miércoles, 14 de enero de 2015

UN CUERPO GOZA

Texto presentado por Liana Velado a las III Jornadas de la Red de Psicoanálisis y Medicina.

                                                           
El discurso médico  se ha generalizado, ha impregnado la vida que se ha medicalizado y medicamentado. Ya desde la antigüedad el medicamento ha sido el objeto privilegiado que repararía la falla, que nos devolvería la completud, el equilibrio, la salud. Hay una pasión por el medicamento y una pasión por lo menos en igual medida por la prueba física o química. Análisis químicos, radiografías, TACs, RMNs  etc,  hay casi adictos a que su cuerpo se vea y estudie. En los estudios físico-químicos es donde está el saber sobre lo que le pasa a uno, lo que identificaría el mal, la causa del dolor y permitiría eliminarlo con el arsenal técnico del que la ciencia provee. Esto es lo que está en el horizonte de las consultas, sabemos que algo resiste e insiste pero ante la falla de una estrategia ya está la siguiente esperando, siempre  hay  o habrá en breve otra prueba o medicamento más sofisticado. Hoy los medicamentos y los remedios tecnológicos de los que se dispone son muy eficaces en el tratamiento de muchas enfermedades  del organismo pero  cada vez las consultas están más llenas.
Trabajo en un centro de urgencias extrahospitalarias, es el filtro al hospital. En él atendemos  no sólo a personas que vienen a consulta,  también vamos a los domicilios y atendemos urgencias en la vía pública. Al centro vienen por propia iniciativa y nuestras salidas a atender son ordenadas por una central telefónica que coordina las urgencias no hospitalarias para toda la comunidad.  Los domicilios más frecuentes son psiquiátricos tanto en jóvenes como en ancianos. En ancianos la alerta suele ser agitación en un paciente diagnósticado de Alhzeimer o demencia y tratado con uno o varios de los medicamentos que han ido apareciendo en los últimos años, es un cuadro muy frecuente   y por lo que yo he podido registrar el aumento coincide con el auge de estos nuevos medicamentos. En personas jóvenes nuestras salidas suelen ser para ver psicosis desestabilizadas, si hay  agresividad  nos acompaña la policía,  y si esta  es importante la policía suele actuar pidiendo contención química, es agresivo porque está enfermo, entonces medicación. Nuestros pacientes en el centro son mayoritariamente jóvenes y las patologías son muy variadas, en general la mayoría son medicamente no urgentes  pero  se presentan como tales,  un grano que apareció hoy es insoportable porque ayer no estaba,  algo está pasando en su cuerpo y quiere saber qué es y por qué y qué va a pasar, un conflicto en el trabajo, una  discusión con la pareja, una pelea familiar, un dolor de garganta, taquicardias, taquipneas o ya directamente el diagnóstico de ataque de ansiedad, que no pueden esperar . Lo que es urgente es la irrupción de un acontecimiento que no estaba en el programa, una pequeña erupción en la piel puede ser una urgencia y una litiasis biliar muy dolorosa puede no ser vivida como tal, es lo no previsible lo que es traumático  y la angustia que desborda el cuerpo lo que se vive como urgencia. A veces es posible intervenir y que el paciente se pregunte sobre lo que le ocurre, esto acota la angustia y en ocasiones se abre la posibilidad de dirigirse  al análisis.

¿QUE LUGAR PARA EL PSICOANALISTA?
Por el hecho de  hablarle a Otro decimos que se está en la demanda y no en la necesidad y en su más allá que es el deseo. Hoy esto se confunde, el deseo es necesidad de taponar, de satisfacer con un objeto-medicamento y la angustia próxima se vive como urgencia, urgencia que requiere tratamiento inmediato, pero medicar el deseo tiene consecuencias no fácilmente previsibles. Los llamados ataques de pánico,  y de ansiedad solemos verlos en general, salvo alguna excepción  en pacientes ya tratados con psicotrópicos. El supuesto saber lo que le pasa al paciente ha pasado del médico a la ciencia de la que es su representante , un saber protocolizado que responde y genera un consumo incesante y  a la vez una fragilización  y desamparo ante un cuerpo que tratado como  organismo  se vive con extrañeza .
Cuando un paciente cuenta al médico su dolor quiere algo más que un objeto que lo elimine, en ese más allá, se situaría la escucha del médico acogiendo la singularidad de lo real del goce del cuerpo, y este lugar es el del psicoanalista, el lugar del médico que llamamos tradicional, lugar que hoy no ocupa en muchos casos o en la mayoría. Decimos médico tradicional aunque nosotros no lo hemos conocido, hemos estudiado y trabajamos en la época de la medicina científica, sí hemos vivido un importante aumento  de medicación y tecnología y una mayor objetalización del paciente en relación al desarrollo y aplicación de la informática  y si esto sigue así y hay que pensar que sí, los médicos del futuro estudiaran algo parecido a una ingeniería. Hoy  la función del médico es algo controvertida, formado como científico para tratar organismos, se encuentra con que hay algo desconocido que no se reduce con la medicación, el goce del cuerpo.

Relataré una viñeta de mi práctica institucional: Una noche de guardia, llega una pareja, ella relata que tiene sensación de ahogo no constante, a veces no le entra bien el aire. Le ocurre desde hace  una semana o algo más, pero cada vez son más frecuentes los episodios a lo largo del día. Lo ha consultado con su médico de  familia que la ha prescrito un ansiolítico, pero no mejora y cree haber empeorado. El marido interviene y dice que los dos están nerviosos y ella más porque les han dado fecha para una operación  de corazón a su hijita de seis años y será en los próximos días. En ese momento ella comienza a llorar, asiente, dice estar muy angustiada. Le invito a que  hable de ello. Ya sabían de la  enfermedad de la niña, les habían dicho que no era  grave y que tal vez curaría al crecer, pero ahora algo ha cambiado, no han ido las cosas como se esperaba y es preciso operar. Les han asegurado que no hay peligro que todo irá bien. Ella cree que no le mienten pero está angustiada, se trata del corazón, es algo importante, problemático, delicado, dice que ella ya notaba algo de fatiga en la niña aunque la decían que no era así.  Decido auscultarla y está arrítmica, le pido a la enfermera que le haga un EKG y lo que aparece es una taquicardia ventricular. La derivamos al hospital. (A las pocas horas estaba en la UCI con insuficiencia cardiaca). El comentario de la enfermera que sabe que soy psicoanalista me  sorprendió:  ”tú eras la que se tenía que equivocar y no su médico”. Le contesté al momento que no me equivoqué porque soy psicoanalista precisamente. Los psicoanalistas sabemos que el cuerpo goza, se goza y aunque hay un organismo con un corazón con  fibras musculares  movidas por impulsos eléctricos y químicos,  eso   es  en un sujeto afectado por el lenguaje, en un parlêtre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario