Por Rosalina Sicart*
Les voy a presentar
una experiencia de trabajo con acupuntores que desarrollo en el Taller de Análisis de la Práctica
Asistencial, que pertenece a la Formación Continuada del Master de
Valoración Energètica y Acupuntura de la Escola Universitària d’Infermeria de
Sant Joan de Déu (Universitat de Barcelona)
El alumnado del
Máster –profesionales de la enfermería, la fisioterapia y la medicina- estudian
la acupuntura como otro modo de abordar la patología del paciente que
normalmente se trata con fármacos. Si bien la acupuntura se prescribe y
administra como un medicamento no se cierra aquí su uso. El acupuntor que
ejerce teniendo en cuenta el diagnóstico de todos los sistemas energéticos, se
encuentra con los modos en que el paciente actúa ante la vida y ante la
enfermedad y, semanalmente los registra y le acompaña en su devenir también con
la palabra.
Las vicisitudes de
esos encuentros y desencuentros, las aportan al Taller de Análisis de la Práctica Asistencial en forma de
inquietud, malestar, dificultad, duda, miedo, etc. con el fin de introducir y
sostener al sujeto en la relación clínica, extraer las enseñanzas que emergen de
su práctica y elaborar formas de intervenir según el estilo de cada profesional
en la singularidad de cada caso.
A continuación les
presento cuatro viñetas que muestran los efectos de la palabra en el análisis de la práctica asistencial que llevo a cabo en
dicho Taller.
Caso I. “Como en la peluquería”
María relata el
caso de una paciente mayor que no para de hablar. Según ella, habla como si
estuviera en la peluquería. No escucharla, le parece “de mala educación. Le apena porque es una señora mayor”. Al mismo
tiempo, teme perderla pues es una de sus primeros pacientes de acupuntura.
En el desarrollo
del caso descubro que María permanece al lado de la paciente durante toda la
sesión incluso, excediéndose en el tiempo, si no tiene a otro paciente a
continuación. El tratamiento de acupuntura está estructurado en sesiones
consecutivas. Cada sesión se divide en tres tiempos, un tiempo de palabra, un
tiempo de silencio y relajación, en el cual el acupuntor se ausenta permaneciendo
solo el paciente y, otro tiempo de palabra: se comenta brevemente la sesión mientras
el acupuntor retira las agujas y la finaliza.
En el caso que
plantea María, la palabra está desregulada porque no respeta el tiempo de
silencio ni el de cancelación de la sesión. La profesional ha consentido ser
capturada por la verborrea sin límite de la paciente. Cuando María interpreta
esa verborrea como un síntoma, entonces, accede a separase e introducir su
ausencia en el tiempo de silencio, y terminar la sesión a su hora.
En este caso, regular
su presencia, ha permitido a la acupuntora tomar las riendas del tratamiento al
no propiciar el goce de la paciente.
Caso 2. “Estoy en sus manos”
La paciente,
mientras sale de la consulta dice “ahora,
estoy en sus manos”. Ese decir provoca miedo a Pilar, la acupuntora, que rehúsa
para sus adentros tomar esa responsabilidad. Cuando plantea el tema en el
Taller, además, cuestiona la actitud pasiva de la paciente.
Le invito a
investigar cuál es la responsabilidad que rehúsa. Para Pilar, “no es un honor” que la paciente deposite
en ella toda la responsabilidad del tratamiento. Ella no está dispuesta a
hacerse cargo de “toda” la
responsabilidad sino, sólo, de aquella que le corresponde.
A partir de los
participantes del Taller, discuten sobre cuáles son las responsabilidades del
acupuntor y las del paciente. Exponen hallarse con dificultades con algunos
algunos pacientes que piden ayuda para adelgazar y no llevan a cabo la dieta,
los ejercicios u otras prescripciones acordadas. Igualmente, cuando un paciente
no conserva la mejoría por falta de cuidado.
En el debate
plantean las siguientes preguntas: ¿Qué hacer con las contradicciones que un
paciente presenta? ¿Cómo seguir cobrando si el paciente no colabora en su
cuidado? Por mi parte me pregunto cómo puedo hacer para abrir un dialogo entre
el síntoma y el sujeto en cada caso.
Respecto a la
paciente de Pilar, le aclaro que la paciente se dirige a Pilar como figura de
cuidado de la cual, espera recibir una ayuda vital. Con esa aclaración entiende
que la demanda de la paciente se dirige la función del cuidado que ella encarna,
entonces, ve que efectivamente la demanda corresponde a su responsabilidad,
Caso 3. “Sacársela de encima”
Debido al fuerte contenido
emocional que presenta la paciente en relación a su malestar personal, Pepa, la
acupuntora se siente mal después de cada sesión. Sólo piensa en derivarla a un
psicólogo para no atenderla más.
Interrogada sobre
el porqué plantea este caso en el Taller dice “por querer sacársela de encima”. Le propongo que en lugar de “sacársela de encima” puede sostener el
tratamiento de acupuntura hasta que encuentre el momento de derivarla, es
decir, abrir el campo de la derivación, como una nueva línea de trabajo. De ese
modo, en lugar de escuchar pasivamente a la paciente, podrá intervenir para
poner de manifiesto su conveniencia, ayudándola a tomar alguna decisión.
El hecho de mostrar
a Pepa abrir el campo de la derivación le permite retomar el tratamiento hacia un
nuevo destino.
Caso 4. “Esa noche no pudo dormir”
En contra de lo que
suele ocurrir, el médico solicita a la enfermera del equipo –que a su vez es
acupuntora- que le acompañe a realizar una visita a domicilio. Es una paciente que
requiere ser escuchada pero al escucharla angustia, tanto que esa noche, ni el
médico ni la enfermera pudieron dormir.
Mercè presenta el caso porque nota que la paciente se le
acerca. Tiene la convicción de que debería tratarla con acupuntura pero no sabe
cómo proponérselo. Seguidamente, planteo a los participantes ¿Para qué ofrecerle
a esa paciente la acupuntura? ¿Con que fin?
El debate da como
fruto que no es el momento. Entonces, Mercè se da cuenta de que quizás está anteponiendo
su interés, por las ganas que tiene de ejercer como acupuntora. En efecto, ve
que es más prudente no hacerse cargo del cuidado de esta paciente. No obstante,
puede seguir acompañando al médico
en su responsabilidad.
Como síntesis del
trabajo presentado, este último caso plantea el reto a Mercè de no tomar la
responsabilidad del caso y seguir apoyando al médico en la suya. En el primero,
Como en la peluquería, María acepta
regular el uso de la palabra durante la sesión cuando toma distancia de la
verborrea de la paciente. En el segundo caso, Estoy en sus manos, Pilar entiende que la ayuda vital que la
paciente espera de ella se dirige a su función de cuidado de la cual debe
responder. Y, en el tercer caso, sacársela
de encima, Pepa puede continuar tratando a la paciente cuando ve abrirse la
derivación como una nueva línea de trabajo para acompañar a la paciente en el
proceso de decisión.
De ese modo, el
Taller se ofrece como un lugar donde analizar lo que se produce en el devenir
de la práctica asistencial como figura del cuidado, en la cual el paciente
deposita sus quejas, sus expectativas, sus miedos, etc. y el profesional
sanitario debe saber proceder. Análisis que permite tomar conciencia de lo que
despierta cada paciente a cada profesional y, a la vez, darse el tiempo que
requiere elaborar cada intervención y aprender de cada caso.
Rosalina
Sicart
Profesora
del Máster de Valoración Energética y Acupuntura
EUI. Universitat
de Barcelona
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