jueves, 26 de junio de 2014

III JORNADAS DE LA RED PSICOANALISIS Y MEDICINA



Presentación de la 3ªJornada de la Red  Psicoanálisis y Medicina
Medicalización de la vida cotidiana
Viernes 5 de diciembre de 2014 a las 15 horas. Círculo de Bellas Artes, Madrid
Es un hecho que las personas suelen confiar en sus médicos, no sólo para curar y aliviar las enfermedades, también confían en ellos para cualquier malestar de la vida.
Les piden recetas y pruebas, pero también les hablan del trabajo, de sus jefes, de sus hijos, de sus nietos, de divorcios, muertes y entierros. Les hablan de sus dificultades más íntimas, de sus esperanzas...Les hablan de amor y de sexo. Pero sobre todo les hablan cuando padecen de tristeza infinita o si sufren por angustia de vivir. Son demandas que confrontan al clínico a un sufrimiento no siempre fácil de escuchar.
¿Por qué la gente le habla al médico de sus problemas? No se trata de una pregunta retórica, la respuesta que dé cada clínico condiciona su manera de ejercer la práctica.
¿El malestar personal responde a una disfunción orgánica y el deber del médico es restablecer un funcionamiento correcto? ¿Las inquietudes reveladas al médico son índice de un error de percepción y el médico señalará la buena manera de discernirlas? ¿Al médico se le supone un saber sobre la vida que no tienen otros profesionales?
¿Y cómo responder entonces? Si el médico considera que es legítimo que se le dirija la manifestación de estas penalidades ¿de qué dispone para atender estas demandas?
El fármaco es una respuesta muy actual y en parte aceptada por los que consultan. 
¿Por qué se responde con un fármaco? Podemos señalar la influencia de la industria farmaceútica, la actitud del médico y el hecho de que los pacientes cuando demandan fármacos piden una cancelación rápida del malestar.
Es una respuesta que se ofrece sin reflexión, la “evidencia científica” es el único y breve argumento y además es una respuesta que elide la reflexión, impide la apertura del espacio de palabra entre el clínico y su paciente.
Es una respuesta que supone que para los problemas de la vida un fármaco puede ser útil. Cuando en realidad hoy en dia la medicación ha tomado la modalidad de ser un partenire de por vida en tanto la medicina restringe su campo terapéutico al nivel de las conductas .
Estas y otras cuestiones serán interrogadas en la III Jornada de la Red Psicoanálisis y Medicina Comisión organizadora: Santiago Castellanos (responsable), Elvira Guilaña y Araceli Teixidó



martes, 17 de junio de 2014

Comentario sobre el vocablo "paciente"

Por Cristina Domingo (Barcelona).

En el texto escrito por  dos profesores de Historia de la Medicina*, como Presentación de la reedición en el año 2003 del libro de Lain Entralgo “El médico y el enfermo” publicado en 1969, se plantea que la concepción clásica del enfermo es de desvalido e incapacitado para decidir sobre su enfermedad. En 1973 la Asociación Americana de Hospitales, aprueba la primera Carta del Paciente la cual supone el reconocimiento oficial al derecho del enfermo a recibir una completa información sobre su situación clínica y a decidir entre las opciones posibles como adulto autónomo y libre que es.
Un poquito más adelante, en la misma página 14, se afirma que el enfermo deja de ser paciente (es decir, pasivo) para convertirse en agente, y como contrapunto a esa pasividad consideran activo al enfermo actual que lucha por el derecho a la salud y ponen como muestra el consentimiento informado.

Mi comentario se refiere a que la cuestión de la posición del enfermo se sesga desde el principio de la argumentación. Pues el vocablo paciente viene de pathos, del lat. patĭens,-entis, part. act. de pati, padecer, sufrir**, quiere decir sufriente, que padece (no quiere decir pasivo, aunque es una de las acepciones del término).
El que sufre es activo, ya al manifestar su padecer y cuando se dirige a un profesional sanitario para consultarle y también cuando se pregunta a si mismo sobre su sufrimiento, ocupando así la posición de agente de su salud.  

Al firmar un consentimiento informado para aceptar un tratamiento farmacológico o quirúrgico,  se da importancia a un trámite (que salvaguarda judicialmente al sanitario). Con ese trámite la atención del sufriente se desvía de su sufrimiento y en consecuencia se le desconcentra de su propio cuidado. 

