ENTREVISTA CON PETER C. GØTZSCHE
"La industria
farmacéutica es muy rica y ha corrompido los sistemas de salud"
Pe
os del Lince)
Cuando un
científico se atreve a criticar a la industria farmacéutica, enseguida se le
critica porque no la conoce bien. Pero al médico danés Peter C.
Gøtzsche es difícil pillarle por este flanco. Durante 30 años,
Gøtzsche ha trabajado en ensayos clínicos y regulación de medicamentos para
varias farmacéuticas y ha publicado más de setenta artículos científicos en
las Big Five, las cinco principales revistas científicas. Y es
por esto por lo que afirma con rotundidad que la industria farmacéutica está
corrompida hasta la médula, extorsiona a médicos y políticos, y mantiene
enormes beneficios a fuerza de medicar innecesariamente a la población.
Su nuevo libro, Medicamentos
que matan y crimen organizado (Los libros del lince), ha
causado una enorme polémica y ha desatado la ira de la industria, a la
que Gøtzsche acusa de propagar mentiras sobre su investigación. El doctor
ha atendido a El Confidencial en una extensa entrevista en la
que no deja títere con cabeza.
PREGUNTA. Hace unas semanas
entrevistamos al psiquiatra Allen Frances. Nos dijo, literalmente, que la industria farmacéutica
está causando más muertes que los cárteles de la droga. Usted
opina lo mismo. Cuando se publicó la entrevista muchos lectores se quejaron
porque les parecía una aseveración exagerada. ¿Por qué cree que no lo es?
RESPUESTA. Decir
la verdad no puede ser una exageración. En mi libro documento que el consumo de
medicamentos con receta es la tercera causa de muerte tras las enfermedades
cardiovasculares y el cáncer. En Estados Unidos, por ejemplo, la prescripción
de medicamentos causa cerca de 200.000 defunciones todos los años. Así que está
claro que la industria farmacéutica está causando bastante más muertes que los
cárteles de la droga.
P.: Richard Smith, médico y
exdirector del British Medical Journal, asegura en el prólogo de su
libro que los médicos acabarán cayendo en desgracia ante la opinión pública,
como ya ha ocurrido con periodistas, diputados y banqueros, por no haber
sido capaces de ver hasta qué punto han aceptado la corrupción.
R.: La
industria farmacéutica es inmensamente rica y poderosa, y ha corrompido los
sistemas de salud de una forma extraordinaria. Es una corrupción de largo
alcance. Todo el proceso por el que nuestros medicamentos son investigados,
aprobados y recetados ha sido corrompido. Esto implica manipular los datos
científicos, pero también comprar a casi cualquier persona que pueda tener
influencia en el sistema, incluidos los ministros de salud. En mi país, por
ejemplo, sólo hay en torno a 20.000 médicos, pero miles de ellos cobran nóminas
de la industria por cumplir funciones discutibles como sentarse en consejos
asesores o ser consultores, en muchos casos sin aportar ningún servicio
tangible a cambio del dinero. Esta es una forma aceptada y generalizada de
corrupción sutil pues, como sabe cualquier médico, el dinero dejaría de fluir
si no actuaran en interés de sus benefactores.
P.: Para la mayoría de la población,
es difícil creer que muchos de los fármacos que tomamos causan más problemas
que beneficios. ¿Es algo que podemos afirmar de muchos medicamentos?
R.: Es verdad
que muchos de los medicamentos que la gente toma causan más daños que
beneficios. Sabemos muy poco sobre la utilidad real de los medicamentos, ya que
la práctica totalidad de los ensayos controlados con placebo son desarrollados
por la industria farmacéutica, que tiene un tremendo conflicto de intereses. La
industria exagera los beneficios y oculta los daños de los medicamentos en la
publicación de los ensayos clínicos. Muchos de los fármacos que tomamos ni
siquiera tienen efectos; simplemente parece que han tenido un efecto en los ensayos
avalados por la industria, pero esto sucede normalmente porque los ensayos no
se han 'cegado' de forma efectiva, y en ese caso tanto los pacientes como
los médicos tienden a exagerar los efectos subjetivos de los medicamentos de
forma substancial.
No hay duda de que las personas
con trastornos psiquiátricos están siendo sobremedicadas de forma masiva
P.: ¿Hay fármacos que se utilizan en
la práctica médica que no cuentan con ninguna justificación científica válida?
