lunes, 16 de diciembre de 2013

EL PRIMER ENCUENTRO CON EL MEDICO.

Iniciamos con este texto de Vicente Palomera la publicación de las intervenciones de las II Jornadas de la Red Psicoanálisis y Medicina.
Vicente PALOMERA
Me propuse desarrollar con ustedes el tema del primer encuentro con el médico a la luz de lo que el psicoanálisis nos enseña.
Toda consulta con un médico debemos situarla en una serie cuyas raíces se hunden en las confusas nieblas de la infancia. En verdad, el médico se inscribe en esa serie de figuras de autoridad que han marcado al sujeto, como los padres y los maestros. Cada vez que se consulta al médico se produce una ruptura motivada por la incertidumbre y la ignorancia que esta conlleva, aunque está investida con los afectos de aquella historia de encuentros precedentes.
Lo que en toda consulta se pone en juego es la compleja relación que cada ser humano mantiene con su cuerpo y con aquel al que confía su cuerpo. En el “Prefacio” a un libro de Maud Mannoni La primera entrevista con el psicoanalista[1], F. Dolto relata una primera entrevista con un niño de 3 años:
–“Me duele la cabeza” . Los padres se habían dirigido a la psicoanalista porque era imposible llevarlo al jardín de infantes, donde se quejaba todo el tiempo de su dolor de cabeza; parecía enfermo, pasivo y lleno de miedos. Además, padecía de insomnio, del que su médico no encontraba causas orgánicas. El niño repite el soliloquio y F. Dolto le pregunta:
–“¿Quién dice eso?” Mientras, él, con un tono quejumbroso, repetía: “Me duele la cabeza”.
–¿Dónde? Muéstrame dónde te duele la cabeza. –Nunca se lo habían preguntado.
–Aquí. –Y señaló el muslo, cerca de la ingle.
–¿Y ahí, qué cabeza es?
–La de mamá. –Como ustedes pueden imaginar, esta respuesta causó estupefacción en los padres allí presentes.

Este niño era hijo único de una madre aquejada de dolores de cabeza psicosomáticos, sobreprotegida por un marido que la adoraba, veinticinco años mayor que ella. Aunque no sabemos nada sobre la primera vez que empezó a decir “me duele la cabeza”, si sabemos que el niño empezó a significar de este modo su neurosis y su fobia, mediante una provocación con la que pedía ser sobreprotegido.
Este ejemplo nos hace ver que puede significar “gozar de un cuerpo, de un cuerpo que simboliza el Otro y que permite establecer otra forma de sustancia, la sustancia gozante. Como lo señala Lacan, el cuerpo "no se caracteriza simplemente por la dimensión de la extensión: un cuerpo es algo que está hecho para gozar, gozar de sí mismo"[2] .
« La tripita me hace tic-tac »
Hablé en otra ocasión del tratamiento de una mujer que estaba afectada por una faringo-laringitis crónica[3] que le había causado muchos problemas en su carrera profesional debido a la disfonía. Tenía antecedentes de rinitis alérgica y de asma bronquial. Los tratamientos médicos no habían tenido ningún resultado. Había seguido tratamientos prolongados de corticoides por inhalación. Los médicos que había consultado no pudieron atribuir a una alergia su patología faríngea y su rinitis. Al contarme que ella había rehusado una endoscopia me interesé por las circunstancias de dicho rechazo. Le pedí entonces si recordaba la primera consulta a un médico en su vida. Y ella recordó y me habló de las coordenadas de su primer encuentro con el medico. La habían llevaron los padres inquietos a causa de un acontecimiento, unas sensaciones vividas en su cuerpo que ella había expresado así: “La tripita me hace tic-tac” o, también, “tengo una tripita suelta”. Cuando lo sintió la primera vez fu satisfactorio, pero las sensaciones acabaron por asustarla. Ignorando el sentido erótico de éstas sensaciones, pudo creerse “enferma” y al atraer la atención de su madre hacia esta zona de sus vías genitales de una manera vaga, provocó las inquietudes de ésta, que con sus preguntas indujo a la niña a contraer enfermedades psicosomáticas reales. El curso del análisis le permitió leer en ese síntoma que, en verdad, esa niña que ella era estaba enferma de amor. Padres y médicos buscaban en vano la causa orgánica que una vez curada haría cesar el síntoma erógeno que se había vuelto patógeno, en signos que se tomaban por síntomas orgánicos. ¡Cuántas de las llamadas cistitis, de las llamadas apendicitis, o irritaciones vulvares, son traducciones somáticas de estos afectos ocultos! En verdad, no comprendiendo la naturaleza de estas sensaciones, esta mujer hizo de sus padres unas marionetas angustiadas, y el médico siguió buscando en vano la causa orgánica. Los padres la llevaron a otros médicos que la volvieron aún más enferma. En la primera entrevista le pedí que me explicara bien ese primer encuentro con el médico y recordará con nitidez los exámenes de garganta, del gran cuidado que ella tenía para evitar que la espátula aséptica que el médico le introdujo la lengua.   introducr encuentro con el men  la boca no tocara la lengua. El rechazo de la endoscopia apareció bajo una nueva luz.
Una interpretación mía sobre el desplazamiento “de abajo a arriba” de las sensaciones vaginales a la garganta atenuaron su faringitis y sus enfermedades y abrió el síntoma al trabajo analítico, lo que permitió interrogarse e interrogar al Otro sobre la facticidad de su existencia y su sexuación, a saber: ahí donde el viviente no está inscrito en lo simbólico y que por lo tanto desbroza el campo para el  trauma. Este encuentro con el goce es un shock en el que el sujeto se encuentra siempre tomado por sorpresa. Este goce se presenta siempre como inasimilable al significante, como “separado de todo sentido”. Los síntomas de esta joven mujer eran la expresión de los que desde el interior del cuerpo la atormentaba
Resumamos:
1)    El goce se presenta siempre como “una propiedad del cuerpo viviente”[4] El cuerpo no se caracteriza simplemente por la dimensión de la extensión: un cuerpo es algo que está hecho para gozar, gozar de sí mismo.
2)    El sujeto siempre está solo con el goce sentido en su cuerpo (es goce del Uno, es decir, sin el Otro).
3)    En el encuentro con el goce, el sujeto se encuentra siempre tomado por sorpresa.
4)    Se le presenta siempre como inasimilable al significante, como fundamentalmente “separado de todo sentido”[5].
5)    Le aparece como algo extranjero, exterior. Lacan dice que el goce ex–siste al sujeto para acentuar la idea de que se presenta siempre en una dimensión de exterioridad en un párrafo donde describe la angustia que siente el pequeño Hans cuando se encuentra confrontado por la primera vez a su erección: La angustia no es sino miedo al cuerpo. La angustia es lo que, del interior del cuerpo, ex–siste cuando algo lo despierta, lo atormenta.