______________
*José Lázaro, Profesor de Historia y Teoría de la Medicina. Departamento de Psicología. Facultad de Medicina. Universidad Autónoma de Madrid.
Diego Gracia, Catedrático de Historia de la Medicina. Facultad de Medicina. Universidad Complutense de Madrid.
** Diccionario de la Real Academia Española

miércoles, 11 de junio de 2014

EL DISCURSO MEDICO

                                      El  DISCURSO MEDICO
En el discurso del Amo, en la Antigüedad  el amo eran los dioses, recordemos a  Esculapio  dios de la medicina griega y  a su homólogo romano Apolo .Los remedios estaban en relación a un saber divino, también fue así  en el antiguo Egipto. El inicio de la medicina científica se centra en la aparición en Grecia de una figura histórica excepcional símbolo del médico ideal: Hipócrates. El creó un método de aprendizaje  que consistía en apoyarse en la experiencia, observando cuidadosamente al paciente, interrogándole, conociendo sus costumbres y la forma como habían repercutido en su salud y explorándolo cuidadosamente. Fue el primero en analizar los errores como la mejor forma de aprender y adquirir experiencias en el diagnóstico de las enfermedades. Separó la  práctica de la medicina de la magia y también de la filosofía. Sus estudios intentaban huir de lo irracional, de lo mágico o divino, buscaban una racionalidad, la  descripción de los hechos lo más objetivo posible, la descripción de la patología y de la fisiología lo más alejado posible de la confusión o ambigüedad que introduce el lenguaje. Galeno siguió la escuela de Hipócrates y sus enseñanzas se mantuvieron durante siglos. Progresivamente la medicina fue desarrollándose con el estudio de la anatomía en cadáveres, incorporando los  logros de la química, la física etc. Pero el gran cambio se produce en los dos últimos siglos con el espectacular crecimiento de la tecnología. La medicina se nutre de tecnología, y algunas especialidades son hoy casi una ingeniería.

Así pues  en el siglo XIX  se sientan las bases de la medicina  contemporánea y se constituye el objeto del discurso médico: la enfermedad. El cuerpo  susceptible de ser pesado, medido, diseccionado, incluso susceptible de experimentar en él, es el cuerpo enfermo y la enfermedad el objeto. El discurso médico se constituye, de entrada como un saber sobre la patología y no sobre el enfermo, esto lleva consigo la exclusión del sujeto.

Los discursos  delimitan posiciones y distribuyen lugares, el discurso médico  los fija en el par médico-paciente. Pero no siempre  dos hacen pareja, el par medico-paciente en principio lo sería ya que en teoría los articula el síntoma, sin embargo  no está muy clara hoy esta articulación, ya que el síntoma médico  es algo objetivado, algo que no tiene mucho que ver con ninguno de los dos, y es a eliminar y eso  no hace sintomática la relación. ¿Qué pareja es esta entonces o qué par?

 Del lado del médico él  debe mantener el funcionamiento de los aparatos del organismo   usando todo lo que la  tecnociencia ha puesto en el mercado  a disposición del público  .No  sólo es que el médico pueda recurrir a un  medicamento o técnica, es que esos productos-ingentes-son un derecho de los pacientes que el médico debe suministrar y poner a prueba, cada día. Los avances tecnológicos han desplazado la medicina del enfermo a la enfermedad,  y se ha ido sustituyendo el acto médico por el acto técnico. Se ha pasado de ejercer la medicina a gestionar la consulta.

 Los efectos del discurso de la ciencia han afectado la vida y han aparecido nuevos sujetos con nuevas presentaciones de los viejos males, y algunos nuevos males .El médico es también sujeto de su época,  mirar el ordenador en lugar del paciente es habitual en las consultas, lo escrito en el ordenador  sustituye a lo que dice el paciente porque de inmediato está sintetizado y codificado en la mayoría de los casos y se pierde algo de la enunciación, esto ha objetivado aún más al paciente en estos últimos años de la informatización masiva de la sanidad. El lenguaje está cada vez más al servicio de la trasmisión de datos sobre el organismo y alejado de cualquier relación al cuerpo.  
 Acoger una demanda fueron los inicios de la medicina, hoy eso no es así   exactamente.

 Por el hecho de hablarle a Otro decimos que se está en la demanda y en su más allá que es el deseo. Dicho de otro modo,  cuando el paciente le cuenta al médico su dolor está queriendo algo más allá que un objeto que le elimine ese dolor, también quiere que le elimine ese dolor pero no sólo. En ese no sólo se trataría de escuchar y acoger ese malestar. Si el médico se responsabilizara de sostener una demanda podría producirse ese pasaje de la queja sobre el organismo a lo real del goce del cuerpo, y se evidenciaría la distancia que hay entre lo que pide y lo que quiere el paciente. Pero el médico no  responde con la escucha   sino a la petición  de lo que cree que el paciente necesita y lo hace con un objeto porque él tiene, uno pide y otro da y en esa dialéctica queda algo que no se satisface, porque no es eso y seguirá la petición y otro objeto para dar y otro etc.