R.: Creo que
los fármacos anticolinérgicos para la incontinencia urinaria y los medicamentos
antidemencia no tienen un efecto real, y lo que se midió en los ensayos
clínicos está sesgado porque el cegamiento fue insuficiente. Un área
particularmente problemática es la de las drogas psiquiátricas. La falta de un
cegamiento efectivo en los ensayos conlleva, por ejemplo, que sea dudosa la
efectividad real de los antidepresivos para tratar la depresión; probablemente
ni siquiera funcionan para tratar la depresión clínica. En cualquier caso, no
hay duda de que las personas con trastornos psiquiátricos están siendo
sobremedicadas de forma masiva. Sabemos que los antipsicóticos causan daños
cerebrales, pero probablemente también los antidepresivos y los medicamentos
para tratar el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
P.: Lo que ha ocurrido en España con
el Sofosbuvir, el medicamento de última generación que cura la mayoría de casos
de hepatitis C es, según el farmacólogo Joan-Ramón Laporte (que prologa la
edición española de su libro), un claro ejemplo del comportamiento en ocasiones
indignante de la industria farmacéutica. El pasado 1 de octubre la ministra da
Salud española anunció que el Gobierno había llegado a un acuerdo con la
farmacéutica Gilead para incluir el fármaco en la financiación pública. Nadie
sabe exactamente cuánto va a costar, pero quizás sean más de 125 millones de
euros durante el primer año de comercialización. ¿Están las farmacéuticas
chantajeando a los Gobiernos?
R.: El caso del
Sofosbuvir es sólo uno de los más recientes ejemplos de la forma en que las
compañías farmacéuticas extorsionan a la sociedad. Gran parte de la
investigación que permite el desarrollo de nuevos fármacos ha sido financiada
por el dinero de los ciudadanos, que pagan las nóminas de los investigadores
públicos. Si un medicamento es considerado un gran avance, la norma es que la
compañía farmacéutica que se hace cargo del desarrollo de ésta cobre un precio
obsceno, abusando de ese modo el monopolio que la sociedad le ha otorgado. El
precio de un nuevo fármaco no tiene nada que ver con sus costes de desarrollo,
pero depende por completo de cuánto estemos dispuestos a pagar por él. Es un
tipo de extorsión que no es muy distinta del tipo de chantaje que ejercen los
piratas en Somalia cuando abordan barcos y toman rehenes. En ambos casos, puede
ser una cuestión de vida o muerte, y es puede ser muy difícil para los
políticos negarse a pagar los medicamentos cuando los periodistas ponen a
pacientes a llorar en la televisión nacional.
Gregg H. Alton, vicepresidente
ejecutivo de Gilead, ganó en 2010 un salario de 4 millones de dólares.
(Reuters)
P.: Uno de los argumentos más
utilizados por la industria farmacéutica para defenderse de las críticas es que
sin su inversión en investigación no tendríamos los medicamentos que tenemos.
¿Es cierto?
R.: En mi libro
desacredito este argumento, que, lamentablemente, es ampliamente aceptado entre
médicos y políticos. ¿Aquellos que se creen esto estarían dispuestos a pagar
veinte veces más por su nuevo coche sólo porque el vendedor les dice que
por hacerlo tendrán mejores coches en el futuro? La situación es del todo
absurda. Normalmente, las empresas dicen: “Si no gastáramos nuestro dinero en
investigación, moriríamos”. Pero las compañías farmacéuticas lo que dicen es:
“Si no tenemos vuestro dinero para gastarlo en investigación, vosotros
moriréis”. Sólo los líderes religiosos son más listos que ellos, pues prometen
que seremos recompensados tras la muerte, lo que hace que sea completamente
imposible quejarse.
Los beneficios de las
farmacéuticas se han disparado en la última década; y al mismo tiempo la
innovación se ha estancado
Empíricamente
se ha demostrado que este argumento no se sostiene. Los beneficios de las
farmacéuticas se han disparado en la última década, y al mismo tiempo la
innovación se ha estancado. En definitiva, el capitalismo y el cuidado de la
salud son malos compañeros de cama. Nuestras sociedades deben tomar el control
sobre el desarrollo y la venta de medicamentos, lo que garantizaría que tuviéramos
los medicamentos a precios que incluso los países en desarrollo podrían
permitirse.
P.: Muchos médicos e investigadores
conocen a la perfección lo que está haciendo la industria farmacéutica, pero se
niegan a hablar porque, después de todo, su trabajo depende de ellas. ¿Hay
miedo entre los profesionales a criticar a las farmacéuticas?
R.: La
situación en la que estamos ahora es similar a la que vive un pueblo cuando ha
permitido a la mafia ser tan poderosa que ha logrado comprar a todo el mundo, incluidos
los políticos, el alcalde y la policía. En una situación así es increíblemente
difícil dar marcha atrás. Esto es lo que está pasando ahora con la industria
farmacéutica, que ha comprado a muchos doctores clave, que son líderes de
opinión. Hay casos de médicos que han perdido su trabajo por criticar a la
industria, porque la farmacéutica en cuestión había comprado ya a sus
superiores. Esto es lo mismo que hace la mafia cuando se carga a un oficial de
policía que hace demasiado bien su trabajo.