Cuando Lacan toma la fobia del pequeño Hans señala que precisamente: “Si se precipita en la fobia, es para dar cuerpo (…) al embarazo que tiene del falo, a este goce que vino a asociarse a su cuerpo”, pero podríamos poner en la serie a la niña de nuestro caso con su vientre que se movía, la pieza suelta se separó para “disfuncionar”, carente de función, o que no tenía otra función que la de trabar las otras funciones del cuerpo. Esa pieza suelta se le presentó como traumática, es decir, pensó que pertenecía al exterior del cuerpo, una experiencia fuera de sentido, es decir, una experiencia de goce en el sentido de un encuentro con un real inasimilable.







[1] Mannoni, M., La primera entrevista con el psicoanalista, Gedisa, Barcelona, 1979, pp. 16-17
[2] Lacan, J., “Psicoanalisis y medicina”, en Intervenciones y textos, Manantial, Bs.As. p. 92. Conviene destacar en este punto que la llamada "falla epistemo-somática" a la que se refiere Lacan, es decir, que la "extensión cada vez más eficaz de nuestros procedimientos de intervención en lo concerniente al cuerpo humano en base a los progresos científicos", la idea de una aprehensión purificada del cuerpo en la simple dimensión de la extensión implica una forclusión de la dimensión del goce.
[4] Lacan, J., Seminario XX, Aun, p. 32: “¿no es esto lo que supone propiamente la experiencia psicoanalítica?: la sustancia del cuerpo, a condición de que se defina sólo por lo que se goza. Propiedad del cuerpo viviente sin duda, pero no sabemos qué es estar vivo a no ser por esto, que un cuerpo es algo que se goza. No se goza sino corporeizándolo de manera significante. Lo cual implica algo distinto de la parte extra partes de la sustancia extensa”
[5] Miller, J.-A., Los signos del goce, Paidós, sesión 3 junio 1987.

domingo, 8 de diciembre de 2013

“Com escoltem el patiment: ètica de la relació assistencial”

“Com escoltem el patiment: ètica de la relació assistencial”

de Araceli Teixidó
Re-corte de una conversación, por Silvia Grases


El viernes 29 de noviembre se celebra la conferencia, a cargo de Araceli Teixidó, que inaugura oficialmente la apertura del nuevo curso en el CEPmedicina[1] en la sede de la CAMFIC[2] en Barcelona.

Ceres Lotito, psicóloga y psicoanalista miembro de la ELP, y miembro del equipo coordinador del CEPmedicina, presenta el acto, que enmarca bajo la orientación del CEPm de favorecer un diálogo entre profesionales de la medicina, teniendo como eje el manejo de los aspectos relacionales del acto asistencial”.

Àngel Puyol, profesor de ética y de filosofía política en la UAB, codirector del trabajo presentado en la conferencia[3][4], presenta a la conferenciante, y lo hace refiriéndose a su encuentro con el trabajo de Araceli Teixidó... Por mi tarea de coordinación entro y salgo de la sala y sigo el acto de forma entrecortada, pero escucho al profesor Puyol hablar de su propio esfuerzo por entender el planteamiento que Araceli le presentaba como punto de partida de su investigación: cuerpos y mentes van juntas, no se pueden pensar como entidades separadas. Este original planteamiento le interesó, e interesa a la universidad, destaca Àngel Puyol.

Araceli Teixidó, psicóloga y psicoanalista de la ELP, directora del CEPmedicina, desarrolla su trabajo en un hospital sociosanitario. Explica al público que para hablar del tema de hoy ha de hablar de la histeria y remontarse incluso a Hipócrates, si bien tomará el hilo desde el siglo XIX, para hablarnos de Charcot y de dos de sus alumnos privilegiados: Babinsky y Freud. Ellos van a construir dos concepciones diferentes sobre el cuerpo. La de Babinsky estaría cercana al cuerpo entendido como una máquina y se podría afirmar que es la concepción del cuerpo que impera hoy en medicina. La concepción de Freud es la de un cuerpo afectado por el lenguaje, que no puede separarse de este, sino que es fruto de su incidencia. Aquí es donde ella va pisar firme para seguir adelante. El recorrido es largo, intenso, y la conferenciante va avanzando hacia las cuestiones clínicas que implica el planteamiento inicial, introduciendo preguntas y situaciones de su práctica con pacientes, con médicos, con profesionales asistenciales.

El público en la sala escucha atento. Araceli Teixidó acaba su exposición y les da la palabra. La conferenciante da paso a la conversadora. El blico empieza a transformarse en un grupo de participantes activos. Tengo la impresión de que una pregunta flota en el ambiente, es una pregunta que recorre nuestro trabajo en el CEPmedicina: ¿qué queremos los psicoanalistas de los médicos? Al hilo de un ejemplo que ha dado Araceli Teixidó de su práctica, sobre un paciente al que se le tenía que cortar una pierna, una cirujana afirma, rotunda: yo corto piernas. Y extrae una perla: ¿acaso yo puedo hacer algo con el sufrimiento del paciente? Puedo entenderlo, pero, el sufrimiento del paciente, ¿es que no es suyo?, y si ese sufrimiento lo pudiera eliminar, entonces, ¿sería realmente el mismo paciente? ¿no va con el paciente mismo?
Otra médica, del ámbito sociosanitario, interviene para decir que cree que hay un sufrimiento del paciente, y también hay un sufrimiento del médico, y que le parece que se trata de abordar este. Interviene aun otra médica y acupuntora. Queda de espaldas y no oigo bien todo lo que dice, pero sí un “pieza” fundamental: “lo que podemos hacer es reflexionar sobre nuestra práctica. Quedo impresionada por estas articulaciones. Sí, la conversación se está dando. Araceli Teixidó, que ya ha salido hace rato de detrás de la mesa de conferenciante y está de pie, cercana, invitando a que cada participante tome la palabra, apunta: los médicos hacen muchas cosas bien. Pero muchas veces es sin saber por qué lo hacen. Y devuelve la palabra a la sala: decid, decid... Y la conversación sigue, y se continua después en pequeños grupos espontáneos mientras tomamos una copa de cava con “carquinyolis” y “pets de monja”. Comento con alguien que me parece fundamental que podamos escuchar a los médicos, otra persona me dice que lo que los médicos pueden aprender de los psicoanalistas es entender que lo que los pacientes dicen es otra cosa...
Ya recogemos. Miro el reloj, las 21 h., ¡han pasado tres horas! Alguien comenta que hoy el tiempo ha pasado volando...



[1] Centre d’Estudis Psicoanalítics de Medicina, en Barcelona, www.cepmedicina.org
[2] Societat catalana de medicina familiar i comunitària.
[3] Àngel Puyol es, además, miembro del CEA del Hospital Universitari Vall d’Hebron, y director del Departament de Filosofía de la Universitat Autònoma de Barcelona desde el año 2009.
[4] La conferencia de Araceli Teixidó se basa en su trabajo de final del máster “Reptes ètics de la filosofia contemporànea” cursado en la UAB.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

PREPARANDO LAS II JORNADAS (COMENTARIOS DE TEXTOS)

Paco Roca continúa la reflexión iniciada por Javier Peteiro en el correo de asunto Comentarios (4) relativo a la frase enviada hace dos días.
A continuación pueden leer el comentario de Araceli Teixidó a la frase enviada ayer.