El paciente, más bien los usuarios, las personas, tienen derecho a la salud, es un derecho universal, somos todos pacientes más que sujetos porque el concepto de salud se ha ampliado, es una cuestión de pedir, reclamar, solicitar  eso a lo que se tiene derecho para ser feliz y que se supone el médico tiene   y  es muy eficaz.  Y  el médico tiene muchos recursos, medicamentos cada vez más sofisticados, pruebas físicas, analíticas, técnicas de imagen etc que le ofrece al paciente según el protocolo correspondiente al diagnóstico hecho habitualmente en base a los códigos aproximativos de las bases de datos en este momento electrónicas. Naturalmente todo está validado, como no podía ser menos, estadísticamente. Pero  esta protocolización ataca la transferencia porque ataca lo singular necesario para que se establezca. La transferencia surge por el hecho de hablarle a otro de quien creemos sabe lo que nos pasa, pero es difícil cuando el saber son conocimientos recogidos en protocolos universalizantes. Está dañada la transferencia y esto afecta al tratamiento, porque si no hay transferencia no hay lazo sintomático no hay pareja médico-paciente,  son un equipo más bien facultativo y usuario. EL tratamiento incluso de una amigdalitis es más curativo si hay transferencia con el médico.  

Algunos pacientes hacen objeción a esta protocolización. Hace pocos días consultando a una paciente veo que le hacen muchos controles por una diabetes tipo 2 bien controlada y lo comento y dice bueno sí ya sé que no es lo habitual no es el protocolo así, pero a mí mi médico me hace más a menudo y  repitió varias veces eso de a mí me hace otra cosa, a mí me distingue. También hacen objeción  los cada vez más frecuentes pacientes con “ataques de ansiedad”, los vértigos sin causa conocida después de estudios variados, lumbalgias, parestesias etc repetitivos a pesar de la medicación y  a pesar de terapias en salud mental donde han sido enviados por sus médicos de familia o psiquiatras pero donde la modificación de conducta, las técnicas de relajación u otras técnicas  intentan eliminar el síntoma esta vez “psicológico” ,siguiendo el modelo médico del para todos igual.   También podría decirse que objetan la  protocolización  muchas (no en todos los casos) de las cada  vez más  diagnosticadas, “Demencias” en las que no se encuentra causa orgánica y que son resistentes a la medicación.

Sin embargo la autoridad del médico ha sido desplazada por la  ciencia y  un diagnóstico hecho por la historia y exploración clínicas con todo el rigor posible al paciente no le sirve, al médico tampoco  en general, quiere que se le vea con el TAC, la resonancia etc y la medicina  actual es   muy eficaz en diagnosticar y tratar infecciones, fracturas , inflamaciones y otros procesos, afortunadamente porque si tenemos un cólico biliar por ejemplo, queremos que nos quiten el dolor y rápido y todos estamos de acuerdo en ello. Pero al lado del organismo enfermo está el sujeto que sufre, en el mismo paciente o en otros y es otra lógica que convive, dos racionalidades diferentes: La racionalidad objetiva del organismo y el sujeto que lo es   del lenguaje y es otra lógica racional, lógica del lenguaje que afecta al cuerpo y lo marca, marca de goce  que no podrá medirse ni pesarse, ni encuadrarse en test, ni masajearse…El goce es propio de los seres que hablan, por el hecho de hacerlo vienen a estar afectados de una pérdida, pérdida de goce.  .El significante, el lenguaje nos separa del cuerpo y nos lo da, paradojicamente, por el lenguaje tenemos un cuerpo que no un organismo. El goce sólo puede cernirse hablando de él y esto es difícil hoy en que el lenguaje se está relegando a la sola tarea de transmitir información.  Ante este   goce desestabilizador los discursos ofrecen representaciones tranquilizadoras que lo ordenan y este es el concepto preciso de discurso para el psicoanálisis. Entre las primeras indicaciones de Lacan respecto al discurso está su implicación con el goce. Los discursos limitan el goce y posibilitan así el lazo social, son el lazo social.

 Lacan desarrolla en el Sem XVII “El reverso del psicoanálisis“la lógica de los cuatro discursos, el  del Amo, de la Histeria, el Universitario y el del Analista. En cada discurso  hay cuatro lugares el del agente o amo a continuación el del saber debajo de este el de la producción y debajo del  amo el de la verdad.  El discurso del Amo es el que encarnaría el discurso médico.  El discurso  del Amo es ese donde el significante amo S1 ocupa el lugar dominante, lugar que determina el discurso. El amo, según Lacan es aquel que está interesado en que las cosas funcionen, es el discurso del poder. El poder es el del lenguaje, el orden del lenguaje es lo que determina todo. El discurso del Amo aporta significantes que sirven al sujeto para manejarse con sus malestares, con el goce, con los otros y con el mundo. Entre los significantes que ofrece el discurso médico hay uno privilegiado, omnipresente y no omnipotente aunque se pretende, la salud.   