P.: La manipulación que ha realizado
la industria farmacéutica de muchos estudios científicos ha hecho que mucha
gente niegue la veracidad de los estudios científicos en general. Esto es muy
peligroso. ¿Crees que podemos poner en duda la mayoría de la investigación en
medicina?
R.: No creo que
sea peligroso que la gente no se crea los estudios científicos sobre
medicamentos. Es muy saludable que sean escépticos teniendo en cuenta que
nuestros fármacos son la tercera causa de muerte. La gente debería tomar
muchísimos menos medicamentos de los que toma. He estado trabajando en estos 30
años y he visto serias manipulaciones y trampas en todas las áreas de la
medicina por razones comerciales. Esto es por lo que los científicos que
colaboran con la industria en los ensayos clínicos casi nunca tienen acceso a
todos los datos en bruto para que pueden analizaros por ellos mismos. Si esto
fuera posible, tendríamos la oportunidad de revelar gran parte del fraude.
P.: Muy a menudo, las personas que
critican a la industria farmacéutica mezclan sus argumentos con teorías
pseudocientíficas. Es el caso, por ejemplo, de los movimientos antivacunación.
¿Tendemos a mezclar churras con merinas?
R.: Algunos
practicantes de medicina alternativa o defensores de las campañas
antivacunación asumen que soy uno de ellos porque critico a la industria
farmacéutica. Desde luego no es el caso. La mayoría de nuestras vacunas salvan
vidas y el principal efecto de la medicina alternativa es vaciar los bolsillos
de la gente, muy pocas de ellas tienen siquiera algún efecto.
P.: Normalmente hablamos de la
industria farmacéutica como un todo. ¿Hay alguna compañía que sea mejor que
otra? ¿No hay un solo CEO de las farmacéuticas que tenga ética?
R.: Cuando el crimen renta se
genera más crimen. Esto es exactamente lo que estamos viendo. Los crímenes de
la industria farmacéutica, que están entre los peores de todas las industrias,
se han incrementado en los últimos años. He sido incapaz de encontrar una sola
compañía cuyo CEO tenga sentido de la moral. Lo único que importa es el dinero
y los CEO saben perfectamente que su falta de ética conduce a muchas muertes
innecesarias. El criminólogo John Braithwaite, que ha
entrevistado a muchos CEO para elaborar su libro sobre el crimen organizado en
la industria farmacéutica, los llama "bastardos despiadados".
Los pacientes deben darse cuenta
de que prácticamente todo lo que un médico sabe sobre los medicamentos ha sido
cuidadosamente preparado por la industria farmacéutica
P.: En los últimos años se han
publicado varios libros en los que se critica ferozmente las prácticas de la
industria farmacéutica (como Mala Farma de Ben Goldacre o ¿Somos
todos enfermos mentales? de Allen Frances). ¿Algo está cambiando?
¿Vamos a ver un cambio en la regulación de la práctica de las farmacéuticas?
R.:
Desafortunadamente, la industria farmacéutica es tan poderosa que es tarde para
esperar ningún cambio importante en los reguladores y en la forma en que
nuestros políticos entienden su funcionamiento. Hay esperanza, sin embargo,
porque nuestros ciudadanos no son tan tontos, ingenios y oportunistas como
nuestros políticos. He escrito este libro porque estoy enfadado y quiero que se
enfade más gente para decir que ya hemos tenido bastante, así que a lo mejor
podemos introducir cambios radicales en la forma en que desarrollamos,
investigamos, comercializamos y tomamos medicamentos.
P.: ¿Qué pueden hacer los ciudadanos
para ayudar a revertir esta situación?
R.: Lo primero,
y más importante, es que los pacientes tomen el mando de sus propias vidas, por
ejemplo, descargando en internet el prospecto cuando un médico le ha recetado
un medicamento. Si lo leen atentamente, probablemente sabrán mucho más sobre el
fármaco que su propio médico. Entonces, quizás, todos los peligros,
precauciones y advertencias harán que se planteen que quizás es mejor no tomar
ese fármaco en particular. Los pacientes deben darse cuenta de que
prácticamente todo lo que un médico sabe sobre los medicamentos ha sido
cuidadosamente preparado por la industria farmacéutica. Y es más, el médico
quizás tiene un interés lucrativo personal en recetarte un fármaco que es
mucho más caro que otro que es igual de bueno, porque el soborno a los
médicos es común.
Las
organizaciones de pacientes y las de médicos no deberían aceptar dinero de la
industria farmacéutica. Deberían preguntarse si les parece éticamente aceptable
recibir dinero que ha sido ganado en parte por crímenes que han dañado e
incluso matado a muchos pacientes. Y los médicos tienen que negarse a recibir
visitantes médicos, porque esto conduce al a prescripción irracional y un gran
daño, incluyendo muertes innecesarias.