Comentario

“La medicina y el arte parten del mismo tronco. Ambos tienen origen en la magia, un sistema basado en la omnipotencia de la palabra. Una fórmula mágica debidamente pronunciada, trae la salud o la muerte, la lluvia o la sequía, eleva los espíritus y revela el porvenir”
Andrzej Szczeklik  “Catarsis”

De nuevo es el comentario de Javier Peteiro el que hace que logre dar forma a la inquietud que me había producido la lectura del párrafo propuesto. Gracias Javier.
En el techo del atrio de mi facultad de medicina está escrito "Ars longa, vita brevis". Siempre he entendido que este "Ars longa", si tomo como referencia la distinción que hace Heidegger en "El origen de la obra de arte" (Cf. Caminos del bosque) entre el saber hacer del artesano y la creación ex nihilo del artista, aludía a este saber hacer del médico que ya desde Hipócrates se fundaba en el uso de la palabra con los pacientes (recordemos las tres preguntas fundamentales con las que, según él, debía empezar toda buena anamnesis: ¿qué le pasa? ¿desde cuándo le pasa? y ¿a qué lo atribuye?).
Aun podría señalar otra diferencia esencial: mientras que la obra de arte cabe colocarla del lado de la metáfora (toda obra de arte narra una historia, incluido el arte abstracto, pretendidamente asemántico), el saber hacer del artesano entiendo que habría que colocarlo del lado de la narración, del lado de la descripción de la realidad mediante el uso de la palabra, realidad que incluye tanto la necesidad, paliada por el objeto fruto del saber hacer del artesano, como los afectos que necesitan ser contados.
¿Dónde nos hemos perdido? En pensar que la naturaleza enmudece cuando la ciencia logra penetrarla con sus leyes, y en creernos que nuestra condición se humanos quedará "penetrada", que se agotará enmudecida cuando se le descubra su "bosón de Higs".
Francesc Roca

Comentario
“Siempre creí que ne me quitte pas, significaba déjame en paz »
Ajo « Micropoemas »
Me parece que la poetisa Ajo evoca dos niveles de la comunicación en este verso. En primer lugar, el del sentido: nunca sabemos qué entiende el otro cuando decimos algo, siempre corresponde al oyente el sentido de lo que se enuncia. Esto tiene su importancia cuando nos referimos a la conversación entre médico y enfermo. El médico tiene el poder de interpretar las palabras del paciente. Pero el enfermo siempre se lleva un mensaje del médico que puede no ser el que el médico cree.
El  otro nivel del verso estaría en su juego de palabras  y en el placer que produce el hablar mismo: el sabor de las palabras en la boca, las cosquillas del decir en el oído. Cuando el paciente encuentra cierto placer en la conversación con el médico, se trama un aspecto de la relación que puede ser crucial aunque parezca banal.
Araceli Teixidó

Si desean seguir los envíos que se han realizado hasta ahora y los comentarios pueden hacerlo en el blog de la Red Psicoanálisis y Medicina http://redpsicoanalisisymedicina.blogspot.com.es/

martes, 5 de noviembre de 2013

PREPARANDO LAS II JORNADAS (COMENTARIOS DE TEXTO)

“La medicina y el arte parten del mismo tronco. Ambos tienen origen en la magia, un sistema basado en la omnipotencia de la palabra. Una fórmula mágica debidamente pronunciada, trae la salud o la muerte, la lluvia o la sequía, eleva los espíritus y revela el porvenir”
Andrzej Szczeklik  “Catarsis”

Comentario

Desde ese origen, que para Szczeklik es pretendidamente común, cosa muy discutible, la Medicina ha bebido de la Ciencia. También el Arte, ya que hay un arte físico, matemático, químico, incluso biológico, y la Ciencia a su vez tiene un fuerte componente estético que ha llegado a dirigir la construcción de teorías físicas.
Esa impregnación científica ha cambiado la mirada de la Medicina y, con ella, el poder de su palabra, que ha pasado del ámbito terapéutico al diagnóstico, porque es ahí donde, aunque sea en forma probabilística, se puede decir algo “científico”. 
La lógica ha de prevalecer sobre la magia, pero la esperanza del paciente (aunque sea médico él mismo) se sustenta en lo simbólico, como tan bien nos recuerda el efecto placebo. No parece deseable una medicina de expertos, sin médicos. Porque ser médico parece ir más allá de un saber científico esencialista sobre el cuerpo. Supone la humildad de aceptar lo simbólico, la capacidad de compasión en sentido auténtico (padecer con) y una esperanza contagiosa en las fuerzas de la vida, que siempre es la de cada uno, aunque se le reconozca como “terminal”, y no una más entre tantas parecidas orgánicamente. En esa perspectiva, la palabra también puede conservar su valor terapéutico, como si fuera mágica todavía.
Javier Peteiro       


domingo, 3 de noviembre de 2013

PREPARANDO LAS II JORNADAS (COMENTARIOS DE LOS TEXTOS)

Hemos recibido cuatro comentarios que pueden leer a continuación: Araceli Fuentes, Javier Peteiro, Elisa Giangaspro y Cristina Domingo nos envían sus reflexiones sobre la cuestión de la presencia del médico.

Comentarios



Un pequeño comentario sobre el texto que nos envía Santiago Castellanos: creo que es muy importante que, como hace Santiago en este caso, el médico pueda respetar la decisión de un sujeto que va a morir, que quiere saber y que tiene derecho a decidir cómo quiere morir. No se trata sólo de la presencia sino del respeto a la decisión de ese sujeto. Creo que no es poco y es fundamental.

Araceli Fuentes



El caso que describe Santiago es especialmente llamativo. Una demanda inhabitual, ya que uno puede pedir la muerte pero no la retirada de la analgesia, incluida en esa totalidad farmacológica a que se alude. El caso, indicando que el enfermo falleció "sin síntoma alguno", resalta que el dolor y el sufrimiento son dos grandes incógnitas para la práctica médica. Hay más. También son enigmáticas las raras regresiones espontáneas de tumores, por ejemplo. Y lo es, en general, entender por qué uno enferma, ya que las relaciones de causalidad en el ámbito etiopatogénico suelen ser opacas.

Situaciones así hacen que la práctica clínica no pueda deslindarse de la personalidad de quien la ejerce ni de la del enfermo. El saber tecno-científico al que se refiere Santiago va íntimamente ligado a lo cuantitativo y es ese propio saber el que se acompaña de la obsesión biométrica que impide ver muchas veces lo que debiera ser más visible, lo cualitativo, lo singular.

Se dice en el párrafo de Szczeklik: "queda la presencia". Puede que baste con eso, incluso con una presencia silenciosa, siendo su falta lo que más se notaría al final. Todos moriremos solos, pero esa soledad radical puede paliarse por una compañía aparente del médico, que no nos librará de irnos muriendo pero que, al menos, será nuestro espectador, el último testigo "aséptico" de que alguien concreto se está yendo.

No es descartable que un sentido se construya precisamente en esos últimos días de la vida en algunas personas. A la hora de la muerte, la mera presencia del médico puede servir para esa construcción.

