca, esencia sexual oral,
mientras que el goce es para el otro no para ella, para ella es el placer de
las guarreiitas.
Helena es una gran organizadora, hace muy bien su trabajo
de organizar comidas de trabajo, excepto cuando le dan órdenes.
Philippe Lasagna interviene en la conversación recordando
que en el seminario XX; página 146
de la versión francesa, Lacan dice: “El cuerpo no se reproduce sino errando lo
que quiere decir, su sentido es su goce efectivo”
En esta frase Lacan hace una oposición entre reproducirse
y querer decir, o reproducimos el goce en otro cuerpo o lo decimos, lo que en
apariencia sería un obstáculo para reproducirse.
Helena también rechaza su propio cuerpo del que dice no
saber nada, es un defensa activa.
Patrick Monribot: Helena rehúsa dar un hijo al marido
pero en el sueño no rechaza la ciruela que le da el padre, la metonimia del
falo debe venir del padre para ella.
En este caso se ve claramente como la misma zona: la
boca, sirve tanto a las pulsiones del yo con el trastorno del alimento como a
las pulsiones sexuales que se apoderan de su boca en su forma de coer solo
pequeñas guarreriitas.
Con estos dos casos tenemos dos excelentes ejemplos de
los que significa el rechazo del cuerpo en la histeria.
Ciertamente
la verdad interesa al sujeto histérico pero es la verdad del otro como clave de
la suya.
dos
cuerpos, el cuerpo excitable, vivo, y el cuerpo de las huellas de goce y de las
representaciones eróticas, que es de otro orden. Esas huellas son elementos
discretos y combinables, los que con Lacan llamamos sgte.
Cualquier partenaire de goce ocupa el
mismo lugar que los objetos de la pulsión, que un síntoma: el lugar de la falta
de relación entre los sexos. Se tiene un coche como una falsa mujer. Es decir
que el efecto que ha producido la ciencia ha sido el de homogenizar los plus de
gozar, sin embargo esto no es una novedad porque cualquier discurso es una
máquina de homogeneizar los plus de gozar y en el fondo ninguno funciona sobre
la base de una libertad para desear. Cualquier discurso trabaja para todos,
incluso el analítico.