Quedó muy lejos esa definición de salud como el silencio de los órganos. Hoy ese concepto está  más bien en relación al bienestar a todos los niveles, del cuerpo, familiar, laboral, sentimental, social, económico y algún otro malestar que se nos pueda ocurrir. Alrededor de este significante se organizan una gran industria, costumbres nuevas, organizaciones nuevas, relaciones nuevas, nuevas profesiones y  cambios en los contenidos de algunos estudios universitarios. Ha contribuido también a la desresponsabilización  del sujeto en lo que le pasa y un desplazamiento hacia el discurso médico de  cuestiones de la vida cotidiana. Ha inundado la vida este significante, así la salud está en los pies para vender zapatos, la salud está en la piel, la salud está en la boca, la salud es la felicidad, es la alegría, es llevarse bien con el jefe, “la salud es disfrutar del arte” he leído esta mañana.

Para Lacan el amo, es aquel que está interesado en que las cosas funcionen, es el discurso del poder. En este sentido el discurso médico, con el S1 en posición de amo funciona de maravilla.

Hay pues el lugar de amo ocupado por la salud como S1 pero hay otros, tres lugares en el discurso el lugar del saber S2 debajo del cual está el objeto que para la medicina es la enfermedad  y el cuarto lugar el de la verdad debajo  de S1 que oculta al sujeto del lenguaje.

Los discursos circulan. En la actualidad  puede verse  al discurso médico  en el discurso del amo moderno que es el del capital, ya que el S1 ,la salud se ha convertido en un ideal universal, que como tal   no limita el goce, no fija en una identificación al sujeto, sino que funciona como imperativo a más, más goce sin detención .El Sujeto dividido estaría en posición de amo (sin posibilidad de identificarse al S1 ya que es un imperativo, está a la deriva ) el S2 en el saber el objeto en el de la producción y el S1 en el de la verdad que no puede ser dicha toda. Pero aquí  en este lugar no mueve a decir más a producir saber sobre el goce, sino a gozar, a consumir más y más salud que es lo mismo que más y más objetos sanantes o salutíferos en ese intento de todo curable, todo posible.

Tal vez al discurso médico podría interesarle más el discurso de la histeria, en él es el sujeto dividido quién está en posición de amo de agente, en posición de saber está el S1, en el lugar del objeto el S2 y el objeto en el lugar de la verdad. Si el médico se sitúa en la escucha de la demanda es posible la  intervención que de paso al cambio del discurso del amo al de la histeria y aparezca la pregunta por la causa de lo que le pasa, que el sujeto se vea  implicado en su sufrimiento. Si la posición del médico, como tal, no como científico es situarse en el límite de la demanda, este discurso sería al que podría  llegar el paciente y la posibilidad o no  de analizarse después  y ese sería otro discurso y en otro lugar.

Liana Velado.


    

   

miércoles, 4 de junio de 2014

LIBRO QUE RECOMENDAMOS:LA PERDIDA DEL HUMANO

 
EL MODO EN QUE SE TRATA EL SUFRIMIENTO, LA ENFERMEDAD Y LA DIFERENCIA.
La pérdida del humano
es una reflexión sobre la visión que nuestra época tiene del ser humano y su felicidad, así como del modo en que a partir de dicha visión se trata el sufrimiento, la enfermedad y la diferencia.
Tomando como eje diversas fuentes tanto literarias como filosóficas, antropológicas o psicoanalíticas, se despliega una idea del humano como ser de lenguaje y se cuestiona tanto el reduccionismo como el cientificismo contemporáneo.
Se analiza también el modo en que la actual biomedicina entiende la enfermedad y la relación clínica, planteando algunas críticas y alternativas que muestran los límites del enfoque biomédico contemporáneo.
Por último, se cuestiona la idea de normalidad, la pretensión de la reinserción generalizada así como el ideal de un bien universal. Lo propiamente humano es la singularidad, algo que nuestra época pierde de vista en su tendencia hacia la homogeneización.
Es un texto orientado fundamentalmente a quienes trabajan con personas: sanitarios, educadores, trabajadores de lo psicológico y lo social. Es un intento de continuar pensando sobre lo fundamental: esa extraña realidad que es el ser humano.
isbn 978-84-15495-45-1 - Ensayo - 15x21 cm. - 224 págs.