Dice Santiago que le conmovió esa experiencia que relata. Creo que con ella ha sido a la vez afortunado. Se ha enriquecido y nos ha enriquecido a quienes nos ha hecho partícipes de ella.

Javier Peteiro



Pienso a diferencia de Andrzej Szczeklik que la presencia no es el último deber del médico. El saber estar del médico -allí donde tiene que estar- es algo inherente a su praxis, cualquiera sea la situación que se presente en cada uno de sus actos como médico. Estamos mal preparados para saber estar y mucho más, para saber estar frente a la muerte -que pone en evidencia la finitud de la condición humana- o cuando no nos asiste el saber sabido para ofrecer curación. En un enfermo terminal, como es el que se relata, ¿qué sabemos de su dolor? ¿Qué sabemos a cerca de lo que quiere hacer con ese "su dolor" en el punto final de su ser hablante? Diría que los médicos no sabemos nada. Más aún, que nadie sabe nada, ni siquiera aquel que sabe que va a morirse Porque no hay saber ni imaginario posible sobre esa nada que es la muerte.

Y además, no existe un modo de aprender que no sea el escuchar y acompañar cada caso en el uno por uno. Suspender el saber, el sentido común, la propia experiencia, los protocolos de los cuidados paliativos, las identificaciones, etc es imposible para mí desde una actitud humanista y solidaria -tendríamos nuevamente "café para todos"- y pienso que sólo puede sostenerse la escucha y el saber estar en una escena como la descripta, desde el trabajo sobre el propio inconsciente y sobre el deseo que ha animado a cada uno a ser médico.

Elisa Giangaspro

PREPARANDO LAS II JORNADAS DE LA RED (COMENTARIOS A TEXTOS)

Paco Roca nos envía un comentario que sigue todavía la estela de la frase de Molière:



“Y ha tenido la desvergüenza de decirme que no estoy enfermo”

Molière “El enfermo imaginario”



El comentario de Javier Peteiro me ha evocado la llamada "medicina basada en la evidencia". Evidencia ("prueba" sería la traducción más correcta del inglés "evidence") es un término que pertenece, casi exclusivamente, al ámbito semiológico de la justicia. Quiere ello decir que, según esta medicina, el enfermo, el paciente, o el ciudadano que consulta con un médico es "reo" del juicio de éste quie, por ello, puede limitarse a la identificación de las "pruebas" que sea capaz de encontrar en el paciente para emitir su juicio (diagnóstico) ¿o sería más acertado ahora decir "su sentencia diagnóstica"?

De ahí que, lo que antaño eran pruebas "complementarias" por las que el médico podía confirmar su hipótesis diagnóstica, obtenida de la anamnesis del paciente, es decir, de la escucha del paciente, de su queja o su demanda, y de la "escucha" del cuerpo del paciente, ahora son pruebas que simplemente avalan una sentencia. La salud, al igual que la inocencia, ahora es "presunta" mientras se procura demostrar lo contrario.

Y estirando un poco más el hilo, podemos llegar a decir que el paciente tiene derecho a mentir sobre su enfermedad, a no declararse culpable, a mantener su inocencia (y su salud) para defenderse de la "acusación" diagnóstica del médico.

Parece que Molière nos va quedando lejos.



Paco Roca.



A continuación, el comentario de Javier Peteiro a la frase de ayer:



“¿Qué enfermedad tengo? -, pregunté incorporándome.

El profesor me miró como si yo fuera un objeto, como si ni siquiera hubiera oído mi pregunta, con la atención puesta en otra parte”

Sandor Marai “La hermana”



Desconocía ese texto y a su propio autor, por lo que agradezco especialmente esta entrada.

Al ignorar el contenido del libro, me fijo en esa frase sola, descontextualizada desde la ignorancia del conjunto de la narración.

Alguien se refiere a un profesor, imagino que de Medicina, por el hecho obvio de que pregunta por un diagnóstico. Esa pregunta no se hace hoy de la misma manera. Muchas veces se evita; otras se escucha la respuesta en toda su crudeza sin haber formulado siquiera la cuestión.

Lo que me parece más relevante, en cualquier caso, es esa objetivación del sujeto, de la que éste parece quejarse, y la atención del médico “puesta en otra parte”. Eso se ha consolidado en nuestro tiempo. El avance de la Medicina gracias al conocimiento científico no sólo ha traído beneficios incuestionables en el conocimiento de la enfermedad, en su diagnóstico y tratamiento. También se ha acompañado de una fascinación por lo científico, lo que conlleva un cambio de mirada. La mirada de la Medicina se dirige muchas veces, demasiadas, a lo humano como objeto, que es, además, parcelado (subsisten curiosamente las especialidades anatómicas a pesar de ese avance en el ámbito molecular). El saber de la ciencia, esencialista, contagia a una mirada médica que olvida con frecuencia lo existencial, lo biográfico, a expensas de lo meramente biológico. Y la atención está cada vez más “puesta en otra parte”, en el ordenador generalmente, que muestra una semiología oculta rica en imágenes, analíticas, secuencias genéticas o registros eléctricos.

Se dice con frecuencia que una imagen vale más que mil palabras. En Medicina, no siempre es cierto.

Javier Peteiro



Estáis todos invitados a escribir vuestros comentarios y enviarlos a redpsicoaymed@gmail.com

PREPARANDO LAS II JORNADAS DE LA RED. (COMENTARIOS A TEXTOS)

“Las palabras no bastan, no vienen al caso. Cuando detrás de la puerta yace un enfermo a quien no hay mucho que ofrecer, la mano se retrae instintivamente antes de girar el pomo. Sin embargo, siempre queda una cosa: la presencia. La presencia como muestra de simple solidaridad humana. La presencia: el último deber del médico”

Andrzej Szczeklik “Catarsis”



En el acto médico las palabras tienen importancia y consecuencias. Encontrar las palabras adecuadas en la relación médico-paciente es, además de un imposible, una de las cuestiones más difíciles de la clínica. El médico cuando dispone de un saber técnico-científico puede responder más o menos adecuadamente a la demanda de curación del paciente si la prudencia le acompaña al mismo tiempo en lo que dice. Pero en muchas ocasiones, cuando se trata de intervenir sobre lo real del cuerpo, en la imposibilidad de la cura o sobre un límite en el saber, es fundamental escuchar y acoger el relato del enfermo. Hay momentos en que la presencia, “como muestra simple de solidaridad humana”, tal y como nos dice Andrzej Szczeklik se hace imprescindible.

Hace muchos años me conmovió mucho la experiencia en el tratamiento de un paciente. Tenía 60 años y padecía un cáncer en fase muy avanzada, apenas se levantaba de la cama y su tratamiento tenía como objetivo fundamental aliviar los síntomas en la fase final de su vida.

En una ocasión en que lo visitaba a su casa, me dijo: ¿doctor, cuando me voy a morir? Le contesté que no lo sabía. Me pidió que le retirara toda la medicación, que incluía morfina para el dolor y otros fármacos, habitualmente imprescindibles.

No sabía muy bien qué hacer. Me quedé pensando como responder a esta demanda, nunca me había ocurrido algo parecido. Le aclaré que la retirada de la medicación podía suponer que su situación empeorara, que el dolor fuera muy intenso etc..pero insistió en que le retirara toda la medicación. Finalmente accedí a su demanda acordando una visita diaria para observar la evolución. El paciente falleció tres o cuatro días después sin síntoma alguno. Cada día que acudí a visitarle experimente esa extraña sensación a la que hace referencia la frase que comento. No sabía lo que me iba a encontrar, qué podía hacer más allá de mi presencia y una ligera y discreta conversación. Se despidió de su familia y me dejó una profunda impresión que se mantiene en mi recuerdo.

Santiago Castellanos

jueves, 24 de octubre de 2013

XVI CONGRESO NACIONAL SOBRE EL SIDA

EPPUR SI MUOVE
Ceres Lotito

El 2 de octubre concluyó en Barcelona el XVI Congreso Nacional sobre Sida y la XI International AIDS Impact Conference que se celebraron por primera vez de forma conjunta.
Encuentro que se autodefine como “biomédico y social”, donde a pesar de la fuerte presencia de instituciones que trabajan en primera línea, el monopolio de las presentaciones se reducen a “sesudos” informes de investigaciones médicas, epidemiológicas y conductuales.

En medio de dicho ambiente de trabajo Patrícia Cabré,
coordinadora de actividades de la Fundació Privada Catalana de l’Hemofília (FPCH) y Silvia Grases, responsable del Servicio de Psicología y psicoanalista miembro de la ELP y la AMP, realizaron sendas intervenciones bajo el título “Hemofilia, VIH y Psicoanálisis: 20 años de experiencia”.

Dicha exposición se realizó en el espacio del Simposium: “Nuevos retos en psicología clínica”.
Quisiera destacar el esfuerzo que hay detrás, del haber hecho presente en un foro de este tipo la experiencia de un servicio que lleva 20 años de andadura, orientado por el psicoanálisis lacaniano.
Ante el ensordecimiento que producen los análisis macro con el vano afán de estandarizar las intervenciones, se supo hacer oír una orientación diferente, la importancia de un saber estar ahí acompañando el recorrido singular del sujeto.

Patricia Cabré aportó datos sobre el colectivo de personas hemofílicas en Catalunya y sobre la incidencia de la infección por VIH. Subrayó la importancia de atender a las personas considerando su subjetividad, razón por la cual en el año 93 se creó el Servicio de Psicología en la entidad como “una apuesta para defender y promover la capacidad de reflexión sobre la condición de enfermedad y las circunstancias generales y particulares que implica”.

Silvia Grases en su intervención desarrolla la tesis del carácter de trauma que tiene el diagnóstico de VIH, irrupción de un real que obstaculiza las decisiones que la persona tiene que tomar.
Lo que para el médico es la conclusión de una búsqueda -al poder establecer el diagnóstico y tratamiento-, para el sujeto abre un vacío sobre el que tendrá que hacer una construcción.
“Que se ponga en marcha una elaboración de la condición traumática es necesario para la aceptación y responsabilización, por parte del paciente, del tratamiento de la infección”.
Es en esta elaboración donde “tener en cuenta los tres tiempos lógicos” que J. Lacan formalizó, nos aleja de esa idealizada “estandarización” de las intervenciones, para hacer frente en el uno por uno, la particularidad en juego.

Encontrarán las intervenciones en http://hemofiliacat.wordpress.com/2013/10/08/xvi-congreso-nacional-sobre-el-sida-xi-international-aids-impact-conference/

martes, 15 de octubre de 2013

II JORNADA RED PSICOANALISIS Y MEDICINA.

II JORNADA RED PSICOANÁLISIS Y MEDICINA

Palabras y cuerpos: Encuentros y desencuentros


Barcelona, 8 de noviembre de 2013

El cuerpo del ser hablante interroga con sus síntomas a la medicina y al psicoanálisis. Es un cuerpo marcado por las palabras desde su origen y habitado por continuos encuentros y desencuentros, siempre con consecuencias.

En la relación médico-paciente o en el dispositivo analítico, en la transferencia, se verifica la importancia de la palabra. ¿La palabra del médico influye en el paciente? ¿Por qué? ¿Bajo que condiciones? ¿Se pueden predecir sus efectos?
¿La palabra del paciente revela algo esencial de sus síntomas o es algo accesorio que hay que tolerar? ¿Todos los pacientes dicen lo mismo? ¿Cuándo la palabra del paciente se excluye, cuando el cuerpo se confunde con el organismo, qué efectos se producen?

La palabra influye en el paciente lo quiera o no lo quiera, lo sepa o no lo sepa. Hay palabras que alivian y palabras que, dichas al pasar, pueden tomar una consistencia insospechada en la vida de una persona.

En una época caracterizada por el rechazo del saber y del desciframiento del síntoma, se puede captar la relación esencial entre palabras y cuerpos a partir de la singularidad de cada caso.

Podemos relatar en primera persona la experiencia del encuentro con un médico y sus efectos subjetivos. La II Jornada de la red Psicoanálisis y Medicina, propone la narración de la experiencia de algunos médicos y psicoanalistas alrededor de la palabra del paciente y de la propia, de sus efectos y contingencias.

Programa

PALABRAS Y CUERPOS: ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

15:00 recepción
15:30h. Apertura de la Jornada Carolina Tarrida

15:45 a 16:45 h Palabras y cuerpos


Una mirada a la oscuridad Elvira Guilañá (Barcelona)
Falla del saber en su encuentro con el cuerpo>: lugar de la palabra en el acto médico. Elisa Giangaspro, (Madrid)
Pediatría y psicoanálisis ¿relaciones peligrosas?
Gabriela Medín (Madrid)
Coordina: Esther Gonzalez (Bilbao)

16:45 a 17: 45 h Encuentros y desencuentros

El decir como empalme entre el sujeto y lo real de su síntoma Leonora Troianovski (Barcelona)
Palabras y malentendidos en el encuentro/ desencuentro ginecológico Carlos Damonte (Alicante)
Primer encuentro con el médico Vicente Palomera (Barcelona)

Coordina: Rosa Calvet (Barcelona)

17:45 a 18:30 h Conferencia Clínica y ética del “bien decir”: Santiago Castellanos (Madrid)
Coordina: Araceli Teixidó (Barcelona)

18:30 a 18:45 Conclusiones y cierre jornada: Araceli Teixido

Viernes 8 de noviembre de 2013
De 15 a 19 h.

Lugar Palau Macaya de l’Obra Social de “la Caixa”
Pg. Sant Joan, 108 - Barcelona

Comisión: Santiago Castellanos, Elvira Guilañá, Carolina Tarrida (responsable) y Araceli Teixidó

Colaboración con los gastos: 15 € a pagar in situ

Se entregará certificado de asistencia

Inscripción enviando la solicitud a Araceli Teixidó redpsicoaymed@gmail.com

La Red Psicoanálisis y Medicina está inscrita en el Instituto del Campo Freudiano

domingo, 13 de octubre de 2013

DEPARTAMENTO: “Los cuerpos y sus goces” (Nucep. Madrid)

DEPARTAMENTO: “Los cuerpos y sus goces” Responsables: Andrés Borderías y Araceli Fuentes. 1ª reunión, 10-10-2013. Cuando nos planteamos como abordar el recorrido en este departamento sobre “El cuerpo y sus goces”, título que ya sustituimos por el de “Los cuerpos y sus goces, puesto que hay más de un cuerpo del que hablar, lo que nos orientó fue el deseo de transmitir cada vez, una idea fuerte. Si lo conseguimos o no está por verse. Para empezar, la idea con la que vamos a trabajar en la primera reunión será la que a continuación les expongo. No será la única idea y esta vez tomaremos para ilustrarla el testimonio de un AE, el de Leonardo Gorostiza, que se presta muy bien para dar cuenta del cogito que Lacan propone en La Tercera: “Je pense, donc, se jouit”. “El discurso de nuestra civilización vehicula la idea de que cuando se entra en la ciencia se sale del registro de la pasión” En 1974, en su escrito titulado “La Tercera”, Lacan repudia el cogito cartesiano, recusa el “yo soy” ligado al “yo pienso” y propone sustituirlo por un “yo pienso, luego, se goza”. Esta recusación no está exenta de una nota pasional. Descartes, con su cogito, “pienso, luego, soy”, asegura el ser a partir del pensamiento, pero el ser que concibe Descartes es un ser separado del goce de la vida, es decir del cuerpo. De esta operación en la que el ser se sitúa como sujeto y el mundo como representación, surgirá la ciencia. Lacan, por su parte, al proponernos este nuevo cogito “pienso, luego, se goza” reintroduce el cuerpo allí donde Descartes lo había expulsado. Lacan, en La Tercera, nos da una definición inédita del pensamiento, allí dice: “El pensamiento es que hay palabras que introducen en el cuerpo representaciones imbéciles”. Una definición que nos deja algo perplejos. Salimos de la perplejidad al leer que la imbecilidad en cuestión, tiene que ver, con que esas representaciones son imbéciles porque detrás de ellas está el idealismo. Dicho en otros términos, el pensamiento a causa de sus efectos de ideación y de sentido no nos permite salir de la articulación simbólico- imaginario, en la que sitúa el sentido y tocar lo real. Cuando habla más tarde de la mentalidad se trata de la misma dificultad, la de cómo salir de lo mental para ir a lo real, puesto que lo real está excluido del sentido. Una de estas representaciones imbéciles, a las que Lacan se refiere aquí, sería la de localizar el pensamiento en la cabeza o en el cerebro, creer que se piensa con la cabeza. ¿Por qué con la cabeza y no con los pies, o con la panza? El mismo Lacan dice que él piensa con los pies. Al hacerlo evoca al que marcha, en contraposición al que piensa sentado, al pensador de Rodin. El que marcha, el que se abre camino, nos da la idea de un pensamiento que sería pragmático, que permitiría orientarse, actuar según un pragmatismo relativo al discurso analítico. Desde este punto de vista, “pensar con los pies” se opondría a un “pienso, luego, se goza”, que podríamos ilustrar con lo que evoca la expresión francesa “se gargariser de”. “Se gargariser de” es hablar con complacencia, repetir lo mismo sobre un tema dado, regodearse en lo que se dice, en fin, algo de lo que nadie está exento. ”Se gargariser de “evoca, la garganta, “la gorge”, la voz también está implicada en el asunto. “Regodearse en lo que se dice” es un discurso que genera autosatisfacción, en el que un “yo pienso” da lugar a un “se goza”, es un ejemplo de “pienso, luego, se goza”. El pensamiento no está separado del goce. De esta manera Lacan reintroduce el cuerpo allí donde Descartes lo había excluido, expulsado. Está es la idea fuerte que Lacan contrapone a la ilusión alimentada por el discurso de la civilización actual de que existiría una “neutralidad científica”. Es increíble hasta qué punto está ilusión de neutralidad de la ciencia ha calado en nosotros, ya forma parte de lo que podemos llamar “los delirios de la vida cotidiana”. No hay actividad humana que no tenga un sustrato corporal, orgánico, cerebral, entre otros, pero hacer de eso una causa es algo muy distinto. El sustrato no es la causa y sin embargo tendemos a imaginar que lo epistémico debería estar vacío de todo lo que vibra en el ser que habla. Al transformarse en ideología, la del cientificismo aactual, la ciencia se aproxima a la religión. El hecho de que la historia de la ciencia esté habitada por el deseo y las pasiones, no ha impedido que el discurso de nuestra civilización vehicule la idea de que cuando se entra en la ciencia se sale del registro de la pasión. ¿Por qué esta ocultación? El psicoanálisis nos desvela la juntura entre lo pasional y lo epistémico. Lacan mismo plantea que hay un“deseo de la ciencia”, es el único en plantearlo y habría que preguntarse por qué ese deseo está oculto, disimulado, ¿por qué se pretende hacernos creer que se trata de algo aséptico? El avance epistémico de Lacan lleva las huellas de su práctica y la nota pasional que encontramos en este texto, su rabia, la que le lleva a un in crecendo que le hace decir que “el pensamiento es cretinizante” y que “el hombre piensa débil”, reenvía al registro epistémico, a las relaciones entre el lenguaje y lo real y a su esfuerzo para que la práctica analítica no sea un mero bla bla bla , reenvía a su pasión, una pasión articulada a lo que él llama su invención de lo real, su respuesta sintomática a la invención freudiana del inconsciente. Araceli Fuentes.

jueves, 10 de octubre de 2013

Comentarios de Cristina Domingo al escrito de Araceli Teixido “ ¿ Hablar con el profesional de la salud?” - Mayo 2013

El paciente que acude a la consulta sanitaria es una persona, y como tal es tratada por el profesional de la salud acupuntor. En acupuntura tratamos al conjunto de la persona: las “ piezas” del organismo y el psiquismo. Este conjunto es inseparable ya que una parte y la otra se afectan constantemente. Considerando que lo que le ocurre al paciente es somatopsiquico y psicosomatico. Al malestar físico le acompaña un malestar psiquico, en diferentes modalidades. Por una parte la reacción del paciente ante el malestar físico es una respuesta psiquica : enfado por la limitación, miedo por el pronóstico, ansiedad, angustia por las dudas…, que tiene consecuencias sobre el malestar físico y sobre las actuaciones para remediarlo, lo cual comporta una alivio o una agravación del malestar físico. Por otra parte, el malestar físico, refleja un problema de bloqueo en un sistema, que para la acupuntura, tiene relación con algún aspecto emocional, que puede estar presente como desencadenante, como etiologia o como consecuencia. Por consiguiente el paciente viene a la consulta quejandose de su malestar fisico y viene debido a que ese malestar físico le hace hecho hacer un movimiento psiquico. Movimiento todavía más novedoso y de cambio si acude a la medicina no convencional, y en concreto a la acupuntura, para solicitar ayuda para su dolencia. Todos estos elementos se contemplan por parte del profesional, que actua teniendolos en cuenta en su intervención terapeutica , tanto usando los instrumentos propios de la tecnica de la acupuntura y la MTC, como al usar la palabra. Las enfermedades tienen una etiologia. Es necesaria la atribución a una etiología para poder hacer el diagnóstico y determinar el tratamiento. Para comprender y tratar la enfermedad, el profesional acupuntor se plantea la relación del malestar físico con la historia actual y anterior del paciente, tanto física como emocional, con la historia biologica y la biografica. El profesional se pregunta si tiene sentido para el paciente lo que le ocurre, y si lo cree conveniente, se lo insinua al paciente. Sobretodo cuando el malestar físico se repite, cuando ya habia remitido con el tratamiento. Pero los profesionales no podemos dar el sentido a la enfermedad del paciente, y sabemos que el propio paciente puede necesitar ayuda para “ leer” esa repetición, y tambien conocemos que la atribución de sentido tiene límites. Acompañar y poner el marco en esta direccion es una de nuestras tareas. El exceso de sentido esta cercano en las medicinas no convencionales, esta cercano al pensamiento mágico. Como el organismo sabe como recuperarse y se cura una fractura osea sin nuestra aportación que la dirija, se admite que la naturaleza es sabia. De ahí se deriva hacia que la vida humana esta dirigida por una entidad , cuya logica es beneficiosa para el individuo. Este sobresentido “ esto me ocurre para que aprenda” es nombrado por los pacientes, y hay que tantear cuando es una frase hecha o una convicción. Por parte del profesional se trata de reformularlo, recogiendo la evidencia de que el malestar pone un límite al paciente, y por tanto le plantea modificar algo de su actuación anterior para no repetir la dolencia, y mostrandole al paciente que no es fácil decidir el qué y el como de la modificación. En el lado de la medicina oficial convencional, al dar un diagnóstico etiologico a la enfermedad el médico esta dando un sentido a la enfermedad, un porqué sucede la enfermedad. Y con ese porqué obtura que pueda haber algún otro porqué en la historia biografica o biologia del paciente. El acupuntor recoge el porqué de la etiologia de la medicina occidental, incluyendola como un dato más a tener en cuenta, pero va más allá. Abre la exploración a saber cual es el “terreno” que hace posible que esa etiologia actue y promueva la enfermedad El tema de la “etiqueta” del diagnostico y su uso teraputico, es muy amplio. Algunos de los aspectos a considerar serían: - Efectos del nombre del diagnostico en el paciente, ya que hay nombres que conllevan un marca de pronostico muy desfavorable. – El profesional ha de prepararse para decir el diagnostico y tener en cuenta tambien las consecuencias que tiene para el paciente el estar viviendo esa enfermedad.- El ser consciente que la medicina y el paciente atribuyen al profesional una capacidad excesiva, casi de todopoderoso, y que a resultas de ello el profesional puede actuar con el proposito de eliminar el mal e incluso erradicarlo; también por ello es de mucha dificultad el decir al paciente que no sabemos, y escoger el como y cuando decirlo y a quien. Cristina Domingo Médica acupuntora Integral centre medic i de salut. Barcelona cristinadomingo@inicia.es

lunes, 22 de julio de 2013

II JORNADA RED PSICOANALISIS Y MEDICINA.





II JORNADA
RED PSICOANÁLISIS Y MEDICINA
Palabras y cuerpos: encuentros y desencuentros
Barcelona, 8 de noviembre de 2013
El cuerpo del ser hablante interroga con sus síntomas a la medicina y al psicoanálisis. Es un cuerpo marcado por las palabras desde su origen y habitado por continuos encuentros y desencuentros, siempre con consecuencias.
En la relación médicopaciente o en el dispositivo analítico, en la transferencia, se verifica la importancia de la palabra. ¿La palabra del médico influye en el paciente? ¿Por qué? ¿Bajo que condiciones? ¿Se pueden predecir sus efectos?
¿La palabra del paciente revela algo esencial de sus síntomas o es algo accesorio que hay que tolerar? ¿Todos los pacientes dicen lo mismo? ¿Cuándo la palabra del paciente se excluye, cuando el cuerpo se confunde con el organismo, qué efectos se producen?
La palabra influye en el paciente lo quiera o no lo quiera, lo sepa o no lo sepa. Hay palabras que alivian y palabras que, dichas al pasar, pueden tomar una consistencia insospechada en la vida de una persona.
En una época caracterizada por el rechazo del saber y del desciframiento del síntoma, se puede captar la relación esencial entre palabras y cuerpos a partir de la singularidad de cada caso.
Podemos relatar en primera persona la experiencia del encuentro con un médico y sus efectos subjetivos. La II Jornada de la red Psicoanálisis y Medicina, propone la narración de la experiencia de algunos médicos y psicoanalistas alrededor de la palabra del paciente y de la propia, de sus efectos y contingencias.
Viernes 8 de noviembre de 2013
De 15 a 19 h.
Lugar pendiente de confirmar en Barcelona
Comisión: Santiago Castellanos, Elvira Guilañá, Carolina Tarrida (responsable) y Araceli Teixidó

lunes, 1 de julio de 2013

La relación clínica.

Por Esther González (Bilbao).

Este trabajo se realizó para presentar el Grupo de Investigación “Psicoanálisis y Medicina” en el IX Symposium de grupos de investigación y estudio, organizado por el Instituto del Campo Freudiano de Bilbao y que tuvo lugar el 1 de junio de 2013.

Como antecedente, señalar la formalización de la red de Psicoanálisis y Medicina, inscrita en el Instituto del Campo freudiano; Red  constituida por nudos, ya que sus componentes trabajan en distintos lugares geográficos.

El grupo nace con la idea de formalizar la puesta en marcha de un lugar donde fuera posible el intercambio entre el discurso de la medicina y el discurso del psicoanálisis; que parten de presupuestos y tratamientos diferentes, pero tienen algunos intereses comunes como son el cuerpo, la enfermedad y el dolor. Se trata de un grupo abierto, al que se puede sumar todo el que esté interesado.

Psicoanálisis y medicina siempre han compartido campo de experiencia. Freud era médico, neurólogo; también buscaba la verdad en el cerebro, pero se le atravesó un real distinto. Fue la investigación de enfermedades cuyos síntomas se resistían al tratamiento médico de la época, pero que cedían con el uso de la palabra, lo que le llevó a formalizar los principios de la práctica psicoanalítica.  

Decidimos empezar por la cuestión de la relación clínica, de investigar los cambios que se han producido en la relación entre médico y paciente en las últimas décadas, como consecuencia de la irrupción del discurso de la ciencia en la medicina.

En primer lugar quisiera señalar que no se trata de nostalgia, de que el tiempo pasado fue mejor; es evidente que el progreso de la ciencia ha supuesto un cambio radical en la medicina, ofreciendo la posibilidad de resolver problemas que antes no tenían solución. Pero también ha dado lugar a la aparición de dilemas muy complejos y ahí es donde puede estar la posibilidad del intercambio entre psicoanálisis y medicina.

Hay dos fechas, dos versiones para el inicio de la transformación científica de la medicina; una sitúa que se inicia con la publicación del libro de Vesalio “De humanis corporis fabrica” que por primera vez basa el estudio de la anatomía en la observación directa del cadáver en 1543. Otra versión la sitúa en 1628 con la publicación del libro “De motu cordis” de William Harvey, que representa la introducción del método experimental en el estudio de los fenómenos biológicos.

En el S.XIX, pero sobre todo a partir de mediados del XX, la biología introduce un saber que acelera de forma exponencial el desarrollo científico de la medicina; nace la biotecnología, tecnociencia aplicada a lo vivo, que no distingue entre conocimiento y aplicación. Se justifica el progreso científico, por su capacidad de salvar vidas y aliviar el sufrimiento; a pesar de la evidencia de que, en ocasiones hay conflictos entre dicho progreso y el bienestar humano.

En los años 90 la Medicina Basada en la Evidencia se presenta como la posibilidad de disponer de información fiable, capaz de dar respuesta a cualquier pregunta, constituyéndose la investigación en el principal proveedor para la práctica clínica. La tecnología ofrece una gran potencia de cálculo y también un sueño: que pronto será posible calcular toda la actividad humana, reduciéndola a comportamientos objetivables.

Como resultado del progreso científico, se incorporan distintos instrumentos y aparatos que revelan al médico datos que el paciente ignora y sobre los que no tiene control alguno.  En la actualidad, el médico tiene más confianza en los datos recogidos por el instrumento que en las opiniones y quejas del paciente. Aparece la posibilidad de que el médico pueda estudiar diversas estructuras internas del paciente, sin la presencia de este (rayos X, scanner, resonancia magnética….) En estos momentos está en marcha la utilización de redes, apps, telemedicina… que opera sin la presencia del paciente y también sin la del médico.

La formación de los médicos está orientada al uso de la tecnología; el ideal imperante es el de la objetividad y las políticas sanitarias están orientadas por el coste y la eficacia; por la creencia de que se puede poner en cifras todo lo que tiene que ver con la existencia del ser humano. Donde pareciera que la palabra, los decires, pudieran quedar por fuera de la clínica y los profesionales no necesitaran ninguna información sobre los aspectos personales del paciente.

Pero una cosa son las políticas sanitarias y otra los profesionales, donde nos encontramos con posiciones heterogéneas respecto de la política sanitaria y respecto de la práctica clínica. Es ahí donde es posible la transferencia de trabajo; muchos profesionales se sienten involucrados en su práctica, donde en la relación clínica se encuentran no solo con la enfermedad, también con el enfermo. Ahí se encuentran también con la demanda del enfermo y eso no es sin consecuencias.

Saben que la experiencia de estar enfermo incluye como se percibe, se convive y se responde a los síntomas, las incapacidades y el sufrimiento. Y que la interpretación y el uso de los significados de estar enfermo pueden contribuir a que los cuidados que se prestan sean más eficaces.

Otra cosa es como, desde donde abordan las cuestiones que tienen que ver con el paciente y quedan por fuera del proceso orgánico, pero inciden en este. Las elaboraciones del psicoanálisis sobre el concepto de síntoma o la relación del sujeto con el lenguaje, pueden ayudar a aclarar muchas situaciones que se presentan como un callejón sin salida para la medicina.

Por otro lado, el objeto de la práctica médica no es ya solo el enfermo sino que también se dirige al hombre “sano”; el discurso médico trata de enunciar cada vez con más precisión en qué parámetros se reconoce un individuo normal.  Los tratamientos, la prevención y los estudios genéticos están orientados a constituir un hombre lo más normal posible. Que se está convirtiendo en un modo de control social.

En los años 70 algunos profesionales se empiezan a interrogar por la posición ética de su práctica, en una posición claramente diferenciada de la racionalidad científica; aparece la Bioética, un campo de reflexión sobre los principios que orientan a los profesionales en su práctica clínica. Y es que los avances de la ciencia producen un cambio de posición en el médico, donde su juicio clínico ya no es una brújula, como señala Lacan en 1966

Uno de los debates que ahora suscita mucho interés es la cuestión del límite, como poner un límite que evite que el paciente sea tratado como un objeto. Apostando por la conveniencia de establecer una cierta separación entre los avances científicos y la práctica de la medicina, ya que todo lo posible no tiene por qué ser aplicado; hay que tener en cuenta otros factores antes de tomar una decisión.

Se pone en tela de juicio no solo los medios, sino también los fines de la medicina. La medicina tiene tal capacidad de intervención en el cuerpo humano que aparecen dilemas que muestran las contradicciones y el sufrimiento que puede ocasionar el uso poco reflexivo del poder  técnico.

Otra cuestión que afecta a la relación clínica, es la pregunta acerca de quien tiene que tomar las decisiones que afectan al cuerpo de una persona; fueron los propios pacientes los que comenzaron a reivindicar esto. Quedando constituida la relación clínica, del lado del profesional, el que tiene la información técnica y del lado del paciente, el que tiene la capacidad de consentir o decidir.

Comienza a tener un estatus privilegiado el principio de autonomía, donde el paciente sería capaz de autodeterminarse y no respetar sus decisiones sería negarle la libertad de actuar según sus elecciones.

Construyendo un paciente ideal capaz, en cualquier circunstancia, de reflexionar y decidir conforme a dicha reflexión; la autonomía de la persona y el consentimiento que se deriva de ella se convierten en los únicos principios capaces de distinguir lo que es legítimo de lo que no lo es.

Sin cuestionar las contingencias que en ocasiones pueden empujar a un individuo a consentir algo. Todos conocemos el uso puramente burocrático que se hace del consentimiento informado, un uso mercantil o contractual.

La comunicación queda reducida a la información, donde el médico debe informar al paciente y velar porque este comprenda la información recibida.  En la idea de que es posible entender todo lo que dice el paciente y que se puede asegurar de que el paciente ha entendido toda la información que él le ha dado; un decir sin equívocos.

Por último, quisiera señalar que sabemos que investigar en psicoanálisis es hacer elaboraciones inéditas, por modestas que sean y eso exige un esfuerzo: el de autorizarse a saber más de lo que se sabe.

La creación de este grupo de investigación presenta un amplio campo de estudio; se trata de buscar la manera de poder sostener el discurso analítico, de crear una red de argumentos que nos permitan difundir y conversar acerca de los problemas clínicos actuales.
                                                      Esther González

BIBlIOGRAFÍA
-       Psicoanálisis y medicina. Lacan. Ed. Manantial
-       Una ciencia sin raíces. Laure Naveau. Ed. Eug
-       Salud mental y orden público. Jacques Alain Miller. Ed. Eug
-       Introducción al método psicoanalítico. Jacques Alain Miller. Ed. Eolia Paidós
-       Bioética Salud mental y  psicoanálisis. VVAA Ed. Polemos
-       La transformación de la Medicina. Ruy Pérez Tamayo. Revista on-line Letras Libres
-       Paradojas del individualismo. Victoria Camps. Ed. Critica
-       Qué es la ética aplicada. Michela Marzano. Ed. Saber